Bilbao. Claro como siempre, el mediático Leopoldo Abadía traduce en su último libro algunos términos económicos de actualidad y, de paso, analiza la situación económica. La primera de las 391 -que no 365- cuestiones que se plantea a si mismo en el libro dice así: "Se oye muchas veces decir lo de '¡cómo está el mundo!'. Para empezar, díganos cómo le parece que está".

La primera pregunta es obligada, ¿cómo está el mundo?

El mundo está digamos que revueltillo. Dentro del mundo, ¿cómo está lo que tenemos más cerca?, revueltillo también. Mi visión es optimista sin embargo. Creo que estamos en un muy buen camino. En cualquier caso ese camino no es ni fácil, ni cómodo, ni corto. Es duro, doloroso y largo. Digo esto porque en el tratado de Maastricht nos comprometimos, hace veinte años, a tener un déficit del tres por ciento. Siempre que hablo de esto considero que el producto interior bruto español es de un billón, un millón de millones. En realidad es un poquito más de eso pero a mí me va muy bien para redondear y poder hacer los cálculos de memoria. Así, el déficit máximo comprometido son 30.000 millones. Eso es lo que, por decirlo así, nos autorizaban a gastar de más sobre los ingresos. En 2011 habíamos gastado 91.000 millones de más. De ahí vienen todos los ajustes. En una familia cuando se ingresan 100 y se gastan 700 llega alguien que dice hay que subir los 100 y hay que bajar los 700. Eso traducido al Estado supone subir los impuestos y aplicar recortes.

¿Ese alguien es la abuela?

Sí (risas), sé por dónde vas -en su libro afirma que la abuela que vigila a España es Bruselas, que tiene cara de Merkel-. En las conferencias hay que decir cosas para que la gente no se duerma, entonces digo que a la señora Merkel habría que canonizarla en vida y entonces me callo y se oye un gran murmullo. Cuando yo hablo de Merkel hablo de Europa. Hace cincuenta años pedimos la adhesión al mercado común y nos pusimos a la cola. Ahora que sí somos Europa resulta que en el 2012 este déficit se redujo a 70.000 millones. Y fíjate todo lo que hemos pasado, recortes, agobios? Pero hay que llegar a 30.000, lo que significa que nos quedan 40.000 millones que recortar y nos han dado tres años. Yo siempre digo que si Rajoy hubiese sido un poco salau hubiera presentado esto como un triunfo, pero son tan sosos que ni eso. Casi ni nos enteramos. Como faltan 40.000 millones en ajustes, de subida de impuestos y de recortes, y nos faltan tres años para ello, las medidas serán menos duras que las ya tomadas. De esa forma digo que en 2017 llegaremos a la tranquilidad. Estuve tentado de poner a la felicidad, pero me dije 'no te pases Leopoldo'.

Pero estamos hablando de deuda pública y España tiene un problema con su deuda privada.

Sí, pero España tiene una cosa buena. Si cuentas la deuda privada como la de de los bancos y la tuya y la mía, yo te voy a hablar de la tuya y la mía, dejando al margen a los bancos. Yo creo que a la gente esto de la austeridad le está entrando en la cabeza. Yo austeridad le llamo a gastar con la cabeza y para mí eso no tiene nada de peyorativo. Es que tenemos que gastar con la cabeza. Yo no necesito veinticinco corbatas, igual resulta que con cuatro me basta. Para mí la austeridad tiene que ir de la mano del crecimiento, porque sino viene eso que Felipe González denominó el austericidio. Y tiene razón, si solo hacemos eso será como con el burro, que no comía, no comía, cada vez estaba más ágil y un día se murió.

¿Crecimiento sí entonces?

Es necesario. Yo digo que la única cifra que hay que saberse de memoria es que hay 5.904.700 personas sin empleo. Si hubiera dos trimestres consecutivos en los que los datos de la Encuesta de Población Activa bajasen sustancialmente podríamos decir que estamos saliendo. El empleo lo crean las empresas pero hace falta que los bancos hagan de bancos en vez de hacer el tonto. Que hagan de bancos significa que unos tengan sus nóminas allí y otros pidan créditos para sus empresas normales con avales normales y no implicando a sus abuelos y toda la familia posible. Lo que hacen ahora es coger el dinero del Banco Central europeo al 0,25% de tipo de interés e inmediatamente se lo prestan al Estado español al 4%. Por eso cuando llega un señor con un bar y pide un crédito de mil euros para comprar una cafetera le dicen que no. No sé como se les puede obligar a que inyecten dinero en la economía real, es necesario y eso que el término real me incomoda bastante.

¿La conclusión es?

Que la austeridad me gusta pero me gusta si se combina con el crecimiento y para eso es absolutamente necesario que los bancos hagan de bancos.

En su libro usted menciona el poder de las personas. No hay decisiones de bancos sino decisiones de banqueros.

Claro. La gente habla de capitalismo salvaje y eso no existe. Hay salvajes que hacen de capitalistas. Lo que pasa es que igual hay mucho salvaje que hace capitalismo. Yo ya publiqué en un libro anterior que en Barcelona yo vivo al lado de una calle que yo llamo la calle del capitalismo: hay una zapatería, un bar, una mercería, una relojería, una joyería? en definitiva gente que ha depositado su capital entero en su negocio, por lo que son capitalistas. A todos nos interesa que la cosa les vaya muy bien. Porque si al del bar le va bien contratará un camarero, por ejemplo y lo mismo los demás. Ese capitalismo es sanísimo. Claro que si el que manda es un sinvergüenza saldrá una cosa horrorosa, no porque el capitalismo sea malo, sino porque la persona que decide no es la apropiada.

Pero nadie paga las consecuencias.

Porque son más sinvergüenzas todavía. Tienes razón. Es así. A mí me hace gracia cuando encima dicen 'ya he cumplido mi deber con la sociedad'. No es así, no basta con estar x años en la cárcel. Es eso y devolver lo que sea. Y no parece que...

En el libro sin embargo sí hay un mensaje optimista.

Yo creo que hay mucha gente, mucha, que quiere hacer las cosas bien. Con eso no basta porque las cosas luego puede que no salgan bien y eso yo lo sé muy bien con 12 hijos y 45 nietos (risas). Lo que ocurre es que los sinvergüenzas hacen mucho daño. Veamos, si yo le meto la mano al monedero de una señora le hago daño a esa señora. Pero si hay miles de tíos que meten la mano en los monederos de las señoras al final lo que pasa es que la gente normal puede pensar que para triunfar en la vida hace falta meter la mano en los bolsos de las señoras. Y eso desmoraliza a la sociedad. Y no es verdad. Yo tengo muchos amigos que han triunfado en la vida y son gente decente.