Es desde hace dos años el consejero delegado de la compañía vasca Nortegas. La empresa está “totalmente preparada” para afrontar, con gas e hidrógeno, la transición energética. “El gas natural tiene todavía un amplio recorrido por delante en el proceso de descarbonización y nuestras infraestructuras de primer nivel y nuestro know how están preparadas para distribuir los combustibles ecológicos de futuro como el biometano o el hidrógeno verde”, señala, y deja claro que “descarbonizar no es electrificar”, por lo que defiende la neutralidad tecnológica en el avance hacia una economía más sostenible.
¿Qué es Nortegas hoy en día?
—Es una compañía, antes conocida por Naturgas, que recoge la herencia de las muchas compañías gasistas municipales de Euskadi, Gas de Asturias y Gas Natural Cantabria. Es el segundo operador gasista del mercado español. Vehiculamos más de 31 Twh de gas natural al año. Casi un 15% de la demanda del Estado. El negocio se centra en la gestión de los activos regulados de distribución, incluyendo la promoción de nuevas infraestructuras, su desarrollo y construcción, así como los servicios de operación, mantenimiento y optimización.
¿La compañía opera con GLP?
—Sí. En gas natural tenemos casi un millón de clientes y en GLP, cerca de 100.000. Lo que supone cerca del 10% de los ingresos tras comprar a Cepsa unos 5.500 puntos de suministro de propano en 2020.
Nortegas fue adquirida por diversos fondos especializados. ¿Cómo se rentabiliza una inversión así cuando el pasado año la compañía ganó 41 millones de euros?
—Es una empresa con un valor importante porque trabaja en un sector estratégico. Cuando su anterior dueño, EDP, hizo la desinversión era un momento con tipos de interés muy bajos. La expectativa de retorno es con una visión de largo plazo en un entorno de tipos bajos. Tenemos un reparto de dividendos prudente. Nuestros accionistas, desde JP Morgan a Swiss Life, son gestoras que no tienen intención de vender la compañía. Esta empresa aporta rentabilidad a largo para firmas que gestionan ahorros de pensionistas de medio mundo.
¿Cómo evoluciona el negocio?
—En 2020 se produjo la tormenta perfecta. El confinamiento desplomó la demanda industrial en Euskadi, así como en Cantabria y Asturias. Somos muy fuertes en la industria, de hecho de los 31 Twh que movemos, 21 son para el sector industrial, y lo notamos. Ahora, a junio la demanda industrial se está recuperando y ya estamos por encima, no ya del 2020, sino de 2019. El pasado año la meteorología tampoco ayudó porque fue un año muy cálido y la demanda doméstica también bajo. Este 2021 ya estamos más normalizados. Estamos creciendo a todos los niveles, también en clientes, con 12.000 nuevos este año.
¿Se mantienen las inversiones?
—Sí. Es más, este año estamos invirtiendo más que en 2020, un año en el que triplicamos el capex respecto a 2017-2018. Contemplamos realizar inversiones de unos 35 millones de euros, frente a los 28 millones de 2020.
¿Qué futuro ve para el gas natural, por ejemplo, en los automóviles?
—El tema del gas natural vehicular es una de las primeras cosas que pusimos en marcha cuando me incorporé a la compañía. Lo hicimos gracias a un acuerdo con Repsol que tardamos en cerrar pero ya tenemos en marcha, o casi, una red de una docena de gasineras. Y apostamos por Repsol porque es una compañía que cree, como nosotros, en la neutralidad tecnológica para avanzar en la descarbonización. Y usar gas natural para mover coches supone menos emisiones y es mucho más barato, 3,75 euros por 100 kilómetros, que con gasolinas, más de 9 de euros.
¿Por qué no se ha extendido más el uso del gas natural en los coches, siendo más barato y menos contaminante que las gasolinas?
—Ahí la culpa es nuestra, de las gasistas, que no hicimos los deberes. Dicho esto, en el transporte de larga distancia, por ejemplo, en camiones y autobuses, el gas licuado va a seguir teniendo un papel importante y creciente porque dicho segmento de transporte no es electrificable de forma competitiva con la tecnología actual. Pensamos que al aumentar la red de gasineras, y dado que fabricar coches a gas es relativamente sencillo, habrá consumidores que se planteen adquirir un coche a gas porque es un combustible más barato y limpio.
¿Se confunden conceptos cuando se habla de descarbonización y se pone al coche eléctrico como la panacea?
