bilbao - En los últimos dos años, aunque ha crecido la economía y el empleo, ha aumentado la pobreza laboral en Euskadi. El Consejo Económico y Social vasco (CES) advirtió ayer del “preocupante” incremento de la precariedad, la temporalidad y la contratación a tiempo parcial, lo que se traduce en un mayor riesgo de pobreza para los trabajadores. Uno de cada cinco perceptores de la RGI son asalariados que utilizan la ayuda para complementar un salario bajo. El 16% de los trabajadores con un empleo temporal son pobres, por lo que el CES considera que la relación entre precariedad laboral y pobreza “es clara”.
El presidente del CES vasco, Fran Huidobro, presentó ayer en Bilbao la memoria del organismo correspondiente al año pasado, en el que en general continuó la mejoría económica en Euskadi con repuntes también en la contratación y el empleo. Como señaló Huidobro, designado para encabezar el órgano consultivo vasco por la parte empresarial -el CES lo componen patronales, sindicatos, cámaras de comercio, banca y tercer sector y un cuarto grupo de expertos-, el año pasado “fue positivo” a nivel económico, con un aumento de la actividad superior al 3% y mejorías de la ocupación “en todos los sectores y edades, tanto en hombres como en mujeres”.
En cambio, la radiografía esconde puntos oscuros, como los relativos a las nuevas condiciones de trabajo que se gestan en esta fase de recuperación. La advertencia del CES sobre el incremento de la precariedad ya ha sido escuchada anteriormente de boca de otros agentes económicos y sindicales, si bien ayer los máximos representantes del consejo vasco pusieron el acento en la vinculación entre la temporalidad y los bajos salarios con la pobreza.
El CES constata en su informe que, mientras entre 2012 y 2014, todavía con la economía saliendo del túnel, la pobreza laboral “se redujo levemente”, en los dos años siguientes esta lacra ha aumentado pese a los buenos datos macro. “No se está disparando, pero es un fenómeno que está presente y nos preocupa”, reconoció la secretaria de la Comisión de la Memoria del CES, Arantza Unzurrunzaga.
Como dato que respalda este incremento, el organismo socioeconómico recordó que el 20% de los perceptores de la RGI son trabajadores que cobran la renta para complementar su nómina -la mayoría de beneficiarios son desempleados y también hay un grupo importante de pensionistas-. Se considera que no se alcanza el umbral de pobreza cuando se ingresa menos del 60% de la renta media anual, en el caso del Estado español cuando se perciben menos de 8.200 euros al año.
Las causas de este aumento de los trabajadores pobres son, principalmente, la temporalidad y los contratos por horas con bajos salarios. En este sentido, el CES recordó que entre los trabajadores con un empleo estable la pobreza es de solo el 1%, mientras que en el caso de los puestos de trabajo “no estables”, principalmente de corta duración e intermitentes, el porcentaje se dispara al 16%, como remarcó Inmaculada Gallastegui, presidenta de la comisión socioeconómica. Uno de cada seis trabajadores con este tipo de empleos precarios percibiría por tanto unos ingresos inferiores al umbral de pobreza.
La relación entre las condiciones de trabajo y la pobreza es, según Gallastegi, “clara”. A nivel general, la población en riesgo de pobreza en la CAV es del 17,6%, una situación similar a la de Francia o Dinamarca y mejor que la de España o la media de la Unión Europea.
la rgi, una herramienta útil “El sistema vasco de protección social mantiene los principios del estado de bienestar en un nivel comparativo satisfactorio y la RGI contribuye a reducir la pobreza. Preocupa el creciente saldo deficitario del sistema de pensiones”, remarca el CES, que indica que los índices generales de pobreza y exclusión social en Euskadi han mejorado en los últimos años aunque siguen por encima de la etapa previa a la crisis.
Respecto al nivel de vida, el organismo pide que se preste atención a otras variables que reflejan pérdidas de bienestar de distinto tipo, “desde la capacidad de afrontar gastos imprevistos o mantener la casa a la temperatura adecuada, hasta la posibilidad de disfrutar de vacaciones o de mantener el consumo cultural”.
En lo referente al mercado de trabajo, el órgano consultivo destaca también como principales males la elevada rotación laboral, directamente relacionada con la brevedad de los nuevos empleos, la caída de la población activa, conectada con el envejecimiento de la población, y la pérdida de cobertura de la protección de desempleo, especialmente grave en el caso del paro de larga duración.
“Afrontamos un nuevo escenario en el mercado de trabajo, en el que las políticas de empleo deben responder adecuadamente a las necesidades de los trabajadores y las empresas”, señala el organismo, que reitera la necesidad de que la oferta formativa “incida directamente en la empleabilidad” de los estudiantes.
En cuanto a la Formación Profesional, se insiste en la necesidad de mejorar esa relación entre oferta formativa y mercado laboral y se advierte nuevamente de la escasa participación de las mujeres en los estudios técnicos.
El otro gran problema del mercado de trabajo es el bloqueo de la negociación colectiva, que está contribuyendo a que las condiciones de las nuevas contrataciones sean mucho más precarias. El ritmo de renovación de convenios es “muy ralentizado e insatisfactorio”, recordó Huidobro, que en más de una ocasión se ha mostrado crítico con las posiciones de ELA y LAB, ausentes en el CES desde 2008. En el ámbito de las relaciones laborales no parece que el acuerdo suscrito en el inicio de este año para blindar el marco vasco haya servido para desatascar los convenios -la construcción de Araba se firmó ayer únicamente por CCOO y UGT-.
empresas demasiado pequeñas El informe del CES hace mención también a otros aspectos de la economía vasca que necesitan mejorar, como “la escasa dimensión de las empresas”. Este es un aspecto en el que ya se viene poniendo el acento desde el mundo empresarial hace tiempo, y sin duda la delicada situación que viven media docena de firmas industriales alimenta el debate sobre la necesidad de ganar tamaño para competir en un mercado cada vez más global.
Por otro lado, el CES señala como uno de los mayores retos de Euskadi a medio plazo el estancamiento demográfico que se vive en los últimos años, y reclama una reorientación de las políticas públicas para afrontarlo. El envejecimiento de la población afecta a administraciones y empresas, que deberán renovar en los próximos años miles de puestos para los que, sobre todo en el caso de los más cualificados, puede haber falta de personal, según vienen advirtiendo algunos expertos.
“Sorprende que entre los planes estratégicos diseñados por el Gobierno Vasco para la legislatura no se preste ninguna atención al problema demográfico ni a la cuestión de la conciliación de la vida laboral y familiar que, en buena medida, está en el origen del mismo”, reivindica la memoria del CES.
Repunte entre 2014 y 2016. La pobreza laboral ha vuelto a aumentar en los últimos años pese al crecimiento de la economía y de los principales indicadores macroeconómicos. El 20% de los perceptores de la RGI tiene trabajo y utiliza la renta para complementar su sueldo.
Precariedad. Los principales factores que explican este incrementos son, según el CES, la temporalidad y la elevada rotación laboral, los contratos a tiempo parcial y los bajos salarios. También inciden elementos como la baja cobertura de los convenios colectivos.
16%
Uno de cada seis trabajadores con un trabajo inestable, es decir, temporal y de corta duración, no alcanza los umbrales de pobreza, que en el Estado son 8.200 euros anuales. La diferencia con el empleo indefinido es significativa, ya que en este colectivo la pobreza alcanza solo al 1%.