Desde 2008, año que fija el final de casi década y media de crecimiento continuo, se han aprobado en Europa unas 400 reformas laborales. Y dos terceras partes de ellas han supuesto la reducción en la protección de unos asalariados que cada vez pesan menos en el conjunto de un empleo que se transforma. Y cuya evolución -menos trabajo fijo, más movilidad, más autoempleo, automatización creciente- no solo cuestiona la representatividad de sindicatos y organizaciones empresariales, sino que amenaza las bases mismas del sistema de protección y bienestar social.
“Todas las políticas públicas dependen de un sistema económico que desaparece ante nuestros ojos. Nos encontramos ante un desafío colosal”, explica Raymond Torres, consejero especial del director general de la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Su conferencia sirvió para abrir el 50º congreso de Aedipe (Asociación Española de Dirección y Desarrollo de Personas), que durante dos días y con unos 300 asistentes analizó en Pamplona los retos del empleo en un futuro que poco o nada va a tener que ver con el actual: se calcula que la mitad de los empleos actuales desaparecerá en las próximas tres décadas.
“Hay estudios que elevan hasta el 90% el porcentaje de empleos de operario que desaparecerían, pero solo serían sustituibles un 30% de aquellos que tienen que ver con las relaciones interpersonales, con la comunicación”, explica Inés Gurbindo, directora industrial de MTorres, al analizar las consecuencias de la implantación de la industria 4.0. Este salto tecnológico, el más importante de los últimos años, no solo supone una robotización masiva que ya se aprecia en sectores como la automatización. La conectividad en factorías y productos así como la capacidad de la impresión 3D y de la fabricación aditiva para llevar la producción incluso a los propios hogares dibujan un sector muy distinto.
“Aquí en Navarra, con una industria fuerte y competitiva el reto es aún más importante”, reconoce Torres, quien señala que el bajo tamaño medio de las empresas, hasta ahora una dificultad para competir y afrontar procesos de internacionalizacion, puede convertirse en una ventaja: “La capacidad para conectarse a distintas redes pasa a ser la clave: la economía de redes va a ser más importante que la economía de escala”.
Esta transformación alcanza a todos los países, pero especialmente a Europa Occidental tras una grave crisis económica, que ha supuesto la perdida de 60 millones de empleos en todo el mundo. La asalarización se bate en retirada en los países más ricos y se ha detenido o ralentizado allí donde crecía a más velocidad, como América Latina. “Es lo que está pasando”, dice Torres, quien vinculaba esta realidad con el crecimiento de la desigualdad, un proceso iniciado en Estados Unidos en los años 80 “y del que el propio FMI tiene una evidencia empírica”. “La clase media está retrocediendo en el mundo desarrollado”, dice.
Esta tendencia abre una enorme vía de agua en un modelo que se basa en que los ciudadanos conserven su capacidad de compra. Y, además de alentar debates “como la creación de una renta básica universal”, dibuja escenarios mucho más inquietantes, como las “reacciones proteccionistas o la hostilidad hacia los inmigrantes, algo que no ha sucedido en España y que debemos destacar”, dice Torres. “No soy tan pesimista respecto a la destrucción de empleos -continúa Torres- otros sectores van a generar ocupación en la medida que mantengamos una clase media fuerte”.
En un mundo que cambia, la educación toma una especial importancia, tanto la inicial como la que se adquiere a lo largo de toda la vida laboral. “En Alemania, todos los profesionales tienen al lado a un joven que aprende con ellos”, continúa Torres ilustrando un sistema de formación dual que en España apenas da sus primeros pasos cuando ya se vislumbra la necesidad de recapacitar a miles de personas. Algo que no tiene que ser complicado en todos los centros de trabajo, sobre todo: “Nosotros tenemos mecánicos que programan robots”, dice José Justé, director técnico de BSH electrodomésticos. Agustín Sáenz, director de la división de industria y transporte de Tecnalia, coincide y recuerda que las innovaciones y automatizaciones traen hoy una especificación de entrada: que sean aplicables desde el primer día, algo que facilita su aplicabilidad. Y destaca el valor de lo propiamente humano: “La innovación y la creatividad van a ser importantes en el futuro”.