Bruselas - Nueva advertencia de Europa al futuro Gobierno español, que empieza a tomar cuerpo tras el viraje del Partido Socialista pero que sigue teniendo enfrente las limitaciones de los recortes presupuestarios que tendrá que asumir el próximo año. El mensaje es “muy claro”, el próximo Ejecutivo tendrá que hacer más esfuerzos presupuestarios si quiere “restaurar la confianza de la Comisión Europea”.
Fue el presidente del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem, el encargado de volver a apretarle las riendas a Madrid, que como el resto de países tienen que enviar a Bruselas sus directrices de gasto antes del próximo sábado. La compleja situación política de España obliga a sus socios de moneda a admitir que les presente unos Presupuestos prorrogados, sin apenas cambios respecto a 2016. Sin embargo, los países se mantienen expectantes a la espera de un ajuste en el futuro que haga creíble el compromiso con el cumplimiento del déficit del alumno que suspendió y además no puso ningún interés en seguir las reglas comunes.
“Todos los gobiernos tienen que mandar sus presupuestos antes del día 15, ya estén en funciones o no, y por supuesto que un gobierno en funciones no puede incluir todo tipo de medidas, eso lo entendemos”, explicó Dijsselbloem a su llegada a la reunión de los ministros de Economía y Finanzas de la eurozona que se celebró ayer en Luxemburgo.
El encuentro se había convocado precisamente para que la Comisión Europea informara a los estados de su decisión de analizar con el Parlamento Europeo la congelación de los fondos estructurales de España por haber incumplido sus deberes fiscales. Se trata de un trámite más en ese camino, que se cerrará si el Gobierno central presenta unos presupuestos ajustados y acompañados de medidas que bajen el déficit hasta el 3,1% comprometido.
El ministro de Economía, Luis de Guindos, afirmó que las Cuentas verán la luz el próximo viernes y reforzando la postura mantenida hasta ahora minimizó la amenaza de la multa y de la congelación de las fondos europeos.
las cifras de de guindos Según dijo a la entrada de la reunión, el cierre presupuestario aplicado desde julio y los cambios en el Impuesto de Sociedades permitirán a Europa visualizar un cambio de actitud y no habrá sanciones. De Guindos incluso se permitió la frivolidad de señalar que el presupuesto fijará un objetivo de déficit “cercano al 3,1%” pactado con los socios del euro. El comisario de Asuntos Económicos, Pierre Moscovici, le corrigió después: “Se supone que el 3,1% es la cifra. Muy cerca es un poco diferente”.
El presidente del Eurogrupo, por su parte, recomendó a de Guindos que “revise” el proyecto presupuestario para que el objetivo fijado sea el exigido. Fue la única nota de tono áspero de una jornada en la que los gobierno europeos mostraron comprensión conla debilidad del Ejecutivo de Mariano Rajoy. Sin dejar eso sí de acotar el terreno por el que debe moverse el próximo inquilino del Palacio de la Moncloa.
“Pero aunque el Gobierno español mande un presupuesto sin cambios políticos, la Comisión Europea tendrá de todos modos que dar su veredicto, así que será también un mensaje muy claro para el nuevo Gobierno, porque tiene que restaurar también la confianza de la CE en el presupuesto español”, destacó Jerome Dijsselbloem. “Veremos cuál es el resultado. Pero desafortunadamente, el nuevo Gobierno español tendrá que hacer un nuevo trabajo sobre el presupuesto”, avisó.
El procedimiento para castigar a España está puesto en marcha y dependerá de la Comisión Europea si se llega hasta el final -sanción y congelación de fondos estructurales y de inversión a partir de enero-.
Ante esa amenaza el presidente del Eurogrupo recordó a “todos los socios” que “hay reglas que no se pueden ignorar” y una de ellas es el pacto de Estabilidad y Crecimiento, el que establece las normas de disciplina fiscal europeas, como la exigencia de que los países mantengan su déficit público por debajo de 3% del PIB. El Gobierno del Partido Popular acumula varios suspensos en esa asignatura. España cerró 2015 con un déficit del 5,1% del PIB, frente al 4,2% que tenía que haber logrado. Esa desviación se produjo con cierta laxitud en el control del gasto y tras una bajada de impuestos a las puertas de las elecciones de diciembre del año pasado. El Estado tiene ahora que ajustarse a una nueva senda de consolidación fiscal y pasar al 4,6% este año, al 3,1% el próximo y al 2,2% en 2018. No hay más margen de error y la amenaza, pese al mensaje del PP, es real.
De este modo, Dijsselbloem afirmó que no es “un gran aficionado a las sanciones” y que no cree que sean efectivas, pero se mostró partidario de aplicarlas “como último recurso”.
Además, no ayudó a aliviar tensiones y a mejorar el clima de confianza el embrollo que generó De Guindos cuando sugirió la posibilidad de que el objetivo de déficit de los presupuestos no sea exactamente el 3,1%.
“En los últimos años ha habido bastantes debates entre España y la Comisión sobre la calidad de las cifras, y cada vez ha resultado que la Comisión tenía razón”, apuntó Dijsselbloem, que indicó que hacía al respecto un “comentario ligeramente crítico, pero no con la Comisión”.