- Presidente de Basque Health Cluster, que cumple su décimo aniversario, y de Mondragon Unibertsitatea, Mikel Álvarez augura un futuro de crecimiento al sector de la salud y anima a las empresas a internacionalizarse, reforzando sus ventas en el exterior o con implantaciones.
El sector de la salud no es muy visible, pero es robusto y en expansión.
—Es un sector muy importante y grande en el mundo. Están por un lado los servicios sanitarios, la atención, todo lo que tiene que ver con la medicina, ya sea público o privado. Eso representaría algo más del 65% del sector de la salud. La otra parte es la que menos se ve, la industria que acompaña a los cuidados médicos: la tecnología. Ahí, están el apartado farmacéutico, los equipamientos y los dispositivos.
Hay países con una gran tradición, aquí estamos empezando.
—Tanto España como Euskadi tenemos un escaso volumen en este sector industrial. A pesar de que está creciendo mucho, hay margen de crecimiento para tener volúmenes importantes y situarnos al nivel de Alemania. Pero países como Irlanda o como Suiza, que son más pequeños, alcanzan en el ámbito de la salud un porcentaje del PIB mayor que el nuestro.
¿Se está avanzando?
—Es un sector muy interesante, porque capta mucha inversión y porque además la salud es una temática permanente, siempre está presente, no tiene ciclos de caída de demanda y eso nos lleva a que la industria de la salud que le acompaña sea muy innovadora y muy atractiva. La ciencia está debajo de esto y los avances de la ciencia aumentan el atractivo exponencialmente.
¿También en Euskadi?
—En Euskadi los sectores tradicionales han sido los astilleros, los altos hornos, la máquina herramienta o la automoción. Algunos de ellos han perdido peso y el sector de salud es muy nuevo. El cluster fue una iniciativa puesta en marcha por empresas del sector hace diez años, en colaboración con el Departamento de Industria del Gobierno vasco, precisamente para potenciar el desarrollo de la actividad. En 2016 éramos 26 empresas y este año ya somos 87. Representamos un nivel de ventas de unos mil millones de euros. Hay un movimiento muy positivo.
¿Se incrementa la inversión en este momento tan crítico?
—La inversión en Euskadi en el sector farmacéutico ha tenido un importante crecimiento los últimos años. Hay innovaciones y empresas nuevas que atraen a fondos de inversión o a grupos inversores. También las empresas de tecnologías que no son farmacia está captando fondos. Así y todo, la industria de tecnologías sanitarias supone un porcentaje pequeño del PIB, en torno al 1,5%. Es poco, pero crecerá porque se invierte.
¿Y ha ido a más estos últimos meses?
—Todavía es muy pronto para medir, pero el ciclo económico iba bien y había movimientos interesantes. Veremos que nos deja esta parálisis del covid. Es verdad que el sector sigue creciendo y por ello atraerá más inversiones. El cluster va a crecer este año un 5% en facturación. Las ventas no caen a pesar del covid.
A pesar o incluso gracias al covid.
—La vida tiene doble cara. El covid nos ha recordado la necesidad de tener equipamientos, productos, recursos destinados a este sector porque no teníamos todo lo necesario y teníamos mucho externalizado en países de bajo coste. No nosotros, todo el mundo. La escasez de material de protección ha sido universal. Incluso China, cuando se produjo el primer brote en Wuhan, tuvo que importar mascarillas. Las dimensiones de la pandemia son absolutamente descomunales y ha cogido a todo el mundo en una situación mala. Y no depende de que tengas un tejido productivo débil o fuerte. El 40% del mercado mundial de las tecnologías sanitarias está en Estados Unidos, son superproductores, pero les ha cogido también con el pie cambiado porque las dimensiones de la ola están por encima de cualquier previsión. Es como si cae un meteorito. Otra cosa es cómo se gobierna la caída del meteorito.
El sector sanitario cuenta además con otro resorte de crecimiento, la ‘Silver Economy’, el horizonte no puede ser más positivo.
—No hay duda. El envejecimiento también es otro meteorito. Tiene la parte buena de que prolongar la vida, envejecer en forma activa, es muy positivo. Pero también trae necesidades de atención nuevas, necesidades de tecnologías nuevas y muchas empresas empiezan a moverse hacia la generación de equipos y servicios para esta nueva economía. Si vamos al campo sociosanitario, antes estaban los asilos de los pueblos. Ahora tenemos residencias, no una, varias, en cada pueblo porque el envejecimiento ha hecho que surjan unas necesidades de atención y por detrás han surgido empresas que dan servicios y tecnología añadida. El envejecimiento está generando una nueva economía en la alimentación, en los medios disponibles en el hogar, en los servicios, etc. Y a la vez tenemos que este golpe del meteorito covid, nos ha puesto en una situación en la que vemos que este sector tiene mucha importancia, mimémoslo más. Si se tiene en cuenta el Plan de Ciencia y Tecnología de Euskadi, hay tres líneas estratégicas y una es salud, es una prioridad para el Gobierno vasco.