— Sí. Hay que dejar claro que descarbonización no es igual que electrificación como algunos interesadamente pretenden. El objetivo de la transición energética es avanzar en la descarbonización de las actividades económicas, no la electrificación. No nos podemos permitir el lujo de dejar a nadie atrás. Y el coche eléctrico está muy bien pero a día de hoy no es competitivo, ni en precio, ni en autonomía. Y creemos que la subvención que se le da hoy a un vehículo eléctrico produce un rendimiento, en cuanto a objetivos de descarbonización, mucho menor que la que se le da a un vehículo de gas. El gas natural y las redes de distribución del mismo son una verdadera palanca de descarbonización que hay que aprovechar. Todo es relativo. Por ejemplo. En los territorios en los que operamos hay como unas 3.000 calderas de calefacción centralizadas que trabajan con carbón o gasóleo que pueden ser sustituidas por gas logrando una notable reducción de emisiones. Si las cambiáramos todas sería como retirar de circulación en Euskadi, Asturias y Cantabria unos 35.000 coches diesel.
¿Cómo ve la transición energética?
—El gas natural va a seguir siendo importante muchos años. Por ejemplo, la generación de electricidad mediante renovables necesita del respaldo de otro tipo de generación más constante para cuando no llueva, no sople el viento o no luzca el sol. Las centrales de ciclo combinado a gas van a ser aún más importante.
¿Cómo ve la apuesta por gases renovables?
—Está en nuestro plan estratégico que parte del hecho de que queremos invertir en llevar el gas allá donde tiene sentido económico. Además ponemos en marcha pequeños negocios paralelos para convertir clientes, como los de las calderas de carbón o gasoleo, a gas facilitando la financiación a las comunidades de propietarios. Trabajamos en la movilidad abasteciendo a coches a gas pero nuestra mayor apuesta es por los gases renovables. Si se puede avanzar en la descarbonización utilizando gases renovables, ahí estaremos. Lo que queremos es aprovechar las importantes infraestructuras de red que tenemos para que circulen por las mismas lo que sea factible, gas natural, biometano, hidrógeno verde. El biometano tiene un potencial brutal en un país como España, y sólo hay una planta de gas de vertedero. Pensamos no solo en vertederos, sino en tratamiento de purines pues este es un país con una cabaña ganadera muy importante y esto es una realidad muy tangible.
¿Y el hidrógeno?
—Este es un tema que con la pandemia se ha acelerado mucho pero aún así, hoy en día, el hidrógeno verde no es competitivo pero no hay que olvidar que las renovables, (eólica, fotovoltaica), hace 25 años tampoco eran competitivas. Hay que apostar por el hidrógeno. En España, y volviendo al mix de generación, cuando haya instalados en 2030 unos 30 GW de capacidad renovable adicionales a los que ya tenemos, habrá días que se genere más electricidad de la que se pueda consumir, por ejemplo cuando haya mucho sol y viento. Entonces habrá que almacenarlas y aquí el hidrógeno es una solución.
¿Se puede transportar por redes?
— Sí. Nuestra apuesta es que el hidrógeno pueda circular por las redes de gas y no es ciencia ficción. Ahora en España podemos inyectar hasta un 5% de hidrógeno junto al gas natural, que es poco porque el hidrógeno tiene un poder calorífico inferior al del gas. Tecnológicamente aún hay algunos problemas añadidos de seguridad al ser las moléculas más pequeñas. En Nortegas trabajamos en dos vías. Por un lado, en proyectos para generar hidrógeno verde como en el de Bizkaia Energía, en Boroa-Amorebieta de 20 Mw, y otros más pequeños en Asturias. Por otro lado, vamos a construir canalizaciones para llevar el hidrógeno, en el caso de Bizkaia, desde Boroa hasta la red que tenemos en Arrigorriaga que es el punto de partida de la distribución para todo el Gran Bilbao. Es un gaseoducto de unos 9 kilómetros. Nuestro objetivo, trabajando con Tecnalia, entre otros, es probar si funciona todo bien vehiculizando gas natural e hidrógeno, con la idea de que al menos el 20% sea hidrogeno. Y aquí los fondos europeos son importantes. Si apoyan el desarrollo del hidrógeno verde llegará un momento en el que los fabricantes de equipos, calderas, contadores, etc harán posible que funcionen con hidrógeno, con gas o con mezcla.
“El gas va a tener un papel clave en los próximos años y nuestras redes servirán para distribuir el hidrógeno verde”
“Hay que apostar por el hidrógeno verde; hoy no es competitivo, pero hace 25 años las renovables, tampoco
“El coche eléctrico está bien, pero hoy no es competitivo ni en precio ni en autonomía; uno de gas es una opción”