ondarroa - Gran parte de los vecinos de Ondarroa se acercaron ayer a las inmediaciones del puerto para interesarse por el siniestro que conmocionó a la localidad costera. El constante trasiego de barcos y de trabajadores del puerto, que apuraban para terminar el trabajo interrumpido por la fuga de amoniaco, contrastaba con la presencia de los bomberos, la Ertzaintza, los servicios médicos y los medios de comunicación. Un vecino se quejaba de que Ondarroa “solo aparece en el teleberri por cosas malas”. Junto a él, Juan comentaba que Javi, el sindicalista fallecido, era hermano de un conocido suyo, pero otro amigo le corrigió, “no eran hermanos, eran primos”. La conversación da cuenta de la familiaridad con la que se vive en pueblos del tamaño de la localidad costera: “todos nos conocemos”.

“Yo cuando he oído que uno de los muertos era Javi he pensado que era mi cuñado, pero cuando he llamado me han dicho que estaba de viaje. Le había cambiado el turno a uno de los dos que ha muerto, ha vuelto a nacer”, celebró con cierta amargura.

También conocía a las familias de los fallecidos el consejero de Empleo y Asuntos Sociales, Ángel Toña, natural de Ondarroa. Se reunió con ellos para transmitirles su cercanía. “Venimos a estar presentes en el sentimiento y el dolor que tiene el pueblo de Ondarroa, primero por lo que ha pasado en Kaminalde y sobre todo ahora porque hay dos vidas humanas que hemos perdido”.

“un golpe fuerte” Los trabajadores de las empresas cercanas vivieron con cierta curiosidad el revuelo de la prensa y la mayoría de ellos no quisieron hacer comentarios. Fue el caso del coordinador de seguridad del puerto, que estaba en la barrera en el momento de la explosión y que fue de los primeros en acudir a Frigorífica Santa Clara alertado por los trabajadores y vecinos que huían de la nube tóxica. Una vecina relató que estaba en la cocina cuando oyó un “golpe muy fuerte”, pero pensó que se le “había roto algo en casa, una puerta o un electrodoméstico”. Sin tiempo para mucho más, tuvo que salir corriendo de casa porque el “aire era irrespirable”. Como ella, muchos trabajadores tuvieron que salir deprisa para evitar inhalar el gas. Sin embargo, otros, como los de la empresa Berroiz, fueron desalojados por los bomberos porque no habían escuchado la detonación y tampoco habían percibido el avance de la nube de amoniaco.