madrid - El Gobierno español busca alternativas para aumentar sus ingresos de cara a poder reducir el déficit público a tono con las cifras pactadas con las autoridades europeas de Bruselas y, de paso, poder hacer frente al creciente aumento de los recursos destinados al abono de las pensiones públicas. Y en este contexto ya ha dejado caer por boca del ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, la posibilidad de subir ciertos impuestos, en concreto los denominados especiales, y los datos estadísticos europeos confirman que sí hay margen porque la presión fiscal en el Estado español, el conjunto de los impuestos y contribuciones sociales en relación con el Producto Interior Bruto (PIB), se situó en 2015 en el 34,6%, una décima más que el dato del año anterior, pero casi siete puntos por debajo de la media de la eurozona, que fue del 41,4%, según Eurostat.

De este modo, el Estado español aparece, al menos en teoría, como uno de los países europeos con menor peso de los impuestos en su economía pues los datos de Eurostat sitúan a España como el duodécimo país de la eurozona con una mayor presión fiscal y decimoctavo de la Unión Europea.

A título de comparación, el país con mayor presión fiscal es Francia con el 47,9%, superando a uno de los países nórdicos -en este caso Dinamarca, 47,6%-, que siempre se han caracterizado desde la implantación del modelo socialdemócrata a mediados del pasado siglo por tener los impuestos más altos, y Bélgica, 47,5%.

Según recuerdan los sindicatos vascos para poder contar con un sector público de calidad en áreas tan significativas como Educación o Sanidad es preciso contar con unos ingresos fiscales adecuados. De ahí que centrales como ELA insistan, una y otra vez, en destacar que la presión fiscal vasca es inferior a la europea, cifrándola en un 31,4% del PIB.

Si se analizan los estados con menor presión fiscal no es ninguna sorpresa constatar que países del Este de Europa, del antiguo bloque comunistas, son donde menos impuestos se pagan, caso de Rumanía, con una presión fiscal equivalente al 28% de su PIB o Bulgaria, con el 29%. Por razones muy distintas, Irlanda, el paraíso fiscal de las multinacionales en Europa, es el país con menor presión fiscal en la UE, con el 24,4%. Eso sí este dato está un poco sesgado, como bien recuerda Eurostat, porque el cálculo del PIB fue “sustancialmente” afectado por el traslado desde fuera de la UE a Irlanda de los balances contables de grandes multinacionales, por lo que los irlandeses de a pie tendrán que hacer frente a una fiscalidad más alta que la que se refleja en el dato precedente.

Las veleidades electoralistas del PP en el pasado año, con reducciones fiscales, han hecho que los ingresos del Estado fuesen menores de lo estimado disparando el déficit público a cotas del 5,1% del PIB, el segundo porcentaje más alto de la UE, tras gastar 55.163 millones de euros más de los ingresados.

En este contexto, tampoco sorprende que España pertenezca al grupo de cuatro países de la eurozona donde menos se incrementó la presión fiscal el pasado año, en relación al precedente 2014, sólo una décima, pese a que las necesidades del sector público como se ve por las cuentas no han dejado de crecer.

En cambio, los mayores aumentos de la UE se registraron en Lituania, Estonia y Eslovaquia, todas por encima de un punto porcentual. Por el contrario, durante el pasado año, Irlanda, Dinamarca, Bélgica, Malta, Luxemburgo y Chipre redujeron su presión fiscal, mientras que Italia la mantuvo estable.

Si se analizan los ingresos fiscales por segmentos, en España en 2015 el mayor peso correspondió a las contribuciones sociales, con un 12,3% del PIB, por debajo de la media del 15,3% de la eurozona y del 13,2% de la UE.

Por otro lado, los impuestos a la producción y las importaciones representaron en el Estado español el 12% del PIB, también por debajo de la media de la eurozona situada en el 13,3% y del conjunto de la UE, 13,6%. Dentro de este apartado, los ingresos por IVA fueron del 6,5%, no muy lejos de la media de la eurozona del 6,8% pese a los reiterados comentarios que imputan a España cotas de fraude en el IVA más altas que las europeas, y del 7% de la Unión. Italia, otro de los supuestos paraísos de la economía sumergida, tuvo una recaudación por IVA inferior a la española, 6,2%.

Por su parte, los ingresos por IRPF y Patrimonio alcanzaron el 10,1% del PIB, frente al 12,6% de la eurozona y el 13% del conjunto de la UE.

En Euskadi, el Gobierno Vasco señala no tener datos actualizados de la presión fiscal en relación al PIB pero no hay que olvidar que en la normativa derivada del Concierto se recoge que debe existir una armonización de la presión fiscal entre la normativa foral y la normativa de territorio común. Esto es, los sistemas forales deberán mantener una presión fiscal efectiva global equivalente a la existente en el resto del Estado.

De este modo, el dato sobre la presión fiscal en el Estado español no debería divergir demasiado de la existente en Araba, Bizkaia, Gipuzkoa y Nafarroa.

Europa vs. España La presión fiscal media de los Veintiocho países de la Unión Europea se mantuvo en 2015 en el 40 % del PIB, mientras que en España el porcentaje se situó en el 34,6 %, una décima más que en el año precedente, según la oficina estadística comunitaria Eurostat. En la zona euro, la presión fiscal -que mide el importe total de impuestos directos e indirectos, más las contribuciones a la Seguridad Social- se situó en 2015 en el 41,4 % del PIB, una décima menos que en el año precedente.

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Más y menos. Francia, con el 47,9% sobre el PIB; Dinamarca, con el 47.6% y Bélgica, con el 47,5%, son los estados de la Unión Europea que pagan más impuestos en relación a sus economía. En cambio Irlanda, con un 24,4%; Rumanía, con el 28% y Bulgaria, con el 29%, los que menos.

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Euskal Herria. El Gobierno Vasco no tiene datos comparables de presión fiscal en relación al Producto Interior Bruto pero no hay que olvidar que la normativa derivada del Concierto Económico recoge que debe existir una armonización de la presión fiscal entre la normativa foral y la normativa de territorio común. Esto es, los sistemas forales deberán mantener una presión fiscal efectiva global equivalente a la existente en el resto del Estado.

40%

en relación al PIB, cinco puntos y medio más que la presión fiscal del Estado español.