¿Cuál es el objetivo de crecimiento que se marca el cluster para los próximos años?
—No lo tenemos cuantificado, es complejo porque va a depender de como vayan algunas empresas en un sentido o en otro. Hay ejemplos de crecimiento muy importantes, pero este año, lamentablemente, también hemos tenido disgustos con el cierre de algunas iniciativas donde había 30 o 40 personas trabajando. No es fácil hacer un cálculo, pero diría que tener un crecimiento del 4% anual en actividad en este campo debe ser nuestro objetivo mínimo. Teniendo en cuenta, eso sí, que nuestras empresas van a necesitar cada vez más internacionalizarse, tener productos que puedan ser suministrados a nivel internacional. Si no damos el salto hacia la internacionalización, que ya se está dando en la medida de las posibilidades de cada uno, difícilmente un mercado próximo nos puede dar un crecimiento del 4% anual.
¿Cómo se puede facilitar ese salto?
—Tenemos el sector de automoción con una gran proyección exterior. Soy directivo de la Corporación Mondragón y uno de nuestros puntos fuertes es la capacidad de internacionalización que han conseguido las empresas industriales. Hay dos aspectos muy importantes para el desarrollo del sector de la salud o de cualquier otro sector: tener alianzas con empresas que ya están en esos sectores y son fuertes, estar en la cadena de valor de grandes empresas, y, en segundo lugar, eso requiere una parte de internacionalización.
¿También las empresas pequeñas?
—Por tanto, cualquiera de nuestras empresas pequeñas también hay un momento en el que debe vender en el mercado internacional. Un ejemplo que conozco muy bien porque es de Mondragón. La empresa Osatu, que fabrica desfibriladores en Hernani desde hace 40 años, su mercado es internacional, vende en un 90% fuera de Euskadi, también lo hace en España, pero vende en todas partes. En Asia, en Oriente Medio, en Europa. Tenemos que competir en el mercado internacional y tener, sin ninguna duda, instalaciones en el exterior que acompañen a las grandes empresas del sector. Esa va a ser nuestra clave de éxito. El sector va crecer y ahora tenemos un 30% de facturación en exportación, pero tenemos que llegar a porcentajes mucho más elevados. Algunas produciendo aquí y otras produciendo fuera.
Es el modelo de Gestamp, que no fabrica coches, si no componentes de automoción, y es un gigante que se ha enganchado en todo el mundo a las grandes marcas.
Eso es.
¿En qué actividades de la salud puede acercarse mejor la industria vasca a los grandes fabricantes?
—La fortaleza básica para el sector de la salud vasco para engancharse en la cadena de valor internacional es, por una parte, que la actividad de I+D en Euskadi es sólida y potente. Por otra parte, esa I+D está muy próxima al mundo empresarial y el tejido productivo que hay en Euskadi está ligado en gran parte a segmentos industriales como la fabricación de máquinas, la electrónica o la mecánica, aspectos muy tradicionales del país. Eso está ligado a la base de I+D y a un nivel de universitarios con formación muy potente. Esa fortaleza, puede ser la base para construir equipamientos desechables, mecánicos, robóticos o electrónicos, que posibiliten engancharse.
Hay base para crecer.
—Uno de los campos en los que aun veo incógnitas, pero que será de futuro, tienen que ver con la digitalización y la inteligencia artificial. Es un campo en el que van a competir todas las regiones del mundo y tenemos que tener ahí presencia. Los ingredientes que dan el caldo final son la base de I+D que tenemos y la transferencia a las empresas, que son sólidas. Donde se depende mucho del turismo es muy difícil dar el salto hacia la producción de equipamientos médicos. Si tienes industria, es más fácil diversificarse hacia ese segmento.
“El covid nos ha recordado la necesidad de tener recursos y equipamientos sanitarios y no depender de otros países”
“Tenemos que llegar a porcentajes más elevados de ventas exteriores, produciendo aquí y fuera”
“Euskadi tiene más fácil dar el salto hacia la fabricación de equipamiento médico por su carácter industrial”