Todo parece indicar que la posibilidad de una huelga para los días 23, 24 y 25 de mayo, en el sector hostelero de Gipuzkoa, que lleva año y medio sin que las partes (empresarios y trabajadores) aprueben su convenio colectivo y más de seis meses sin reunirse, ha puesto nervioso al consejero de Turismo del Gobierno vasco, Alfredo Retortillo, para quien, ante un evento internacional como es la celebración del Consejo Ejecutivo de la Organización Mundial del Turismo (OMT) prevista para los citados días, semejante contingencia supondrá un “desprestigio” para Euskadi.
Hasta cierto punto, es comprensible el nerviosismo del consejero vasco. Después de todo, no tiene que ser fácil conjugar la proyección de Donostia como capital del turismo mundial con la estancia de los más de 300 integrantes de las diferentes delegaciones de la OMT que encontrarán los hoteles cerrados por huelga. Sin duda no es la mejor imagen. Está en juego el prestigio de un sector que, según los últimos indicadores, está en alza en todo el País Vasco. Claro que, al otro lado de la balanza, habrá que admitir que la convocatoria de huelga responde a una insostenible situación laboral al poner en riesgo la dignidad de muchos ciudadanos donostiarras que trabajan en el sector.
Pero pongamos cada cosa en su sitio para soslayar equívocos o malos entendidos: Alfredo Retortillo no se ha limitado a señalar el posible desprestigio del turismo vasco. Previamente, ha mediado entre la patronal y los sindicatos del sector para que retomen la negociación del convenio colectivo, inexistente desde el pasado mes de octubre, y acerquen posiciones evitar la huelga. Así lo ha manifestado en el transcurso de una rueda de prensa en la que también ha declarado que “respeta y apoya” la negociación colectiva, más aún en un momento en el que “los derechos laborales se han visto recortados y mermados”.
Por tanto, ha puesto sobre la mesa su deseo de defender tanto el prestigio de un sector como la dignidad de sus trabajadores, pero sin priorizar cual de ambos aspectos es el principal. Aquí reside el quid de la cuestión. El consejero tiene razón al decir que no puede mantenerse al margen de este problema y ha hecho una petición expresa a las dos partes para que vuelvan a la mesa de negociación porque, en su opinión, “no están tan lejos las posiciones” de la patronal y de los sindicatos para intentar conseguir un acuerdo.
Sin embargo, las condiciones laborales son claramente mejorables en un sector que está creciendo y, en consecuencia, reporta grandes beneficios a la patronal. Tanto es así que la convocatoria de huelga ha sido realizada por todos sindicatos unidos (ELA, CC.OO., LAB y UGT), cosa poco habitual. Las reivindicaciones se centran en una subida salarial (1,5% más el IPC) para los 1.600 trabajadores, así como en la eliminación o regulación de los trabajos externalizados que afectan a unas 300 personas y cuya situación es indigna al cobrar entre 2,5 y 3 euros por cada habitación que limpian.
En este contexto, las declaraciones del consejero están fuera de lugar. Al menos lo está la que hace referencia al prestigio del turismo vasco, salvo que se dirija a la patronal que, por el momento, se mantiene en silencio, mientras que los sindicatos ya han mostrado su disposición a negociar, aunque no desconvocarán el paro hasta que se haya firmado el convenio. La huelga no es deseable, pero es una de las escasas herramientas que tienen los trabajadores para, en última instancia, hacer realidad sus reivindicaciones.
Si, como decía el propio Alfredo Retortillo en su toma de posesión como Consejero de Turismo, trabajará para extender la calidad de los servicios “a la preparación y a la formación” y también “a las condiciones laborales de quienes trabajan en este ámbito”, su mediación debe poner énfasis en este último punto, ya que el “negocio” del turismo en Gipuzkoa “está creciendo”, como evidencia el incremento del 10 % en la ocupación hotelera en el primer trimestre de 2018.
El prestigio de una actividad económica no puede ir en detrimento de la dignidad de sus trabajadores.