gasteiz - El final del embargo comercial a Irán ha desatado la fiebre por exportar e invertir en el Dorado persa. Durante años ha sido un gigante aletargado, pero el despertar de su economía se presenta como una oportunidad para las empresas de occidente. La histórica relación de Euskadi con el país árabe, muy intensiva en productos para la industria petroquímica, sitúa a las compañías vascas en buena posición.

El Gobierno iraní ha echado la caña en busca de empresas que aporten tecnología a un territorio que, literalmente, tiene todo por hacer. Carreteras, autopistas, puentes, puertos, aeropuertos, saneamientos, depuradoras de agua... las empresas que operan en el campo de las infraestructuras tienen donde hincarle el diente. Sin embargo, el verdadero reto está en la necesidad de tecnología para la industria en general y para el primer generador de ingresos del país, el petróleo, en particular.

El subdirector del Área de Internacionalización de la Cámara de Comercio de Bilbao, José Luis Gil, abre las puertas de Irán a los lectores. Euskadi lleva casi 40 años vendiendo ininterrumpidamente al nuevo país de las oportunidades y quiere sacar partido de esa experiencia para reforzar posiciones allí.

Hay un hecho que refleja con claridad y sencillez el retraso de la economía iraní. El séptimo productor mundial de petróleo destina el 60% de lo que ingresa por exportar crudo a la compra de gasolina a otros países porque no tiene capacidad para transformar el crudo en combustible. Además, se ve obligado a subvencionar la venta en las estaciones de servicios del país para que los ciudadanos no se vean perjudicados.

Durante décadas apenas se ha invertido en refinerías y ocurre algo similar con la extracción del petróleo, ya que siendo el cuarto país del planeta en reservas, los tres grandes productores -EEUU, Arabia Saudi y Rusia- extraen el triple de barriles de crudo.

Los bienes de equipo, sobre todo tubos y válvulas para el sector petroquímico, son los principales productos que venden las empresas vascas a Irán. Los bienes de equipo supusieron casi el 90% de las exportaciones de Euskadi a ese país en 2014, que ha sido el mejor año desde el inicio de las sanciones económicas.

fin de las sanciones El veto comercial impuesto por Estados Unidos y la Unión Europea a causa del programa nuclear de la administración de Mahmud Ahmadineyad frenó en seco las transacciones entre Irán y Euskadi. Se pasó de vender bienes por valor de 166 millones en 2011 a apenas la mitad un año después. En 2013 apenas se superaron los 33 millones de euros.

La maquinaria, las válvulas y los tubos han sido algunos de los productos con mayores restricciones por tratarse en algunos casos de artículos que con modificaciones pueden destinarse a otros usos, entre ellos, el armamentístico o el nuclear. Lo mismo ocurre con los tubos o las válvulas. En septiembre del año pasado, la Policía Nacional irrumpió en la empresa Zayer de Gasteiz y detuvo a seis directivos por la supuesta venta de material ilegal a Irán y los últimos años se han registrado otras tres denuncias a fábricas de Euskadi por vender a países con embargo.

La situación va a cambiar a partir de ahora tras el levantamiento a mediados de este mes de las sanciones. El responsable de Internacionalización de la Cámara de Bilbao explica que más allá del veto a comprar algunos productos, el verdadero daño ha venido de la mano de las restricciones a la exportación de petróleo -se han recortado las ventas en 1 millón de barriles diarios- y del desmantelamiento del sector bancario, porque una país con la banca cerrada no puede pagar a sus proveedores ni invertir.

¿Dónde pueden encontrar ahora sus oportunidades las empresas vascas? Sobre la mesa hay dos sectores muy potentes, el petroquímico y la automoción. Las carencias de las actividades petroleras y de gas son evidentes, pero Irán lleva años fabricando 1,5 millones de coches al año. Son vehículos de baja calidad que se venden en el mercado interno, sin embargo, el sector aspira a captar tecnología y diseño para convertir parte de la producción en bienes exportables. “Eso es un gran atractivo para las empresas vascas”, subraya José Luis Gil.

Además, otro gran activo es la “tradición industrial” del país chií. Hay una infraestructura de manufactura que ahora requiere de una profunda actualización, algo que por ejemplo no existe en Arabia Saudi, que basa su economía exclusivamente en la exportación de petróleo. Pero además esa cultura productiva hace que en general los iraníes tenga una percepción diferente de la economía.

“En Irán están dispuestos a pagar más por calidad. No se impone la dinámica de precio, precio, precio, comprar solo cosas baratas y los asiáticos han vendido allí mucha morralla durante los años de las restricciones”, asegura. Gil considera que su industria va a demandar en breve sobre todo productos intermedios con “estándares de calidad europeos” y ahí Euskadi puede sacar un gran rendimiento. El volumen de ventas a ese país dependerá de la evolución de la economía mundial y del precio del petróleo, que Arabia Saudi mantiene en mínimos precisamente para evitar que su gran competidor en el mundo islámico capte inversiones.

Gil estima que, con un barril de petróleo a 40 euros, Irán podría desarrollar su industria petroquímica y abrir definitivamente su economía a la inversión extranjera. Además, por su localización y por su posición política como el gran país chií, podría ser una gran plataforma de ventas en esa zona. En ese caso, las exportaciones vascas podrían situarse a corto plazo en torno a los 300 millones de euros y convertirse en uno de los primeros 15 destinos de la economía vasca.

30,9

millones de euros es el valor total de los bienes exportados por empresas vascas a Irán entre enero y noviembre de 2015.

El frenazo de las sanciones. La sanciones impuestas a Irán por EEUU y Europa en 2012 frenaron en seco las exportaciones vascas, que se redujeron casi a la mitad ese año y fueron mínimas en 2013.

Las exportaciones a Irán

millones de euros

200866,01

200995,8

201096,5

2011166,6

201285,3

201333,5

201475,5

2015 *30,9

* hasta noviembre

300

millones de euros es el volumen de ventas que podrían lograr las empresas vascas a corto plazo si la economía mundial acompaña, lo que supondría duplicar el máximo de 2011.