MADRID - El 6 de junio, de 1944 el desembarco en las playas de Normandía precipitó los acontecimientos del fin la Segunda Guerra Mundial. Aquella fecha paso a la historia como el Día D. Más de 70 años más tarde Europa libra otra batalla, esta vez contra una larga crisis, con otra fecha marcada en el calendario, aunque las consecuencias son una incógnita. El Banco Central Europeo dará previsiblemente hoy luz verde a la esperada compra de bonos soberanos, la llamada flexibilización cuantitativa, conocida por su nombre o siglas en inglés: Quantitative Easing (QE). ¿El objetivo? Luchar contra el riesgo de deflación en la eurozona. El futuro económico de los países del euro sigue en juego y este 22 de enero pude pasar a la corta historia del BCE como su singular día D. La crisis de la deuda puso su primer foco en el déficit y su último desafío es la deflación.
“La primera característica de este plan es que llega tardísimo”, explica Mikel Larreina, vicedecano de la Deusto Business School, consultado. “Otros bancos centrales, como la Reserva Federal de Estados Unidos, lo llevan haciendo muchos años” argumenta. Larreina, que también es director del máster en European & International Business Management, cree que “por fin vamos a dejar de meter la pata” y que con la aprobación de las políticas no convencionales “esto por fin empieza a ir por la línea correcta”. Según esgrime, es “lo que se le ha pedido al BCE que haga desde al menos en 2010, pero va a empezar a hacerlo en 2015. Creo que hemos perdido el tiempo de forma muy significativa”.
Patricia Alonso, responsable de gestión de renta variable de Norbolsa, la sociedad especializada en intermediación bursátil de las antiguas cajas de ahorros vascas, añade que “esta decisión supone romper un tabú en la historia del BCE a pesar de la oposición de algunos países como Alemania y Holanda”. Con ella, el BCE “demostraría también su disposición a hacer todo lo necesario para luchar contra el riesgo de deflación”, pero la experta recuerda a este periódico que “con la adopción de esta medida, se agotan las opciones del BCE en su lucha contra la deflación”.
El Consejo Directivo del Banco Central Europeo se reúne hoy como cada mes, pero los mercados dan por sentado que esta vez se oirá música nueva. Eso sí, ayer uno de sus consejeros, Ewald Nowotny, gobernador del Banco Nacional austriaco, sorprendió al aconsejar que “uno no debería emocionarse demasiado” por la reunión, aunque poco después calificó la cita de “interesante”. Esas palabras tuvieron un impacto inmediato en las bolsas europeas, que frenaron la tendencia al alza hasta ese momento, aunque al final acabaron la jornada con ligeras subidas, a la espera de la reunión.
Según Larreina, “lo que va a ocurrir es lo único que puede pasar, activar medidas no convencionales y en algún momento implantar el plan Juncker de inversión”. Cree que solo con la compra de bonos no se recuperará la inflación y reclama inversión. Sobre los efectos a corto plazo, el profesor matiza que “el mercado está descontando” la compra de bonos, por lo que el “efecto llegaría si se queda corto. Si en vez de un billón de euros se habla de una cantidad menor y si encima se deciden a contentar al Bundesbank repartiendo la inversión en función de la participación que tienen las economías en la zona euro o en el capital del BCE”.
La responsable de gestión de renta variable de Norbolsa también estima que “teniendo en cuenta el actual entorno de tipos de interés en mínimos históricos, parece evidente que el impacto económico y el efecto en tipos será menor al logrado por los programas de QE de la Fed”. En opinión de Alonso “el mercado parece descontar el anuncio y la gran duda es saber si esta medida tendrá el efecto buscado”. La analista opina que incluso aunque se anuncie la compra de bonos, en función del modelo que se adopte “el BCE podría decepcionar las elevadas expectativas creadas”. Pero, “a pesar de los riesgos y de la previsible menor efectividad que los QE de otros bancos centrales”, esta experta ve necesario que el BCE anuncie “un plan de compra de deuda pública para luchar contra el creciente riesgo de deflación y por la potencial pérdida de credibilidad” del propio organismo, que ha sido el encargado de crear las ahora imparables expectativas.
Por todo ello, en Norbolsa vaticinan que el anuncio “será bien acogido por los mercados de renta variable”, y esperan que tendrá “un impacto positivo en las expectativas de inflación”. Además, “uno de sus principales efectos será contribuir al debilitamiento del euro que se inició en los meses de verano y que ha llevado a la moneda única a cotizar en mínimos de los últimos 11 años. Aunque el tipo de cambio no es objetivo del banco central, es evidente el positivo impacto de un débil euro en el crecimiento y en la inflación”.
Sobre ello, el profesor Larreina afirma que según los tratados europeos, “el mandato que le hemos dado al BCE incluye exclusivamente la inflación”, lo que excluye otros objetivos que se pueden alcanzar a través de la política monetaria, como marcar el tipo de cambio o impulsar el empleo. “Pero al actor que toma esas decisiones en Europa le hemos dicho que se olvide de ello”.
Patricia Alonso añade que “si el BCE no anuncia hoy un programa de QE, asistiremos a caídas en renta variable, previsiblemente mayores en el caso del sector financiero, y a posibles repuntes de los tipos de la deuda pública. Además, también el euro podría apreciarse frente a otras divisas”. Además, “en caso de no tomar esta decisión tampoco en la siguiente reunión”, cree que el BCE podría perder parte de su credibilidad, “un factor fundamental para la efectividad de las políticas monetarias”. Adicionalmente, su inacción aumentaría “aún más el riesgo de deflación en la zona euro”.