BILBAO - Gestamp, la compañía multinacional vasca dedicada al diseño, desarrollo y fabricación de componentes metálicos para la automoción, prosigue su expansión internacional con la puesta en marcha de su planta número 100, factoría que le servirá para reforzar su posición en Estados Unidos. En concreto se trata del arranque de un centro de I+D en Michigan y una nueva fábrica en Chattanooga, Tennessee, según la compañía controlada por la familia Riberas.

Las nuevas instalaciones de Tennessee, la octava ubicación fabril de Gestamp en EEUU, fabricarán piezas exteriores de carrocería para los clientes con los que el grupo vasco de automación trabaja en el país presidido por Donald Trump.

Estados Unidos es el segundo mayor mercado de Gestamp en el mundo, y en dicho territorio emplea ya a más de 3.000 personas. En 2016 la compañía vasca facturó 1.153 millones de euros en el país norteamericano.

El presidente de Gestamp, Francisco J. Riberas, señaló que EEUU es un mercado en crecimiento en el que continuarán invirtiendo, ya que “la nueva instalación en Chattanooga refuerza el compromiso de desarrollar soluciones para satisfacer los desafíos de los fabricantes de automóviles”. Gestamp, que ayer subió un 1,4% en Bolsa, contará con dos nuevas líneas de estampación en caliente, un proceso industrial que contribuye al aligeramiento de peso de los coches, un elemento clave para reducir el consumo.

La compañía vasca está presente en 21 países, cuenta con 100 plantas industriales y 8 en construcción, 12 centros de I+D y 36.000 empleados . En 2016, su facturación ascendió a 7.549 millones de euros.

Ayer mismo, en Barcelona el presidente de Gestamp, Francisco José Riberas, expresó su opinión sobre los cambios que se están produciendo en la sociedad en relación al automóvil y afirmó tajante que los fabricantes de coches no tienen que enfrentarse al gusto de los consumidores ni a los desafíos medioambientales, sino que deben responder a los retos derivados de la conectividad. Riberas resaltó que gran parte de la sociedad ya no ve necesario tener un coche en propiedad “ya que existen servicios compartidos de coches”, y se preguntó quién será el comprador de los vehículos compartidos del futuro. El reto de la conectividad afecta de lleno al sector planteándose a los fabricantes la duda de si “seguir fabricando coches u ofrecer servicios de movilidad”, afirmó Riberas.