Bilbao - La solución planeada por el BCE para salvar el Banco Popular poniéndolo en manos del Santander deja unos cuantos cabos sueltos. Por ahora el problema más serio lo tienen los accionistas, que ya saben que salvo que acudan a los tribunales van a perder su inversión, pero a medida que se vayan cubriendo fases en el proceso de integración se irá despejando la incógnita que pende sobre el futuro de los trabajadores. En la CAV, la nueva estructura Santander-Popular contará con 193 oficinas y 1.050 empleados. Aunque el nuevo escenario pone en jaque el futuro de todos ellos, sin duda son los 320 empleos provenientes del Popular los más amenazados.

El mismo día en que se anunció la integración, la presidenta del Santander, Ana Patricia Botín, trató de lanzar un mensaje de tranquilidad a la plantilla de la entidad absorbida, pero lo cierto es que las experiencias de fusión anteriores en el sector financiero no invitan al optimismo. La reestructuración de la banca española durante la crisis, que ha reducido el número de entidades de 60 a menos de 20, se ha llevado por delante al menos 80.000 puestos de trabajo, según datos de finales del año pasado, aunque algunos cálculos arrojan cifras más altas. Mes a mes, los datos de empleo confirman que el sector financiero es uno de los pocos que todavía no notan la recuperación.

El macroajuste ha afectado también a los grandes bancos, incluidos el Santander y el Popular, que hace poco tiempo han activado planes de bajas incentivadas y prejubilaciones para reducir la plantilla, respectivamente, en alrededor de 2.500 personas. El hecho de que los ajustes sean tan recientes podría ayudar, sobre el papel, a hacer algo más suave esta nueva vuelta de tuerca a la plantilla que se prevé con la integración. Esa es la hipótesis que maneja CCOO, sindicato mayoritario en ambas entidades, que nada más anunciarse la operación pidió reunirse con la dirección encabezada por Botín para conocer sus planes para la plantilla. Algunas fuentes señalan que los primeros contactos entre dirección y sindicatos ya han comenzado, aunque las negociaciones se prevén largas.

En el caso de Euskadi, son 322 las personas que trabajan en una de las 59 oficinas del Popular y que por tanto pueden verse directamente afectadas por la llegada del Santander. Botín ha dejado claro que una de sus prioridades es conservar la totalidad de los clientes del Popular, pero está por ver si el volumen de negocio en zonas como Euskadi es suficiente como para mantener toda la plantilla.

De rebote, la integración puede afectar también a los 729 empleados que tiene el Santander en la CAV, que aunque en menor medida pueden verse perjudicados por la operación, que dará lugar a una red de casi 200 oficinas en suelo vasco. El primer banco de Euskadi, Kutxabank, tiene 400 oficinas en la comunidad autónoma -más de un millar de cajeros automáticos-, lo que da una idea de la importante dimensión que cobra la estructura Santander-Popular al menos en el País Vasco. El nuevo Popular bajo la tutela del Santander estará dirigido por el ingeniero bilbaíno José María García Cantera.

En el conjunto del Estado los números son mucho mayores y se van hasta los 33.000 trabajadores -unos 23.000 los aporta el Santander y 10.600 el Popular- repartidos en más de 4.500 oficinas. Aunque parece evidente que la entidad de Botín pretende adelgazar esas cifras, el hecho es que los expertos no dudan de que la operación es muy beneficiosa para el Santander, que prevé obtener rentabilidad con el Popular a partir de 2019.

El tándem Santander-Popular es el primer banco del Estado español con una cuota de mercado superior al 20%. Si, como advierte Botín, retener clientes y ganar nuevos depósitos a través del Popular es prioritario, va a necesitar un cierto músculo a pie de oficina, y de hecho ya ha trascendido que el grupo tiene previsto lanzar un plan de incentivos para los trabajadores que atraigan nuevos clientes.

Al margen de la cuestión laboral, el Santander podría verse perjudicado por la oleada de demandas de accionistas del Popular que pretenden recuperar su dinero por la vía judicial, algunos de ellos trabajadores del propio banco.

Plantilla. La compra del Popular por el Santander por un euro cerrada esta misma semana da lugar a un gigante bancario con más de 33.000 trabajadores en el conjunto del Estado español, 1.050 de ellos en Euskadi. En total el tándem Santander-Popular tiene 4.500 oficinas, de las que cerca de 200 están en la CAV.

Ajustes. Tanto el Santander como el Popular han reducido plantilla hace pocos meses, en unas 2.500 personas cada entidad, aunque parece evidente que la integración va a afectar de alguna manera a la plantilla como suele ocurrir en estos casos. Las conversaciones con los sindicatos ya han comenzado aunque aun no han trascendido detalles sobre los planes previstos por la dirección que encabeza Ana Patricia Botín.

59

Son las oficinas que tiene el Popular en Euskadi, en las que trabajan 322 personas. En el último proceso de ajuste, la entidad cerró una decena de oficinas en la CAV y dio salida a medio centenar de empleados.