Absentismo laboral y talento profesional son los dos conceptos que han cobrado protagonismo en el transcurso de la pasada semana y han servido para determinar, en cierta medida, la mayor o menos fortaleza de la economía vasca, evaluada por la actitud y aptitud del conjunto de la sociedad. En ambos casos (absentismo y talento) subrayamos la existencia de dos grandes líneas de análisis. La primera de ellas se funda en la semejanza de estadísticas, la segunda se refiere a la división cualitativa. Pues bien, atendiendo a la información recibida, se puede deducir que hay mucho absentismo y poco talento en las empresas vascas.

En efecto, se nos dice que la tasa de absentismo en el País Vasco es la más alta del Estado español, mientras que la falta de perfiles profesionales adecuados impide cubrir unos 400 puestos de trabajo en el sector de las tecnologías de la información. Visto así, el dictamen es poco esperanzador en el marco temporal y tecnológico que vivimos. Es decir, en lo que se ha venido en llamar Industria 4.0, como sinónimo de la Cuarta Revolución Industrial. Claro que, para comprender bien esta primera impresión, debemos poner esos términos y conceptos en el contexto adecuado de un mercado laboral afectado por el empleo precario, bajos salarios y horas extraordinarias no abonadas.

Estos porcentajes permiten deducir que el peso del absentismo laboral no justificado es poco significativo y puestos a compararlo con las tasas europeas resulta ser una de las más bajas. Pero hay otros aspectos no menos reveladores. Comunidades como Andalucía, Murcia o Baleares figuran con las tasas de abstencionismo más bajas, pero en las informaciones publicadas no se dice que también tienen las mayores tasas de empleo precario, lo que conlleva una menor tasa de bajas laborales ante el temor de perder el puesto de trabajo, mientras que en las zonas industrializadas, la existencia de empleos fijos conlleva un mayor abstencionismo justificado en los anteriores epígrafes. Esta situación está demostrada no sólo en el Estado español, sino en países como Alemania.

Vistas así las cosas, el llamativo titular de que el absentismo laboral vasco es el mayor del Estado, resulta inadecuado, máxime si tenemos en cuenta los datos que hacen referencia a las horas extraordinarias trabajadas pero no abonadas. No vamos a extendernos en muchas cifras, tan sólo señalar que, si el informe del INE indica que 753.000 personas no acuden diariamente al trabajo, la Encuesta de Población Activa (EPA) señala que casi 400.000 trabajadores realizan horas extras pero ni cobra ni cotiza por ellas.

Estamos, según parece, ante una situación un tanto paradójica, ya que se exige una gran preparación tecnológica, pero se ofrecen puestos de trabajo, precarios con bajos salarios o escasas motivaciones. Algo no termina de funcionar correctamente. No es posible que la juventud reaccione positivamente a las exigencias del mundo laboral 4.0, aceptando unas condiciones de trabajo que parecen salidas del mercado 1.0, entendido éste como el que era frecuente en la Primera Revolución Industrial.

Es importante que entendamos esta Industria 4.0 que vivimos en sus justos términos y consecuencias.