BILBAO - Las mujeres vascas tienen unos ingresos un 23,6% inferiores a los hombres, su tasa de actividad es diez puntos inferior a los representantes del género masculino, cuentan con más contratos laborales a tiempo parcial no deseados y tienen menor presencia en los estudios más técnicos que los hombres. Todo este coctel hace que la posición de partida de las mujeres en la sociedad y en las empresas sea “peor”, según el Consejo Económico y Social (CES) vasco, por lo que lo que desde el citado órgano se insta a incorporar a las mujeres al mercado laboral en mayor medida y a articular “fórmulas para evitar el sesgo en la elección de estudios” de manera que aumente la participación femenina en la industria.
Estas son algunas de las conclusiones recogidas en la Memoria Socio-económica del CES correspondiente a 2018 que por primera vez ha incorporado un apartado específico sobre la situación de la mujer en la realidad económica vasca.
El informe fue presentado por la nueva presidenta del CES vasco, la abogada Emilia Málaga, de UGT Euskadi, y el decano de la Facultad de Ciencias Económicas de la UPV-EHU, Jon Barrutia.
Según señaló Emilia Málaga, el Consejo “no podía ser ajeno” a las movilizaciones que llevaron en 2018 al centro del debate social el tema de la igualdad de género.
Pobreza femenina Y los datos sobre el papel de las mujeres en el mundo económico-empresarial no son muy positivos en comparación con el de los hombres pues sufren brecha salarial y fuertes tasas de temporalidad y de parcialidad no deseada en sus empleos, por lo que en Euskadi “el riesgo de pobreza y exclusión” es “predominantemente femenino”.
El monográfico del CES recoge una realidad, ya conocida, en la que los ingresos del personal femenino son “muy inferiores” a los de los hombres, tanto entre quienes tienen trabajos remunerados, como entre las pensionistas -tienen menores pensiones porque han cotizado cantidades inferiores al disponer de empleos peor remunerados- y esto no se logra atajar porque las mujeres siguen eligiendo de forma más elevada que el género masculino para su formación estudios que tienen salidas profesionales con salarios inferiores.
Así, el trabajo del CES constata que la renta personal de los hombres en Euskadi superó en más 10.000 euros anuales a la de las mujeres, con 25.696 euros frente a 15.578 euros, y “se constata la brecha de género” porque las trabajadoras contaban con una ganancia anual bruta de 24.166 euros, importe que es un 23,6% más bajo a la ganancia de los hombres (31.619), determinada, en parte, por el hecho de que ellas trabajan menos horas ya que acceden a más trabajos a tiempo parcial.
Además, la pensión media de las mujeres ascendía a 934 euros al mes, mientras que para los hombres era de 1.592 euros, por lo que la diferencia entre ambos sexos era del 70,4%.
Aunque el diferencial de las pensiones se puede entender porque tiene su origen en las cotizaciones provenientes de otras épocas, es preocupante que en la sociedad actual del siglo XXI, la tasa de actividad femenina alcance sólo el 52%, frente a la de los hombres, del 61%, o que el 26,5% de los contratos laborales de las mujeres sean a tiempo parcial, frente a sólo el 7,1% de los hombres.
El CES ha planteado adoptar medidas para evitar que las representantes del género femenino sigan optando mayoritariamente por estudios y profesiones de sanidad y descarten otras actividades técnicas y científicas.
La memoria del CES hace balance del pasado ejercicio y señala que 2018 “fue un año de crecimiento económico”, en el que aumentó la actividad y el empleo en Euskadi aunque se nota una desaceleración en el aumento del PIB. Los sectores que más crecieron fueron los de servicios y sobre todo los relacionados con la construcción y la administración pública, la educación y la sanidad.
Más pymes, menos I+D Un aspecto negativo a corregir es el grado de innovación e inversión en I+D en Euskadi que es insuficiente. Para los responsables del CES vasco el lastre a la innovación proviene del pequeño tamaño de la mayoría del tejido empresarial vasco y de su insuficiente músculo financiero para invertir. Como consecuencia de ello, el desarrollo tecnológico de las empresas vascas es “medio o medio-bajo” y en consecuencia la digitalización no avanza al ritmo deseado en el País Vasco.
Ello no ayuda a mantener el talento y jóvenes vascos bien preparados emigran ante la falta de trabajos cualificados suficientes y bien pagados.
Economía. El pasado 2018 fue un año positivo para la economía vasca, con un aumento de la actividad y del empleo.
Pobreza. Aunque el pasado año mejoraron todos los indicadores vascos de condiciones de vida todavía no se ha recuperado el bienestar perdido con la crisis de hace una década.
Jon Barrutia, decano de la facultad de Ciencias Económicas de la UPV, afirmó que “debería hacerse un esfuerzo desde el ámbito público y privado, para retener el talento de profesionales, por el beneficio que aporta al conjunto de la sociedad un colectivo con salarios elevados”.
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años viven más de media las mujeres en el País Vasco que los hombres.