- El sector aeronáutico vasco factura unos 2.500 millones de euros anuales, según el cluster Hegan, representa el 1,3% del PIB de la CAV y el 6% del industrial, y es una de las industrias que mejor estaban funcionando pues llevaba 10 años consecutivos de crecimiento. Liderado por empresas como ITP Aero en motorizaciones, Aernnova en fuselajes y Sener, en el área aeroespacial, la industria aeronáutica vasca se ha encontrado de la mano de la pandemia de coronavirus con la mayor crisis de la historia moderna por la paralización casi total de la aviación comercial que es, con mucha diferencia, su principal cliente. Y la crisis, según el presidente de Iberia (IAG), Luis Gallego, "es la mayor crisis de la historia a la que se ha enfrentado el sector de la aviación y no es coyuntural, es estructural. Se van a tardar años en recuperarse".

En este contexto, donde el tráfico aéreo mundial caerá este año un 55% y los grandes fabricantes de aviones prevén reducir la producción al menos un 40%, hay que entender que compañías como la vasca ITP Aero plantee un ajuste laboral de unas 600 personas, el 15% de la plantilla total de la empresa, 4.000 personas, de las que unas 1.900 trabajan en Euskadi.

Y no es un problema de mala gestión. ITP es una empresa moderna, tecnológicamente avanzada y competitiva en el selecto y exclusivo mercado mundial fabricante de turbinas para aviación, con cerca de 1.000 millones de euros de facturación anuales y un beneficio neto de 95 millones de euros en el último año. Además, realiza un esfuerzo notable en I+D+i, sólo en el último año invirtió 32 millones en innovación.

¿Qué ha pasado? Pues que el temor a la propagación del virus covid-19 hizo que se cerrasen las fronteras. La última semana de marzo el numero total de vuelos diarios en el mundo cayó un 55%. En dicho mes de los más de 100.000 vuelos comerciales mundiales diarios se bajó a 36.500.

Y en abril fue peor. En el caso del Estado español los aeropuertos de Aena registraron solo 141.014 pasajeros, lo que suponía un descenso del 99,4% en comparación con el mismo mes del año anterior.

En China, que en dicho mes de abril ya había pasado la crisis del coronavirus, se registró un caída del tráfico de pasajeros de casi el 70%.

Las aerolíneas europeas calculan que este año por causa del covid perderán unos 82.000 millones de euros y en el mundo el sector de líneas áreas, según IATA, perderá ingresos por importe de 270.000 millones de euros, con una caída de la demanda de vuelos en 2020 del orden del entorno del 50%. El problema es que en plena temporada alta, junio-julio, en el hemisferio norte, la recuperación aérea va más lenta de lo previsto. Repsol, el principal proveedor de combustible para aviones en el Estado, una de las tres mayores potencias turísticas del mundo, señala que las ventas de keroseno están un 80% por debajo de lo normal.

En Estados Unidos, donde el confinamiento no ha sido tan severo, Credit Suisse estima que las grandes aerolíneas como Delta registran una caída de al menos el 25% en el número de pasajeros transportados. Y aunque el Gobierno de EEUU ha concedido 50.000 millones de dólares en ayudas al sector a cambio de no realizar ajustes al menos hasta el uno de octubre, a partir de esa fecha se esperan importantes ajustes laborales: 17.000 personas en Delta; 20.000, en American Airlines y 36.000, en United Airlines.

Y con los aviones en tierra sin volar no hay negocio, ni ahora ni a medio plazo porque las aerolíneas no van a comprar nuevos aparatos, ni a modernizar sus flotas.

Con un mercado mundial de la aviación comercial en torno a prácticamente dos grandes grupos: el europeo Airbus y el norteamericano Boeing, las compañías vascas proveedoras de estos, ven con preocupación como paralizan su producción y realizan ajustes notables.

Airbus ya anunció 15.000 empleados menos para antes de 2021 y señaló que la producción de aviones se reducirá un 40% durante los dos próximos años. De hecho en 2021 espera producir unos 40 aviones al mes, un 40% menos de lo previsto.

En el primer semestre de este 2020, Airbus ha entregado sólo 196 aviones frente a los 389 de 2019, la mitad. Y los datos de Boeing son aún peores porque además arrastraba la crisis de su B-737 Max. El fabricante estadounidense sí ha confirmado que reducirá a la mitad la tasa de producción del B-787 Dreamliner, con siete aviones por mes para 2022.

Y si no hay vuelos, no se venden aviones y si no se venden aeronaves tampoco motores. De hecho el fabricante británico Rolls-Royce, primer accionista de ITP Aero, ya ha anunciado 9.000 despidos y avisa que antes de 2025 no cree que se vuelva a recuperar el mercado hasta los niveles previos a la pandemia.

El otro gran fabricante vasco del sector, Aernnova, con ERTE en sus factorías, se enfrenta al mismo complicado panorama, con la pequeña ventaja de que justo antes de la pandemia suscribió un préstamo de larga duración con inversores institucionales internacionales por un importe máximo total de 490 millones de euros con un plazo de devolución de la deuda de siete años bullet.

Aernnova es una empresa líder especializada en el diseño y fabricación de estructuras aeronáuticas con más de 5.500 empleados repartidos entre Estados Unidos, México, Brasil, Rumanía y China.

Mientras tanto, y para favorecer la recuperación del tráfico, la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA) insta a los gobiernos a implementar rápidamente las directrices globales de la OACI para restablecer la conectividad aérea, con medidas comunes para todos.

Producción. El mayor productor mundial de aviones comerciales el grupo Airbus prevé una reducción de la producción de aeronaves de un -40% en los dos próximos años.

-55%

La patronal del sector de transporte aéreo IATA estima que el tráfico aéreo mundial caerá este año un 55% y en 2021 pese a la recuperación prevista todavía será un 30% inferior al de 2019