BILBAO - Euskadi encadenó con 2019 seis años consecutivos de crecimiento económico y del empleo. El Instituto vasco de Estadística, Eustat, confirmó ayer que el Producto Interior Bruto vasco repuntó un 2,2% el año pasado en comparación con 2018 y completó la fotografía con el dato de creación de empleo. Con un ritmo de crecimiento algo inferior al del PIB, en concreto un 1,6%, el mercado laboral aumentó en 15.335 empleos netos.
De este modo, en términos estadísticos -que no coinciden con los datos de afiliación-, Euskadi bajó la persiana del curso pasado con 982.686 puestos de trabajo equivalentes a tiempo completo. Aun siendo el menor crecimiento del empleo desde 2015, la fuerza laboral vasca dio en 2019 un importante paso para recuperar los niveles previos a la crisis y las previsiones para este año también son positivas. Fue el sector de la construcción el que mayor dinamismo mostró en la contratación de personal, con un crecimiento del 2,8% respecto a la media del año 2018, que ya había sido muy favorable (3,6%).
En el caso de los servicios, el repunte del empleo fue del 1,8% y la desaceleración también hizo mella con la pérdida de nueve décimas en el impulso. Con todo donde más se notó el frenazo económico fue en la industria, la actividad más expuesta a las incertidumbre internacionales, con un repunte del empleo del 0,6% frente al 2,2% de 2018. En cambio, la agricultura, pesca y ganadería cambió de signo y su número de trabajadores creció un 0,9% frente al retroceso del 1% registrado doce meses antes.
Todos esos movimientos se apoyan en una notable evolución del PIB, que pese a la pérdida de fuelle mantuvo un buen tono y creció de nuevo por encima del 2%, el nivel en el que se entiende que debe moverse Euskadi y una zona que permite reforzar la economía a través de las inversiones y la mejora de la competitividad de las empresas y del consumo interno derivado de la creación de empleo y la mejora de los salarios. La desaceleración restó recorrido -se pasa de un ritmo del 3% al 2%- pero no frenó la maquinaria. La previsión para este año se mueve en esa órbita (1,9%), sujeta eso sí a la evolución del coronavirus y su impacto en la economía, que ha entrado en el año con un nuevo foco de incertidumbre que se suma al Brexit, la guerra comercial entre EEUU y China y la desaceleración a escala mundial. En cualquier caso la economía vasca tiene cimientos sólidos, como demuestra el crecimiento homogéneo registrado en 2019 en el ámbito territorial, con Gipuzkoa a la cabeza (2,3%) y Bizkaia (2,1%) y Álava (2,0%) a poca distancia.
Además se percibe, como ya había adelantado hace unas semanas el consejero de Finanzas y Economía, Pedro Azpiazu, un ligera recuperación en el último trimestre del año, con un crecimiento una décima superior al trimestre precedente y en línea con la recorrido del conjunto del año. En ese sentido, destaca el empuje de la industria manufacturera en el tramo final del año, con un crecimiento del 2,1% frente al 0,5% anterior. De modo, que se compensó el frenazo gradual en la construcción. Los servicios mantuvieron el tono trimestre a trimestre.
La evolución sectorial sí revela en cambio dientes de sierra. En un contexto en el que los grandes sectores de la economía tuvieron un comportamiento expansivo, la construcción destacó, con un crecimiento interanual del 3,1%, algo menos de lo previsto pero por encima de los aumentos del resto. Le siguieron los servicios, con crecimiento del 2,5% (2,6% previsto), la industria con un 1,1 % (4 décimas más de lo previsto) y el sector primario, con el 0,6% (1 décima más). Dentro de los servicios, el sector que menos se expandió fue administración, educación, sanidad y servicios sociales (2,2%), mientras que resto de servicios fue más dinámico (2,6%), por encima del comercio, hostelería y transporte (2,4 %).
En cuanto a la demanda, en 2019 se registró un crecimiento del 2,1% de la interna, lo que demuestra que al ser una décima inferior al crecimiento global del PIB se dio una mejoría en el saldo exterior de la economía vasca. Este crecimiento de la demanda interna se debe principalmente, según el Eustat, al aumento del 2,8% de la formación bruta de capital (compras), con un crecimiento del 2,3% en la inversión en bienes de equipo y del 3% en el resto. El gasto en el consumo final creció un 1,9% gracias al consumo público (2,1%), que creció por encima del consumo de los hogares (1,9%, una décima menos de lo estimado).