Bruselas - A lo largo de su mandato al frente del Banco Central Europeo Mario Draghi ha utilizado varias armas para impulsar la economía y hacer frente a los múltiples riesgos que se han sucedido como consecuencia de la crisis. La mera verbalización de su predisposición a actuar ha servido para frenar algunos de esos peligros. En esta ocasión, la inflación es una de las amenazas que más preocupan a la autoridad monetaria. Con los tipos de interés en mínimos y las medidas convencionales explotadas, a Draghi le queda la opción de explotar las no convencionales para lograr que la inflación crezca cerca del 2%, su objetivo.
Ese escenario ideal parece hoy más lejano tras la vuelta del símbolo negativo a la tasa. Por eso decenas de analistas pusieron ayer en el foco a la entidad que dirige. En los últimos meses, tanto el presidente como otros miembros de la cúpula del BCE han repetido constantemente su predisposición a tomar decisiones para hacer que los precios crezcan e impulsar de esa forma la recuperación entre los países del euro. Hay quien espera que esta vez el BCE pase de las palabras a los hechos.
La carta que el organismo mantiene guardad es la relativa a la compra de bonos soberanos. El BCE ha discutido en los últimos tiempos la opción de activar los Quantitative easing, que supone en la práctica la compra de bonos soberanos. Su activación o no lleva sobre la mesa del Gobierno del banco central al menos desde el mes de abril. Se trata de una medida similar a la que otros bancos centrales, como la Reserva Federal de Estados Unidos o el Banco Central de Japón, ya han tomado durante esta crisis, pero que enfrenta a los miembros del BCE. El Bundesbank, el banco central alemán y sus miembros en el BCE, se han manifestado repetidamente en contra.
22 de enero Si la baja inflación era ya un quebradero de cabeza para el BCE, la nueva marca negativa unida al previsible mantenimiento del precio del petróleo en niveles bajos suponen que la situación ha empeorado. Ello provoca que algunos analistas crean que el BCE se ve obligado a actuar.
Hay cierta expectativa ante la próxima reunión del consejo del banco central. Pero la reunión se celebrará el día 22 de este mes, solo tres días antes de que Grecia celebre unas elecciones que el BCE, como miembro de la troika, vigilará estrechamente. Es por ello que ayer ya había voces que indicaban que la actuación del equipo de Draghi estará muy condicionada.
Sea este mismo mes o en próximos, la rebaja del petróleo empeora las previsiones de inflación de la eurozona y no es descartable que el banquero italiano saque al menos parte de su artillería para impulsar un crecimiento que sigue siendo débil en la eurozona.