- “Son datos tremendos, dramáticos, muy duros...”. Con estas palabras se valoró ayer desde el equipo del consejero de Hacienda y Economía la evolución del PIB vasco en el primer trimestre de este año. Se sabía que el apagón de la economía en los últimos 15 días de marzo iba a devorar todo el crecimiento de las diez semanas anteriores. Pero la dentellada ha sido mucho más profunda de lo esperado y la economía se ha desplomado un 3%, según los datos que maneja en estos momento Eustat.
Se desajusta así la previsión revisada a la baja a principios de este mes para el conjunto del año, que se basaba en un comportamiento plano (0,1%) en el primer cuarto, un derrumbe de más del 6% en el segundo y en una ligera mejoría en los dos últimos trimestres para cerrar el ejercicio en -3,6%. La huella del covid-19 ha sido tan honda en la parte final del marzo que ya se sabe que esos cálculos se quedan muy cortos y lo más probable es que terminen alineándose con la horquilla de entre el 8% y el 13% que se baraja para la economía española. Un rango sin precedentes desde el inicio de la serie estadística.
¿Hasta donde caerá el PIB vasco este año? Esa es en estos momentos la pregunta del millón. Todo dependerá del calendario de la desescalada (del ritmo del retorno paulatino de la actividad) y el lehendakari ya avanzó ayer los tiempos necesarios para evitar un descalabro todavía mayor: fin del confinamiento el 9 de mayo y reapertura gradual del sector comercial a partir de la segunda semana de ese mes. Si no se inicia en esos plazos el deshielo de actividades que todavía no han desepertado, el margen de reacción se reducirá notablemente este año y la remontada que se preveía para el próximo curso será escasa.
Amortiguar la caída es ahora una especie de carrera contrarreloj en la que la única certeza es que, cuando antes se alcance una mínima normalidad, menor será el golpe. Sabiendo en todo caso que lo que se intuía hasta hace quince días como un año perdido teminará siendo un auténtico descalabro que condicionará la evolución del PIB los próximo años.
La incertidumbre es absoluta, pero ya no queda ninguna duda en torno a que la economía y el empleo sufrirá más de lo que se intuía hace apenas 20 días. El Gobierno Vasco estimaba entonces que el confinamiento se iba a prolongar en torno a un mes, pero con la prolongación de las restricciones de movimiento las previsiones iniciales “se van a ver ampliamente superadas”, explicó ayer en el Parlamento el consejero de Hacienda.
De forma que el comportamiento negativo del PIB superará este año el nivel máximo del -3,8% que se alcanzó en el peor curso (2009) de la crisis financiera y se perderán más de los 17.000 empleos inicialmente previstos. De momento, la evolución del paro en el primer trimestre (-3,1%) está muy condicionada por la presentación de expedientes de regulación temporal de empleo (ERTE), que no computan como trabajadores en la encuesta de contabilidad nacional que elabora Eustat.
Es pronto para saber el tamaño del socavón del coronavirus en la economía y en el empleo, pero Azpiazu ya avanzó que el agujero en las arcas de Gobierno, diputaciones y ayuntamientos rondará los 3.000 millones de euros. Ese desequilibrio coincide con un momento en el que aumentan las necesidades de gasto sanitario, de emergencia social y reactivación económica. Menos ingresos y más gastos, el peor escenario posible.
La buena noticia -o la nota más positiva dentro del pesimismo- es la salud financiera de las administraciones vascas, que tienen la deuda y el déficit bajo control y han dispuesto de margen para generar unos ahorros que ahora van a ser vitales para no romper las costuras presupuestarias
En el caso del Gobierno Vasco, el desajuste puede rondar los 2.000 millones, lo que no significa un descubierto esa magnitud, ya que el Departamento de Hacienda está trabajando en tres líneas para contener la hemorragia. Por un lado se está recurriendo a los remanentes de años anteriores para atender las primeras necesidades. De forma paralela se ha iniciado un proceso de reasignación de partidas presupuestarias, cambiando las prioridades y aplazando algunos proyectos. Y en tercer lugar, se ha puesto en marcha la maquinaria de la deuda. Ya se ha alcanzado el límite de endeudamiento previsto (885 millones) para todo el año y los próximos meses habrá más operaciones. El Gobierno asco cuenta en ese sentido con un colchón de 1.000 millones y la flexibilización de los objetivos de consolidación fiscal por parte de Europa. Por ello, Azpiazu reclamó ayer a Bruselas que fije de forma “urgente” unos nuevos límites para que Euskadi sepa hasta dónde puede llegar.
“Las previsiones de caída se van a ver ampliamente superadas por la prórroga del confinamiento”
Consejero de Hacienda y Economía