PEKÍN - Si el comportamiento de los mercados bursátiles adelanta, como señalaba la teoría económica antes de la crisis de 2008, el de la economía real, la situación en este inicio del año no se presenta muy positiva porque las bolsas occidentales se hunden como consecuencia de lo que ocurre en los parquets chinos, en caída libre si no fuese por los mecanismos automáticos para suspender la cotización cuando hay bajadas muy pronunciadas de las cotizaciones, como reflejo, a su vez, de la mala evolución de la economía de China.

La ralentización del crecimiento económico en China, la segunda economía del mundo y el primer exportador mundial, parece mayor del previsto y ello está pasando factura a las expectativas de beneficios de los inversores en medio mundo. Ayer, las bolsas europeas volvieron a cerrar a la baja, con una caída del 1,5% en el Ibex 35 español que cerró en 9.059 puntos. El recorte fue menor del previsto tras la apertura del mercado gracias a que China rectificó sobre la marcha y anuló su polémico mecanismo de suspensión automática de cotizaciones en caso de descenso acusado de las mismas.

El cambio de opinión chino, Pekín dejará a sus mercados bursátiles fluctuar con libertad desde hoy, hizo más llevadero el recorte en las bolsas occidentales y el Ibex consiguió mantener el índice por encima de los 9.000 puntos. Con todo, el inicio del año no está siendo positivo para la Bolsa en España pues el Ibex ya acumula una caída del 5%.

La bolsa española, que llegó a perder los 8.900 puntos durante la sesión, logró terminar el día por encima del nivel de los 9.000, tras caer el 1,5%, afectada por el mercado chino, el abaratamiento del petróleo y la revalorización del euro. En Europa, al igual que el mercado español, los principales mercados bursátiles terminaron con importantes pérdidas; el DAX de Fráncfort retrocedió el 2,29 %; el FTSE de Londres, bajó el 1,96 %; el CAC de París, el 1,72% y la bolsa de Milán lo hizo en un 1,14%. El resultado es que el Euro Stoxx 50 bajó el 1,74%.

Números rojos por doquier en una jornada en la que la atención de los inversores se centró en el nuevo desplome del mercado chino, que volvió a suspender la cotización de forma adelantada por segunda vez en la semana, ante las caídas del 8,24% que registraba el mercado de Shenzhen, y del 7,04% en Shanghai. Los expertos consideran que uno de los principales motivos del hundimiento de las bolsas chinas se debe a la depreciación del yuan, que se sitúa en niveles de febrero de 2011 (6,59 dólares) por las dudas sobre la evolución de la economía china.

Riesgos para la economía Por si quedase alguna duda, el propio ministro británico de Economía, George Osborne, dejó claro cuáles son los principales riesgos para la economía mundial en estos momentos, “la ralentización de China, los graves problemas en Brasil y Rusia, y la destacada caída de los precios de las materias primas”, en especial del petróleo, que cotiza ya a cotas de 33 dólares-barril, muy lejos de los 148 dólares que llegó a alcanzar no hace tanto.

Mientras tanto, las bolsas chinas llevan unos meses a la baja hasta el punto de que su mecanismo automático para suspender las cotizaciones en caso de bajadas de más del 7% tras funcionar un par de veces este inicio del año más parecía que incentivaba el comportamiento bajista por lo que el Gobierno de Pekín decidió ayer anularlo dando un respiro al Ibex.

China crece menos En opinión del analista de la firma vasca Norbolsa, Rafael Cosgaya, “lo que preocupa a los inversores en Occidente no es el comportamiento de las bolsas chinas, cuyo funcionamiento, por otra parte, tiene poco que ver con los estándares a los que estamos acostumbrados, sino la marcha de la economía china”.

Aunque las autoridades de Pekín siguen señalando que el crecimiento del PIB de China en 2015 superó holgadamente el 6%, los analistas no tienen tan claro que sea así y temen una menor tasa de crecimiento algo que se reflejaría en hechos como que el comercio exterior chino había caído más de un 9% en los primeros diez meses del pasado año y este no es un asunto menor porque China es el primer exportador mundial y el segundo importador. De hecho, las importaciones habían caído, con datos de octubre, un 18,8%. Ello, según Rafael Cosgaya, de Norbolsa “implica negativamente a las economías de muchos países emergentes que venden a China sus materias primas y estas, ante la menor demanda, cotizan a la baja”.

En opinión del analista de Norbolsa, las cotizaciones a la baja en los mercados bursátiles “están descontando un crecimiento económico mundial menor del esperado para los próximos meses”. Las bajadas de precios de las materias primas, entre ellos los del petróleo, muestran, más allá de que las bolsas hayan podido sobrerreaccionar a los descenso de las bolsas chinas que “existe un problema real de fondo en la economía derivado de la evolución del PIB chino”, afirma Cosgaya.

El analista de Norbolsa coincide con la mayoría de los expertos en que en estos momentos hay un exceso de capacidad productiva en China y que una ralentización del crecimiento económico chino no solo va a afectar a los países del bloque de los BRIC, -Brasil, Rusia, India y China-, sino que también puede hacerlo a los países desarrollados pues, por ejemplo, “las ventas de coches en China están cayendo un 12% y el mercado del lujo en el país, uno de los mayores del mundo estos últimos años, también está notando el menor crecimiento”.

Dado que China es la segunda mayor economía del mundo, las repercusiones de su evolución en los mercados son incuestionables. En opinión de Rafael Cosgaya, de Norbolsa, las perspectivas de la bolsa española para este primer trimestre del año “son más bien de una situación casi generalizada de recortes, algo que se está viendo en sectores como el siderúrgico o el petrolero, por lo que nuestra recomendación a la hora de invertir es de prudencia y hacerlo en valores considerados defensivos como eléctricas”.

¿Qué pasa en Pekín? El país asiático se ha convertido en la fábrica del mundo y el modelo de producir para exportar le ha ido bien hasta ahora pero el crecimiento no puede ser infinito por lo que tiene que cambiar a un modelo económico más equilibrado, propio de sociedades desarrolladas, en el que la demanda interna y el consumo tiene que sustituir, en buena parte, al sector exportador como motor del crecimiento. Y este cambio de modelo no es fácil.

En Occidente, los industriales, léase por ejemplo, los productores de acero, muestran su preocupación por el hecho de que China para mantener sus fábricas abiertas y evitar conflicto sociales está exportando sus excedentes a precios de dumping hundiendo los precios internacionales y generando una espiral deflacionista. En esta misma línea consideran que China está propiciando una depreciación de su divisa, el yuan, frente al dólar y el euro para abaratar sus productos y hacerlos más competitivos en el mundo. El Banco Central chino niega que participe en esta devaluación y afirma que es fruto de la presión de los mercados pero la realidad es que Pekín sigue controlando su divisa y está se ha devaluado un 8% desde el verano.

En todo caso, los mercados chinos ya llevan meses con una tendencia a la baja. Este verano, en julio, las bolsa de China bajaron un 30% en solo tres semanas y en dos meses las empresas cotizadas chinas llegaron a perder en valor bursátil casi 3 billones de dólares. Las tres bolsas chinas Shanghai, Shenzhen y Hong Kong han llegado a ser el segundo mercado de capitales del mundo auspiciadas por el propio Gobierno de Pekín que ha permitido e incentivado la compra de acciones a crédito, con la utilización de la vivienda como garantía. Ello ha permitido canalizar parte del ahorro de la creciente clase media china formada por unos 235 millones.