Donostia. Los transportistas guipuzcoanos se dejaron oír ayer al paso de una sonora caravana, inédita en el territorio, que aglutinó a cerca de 200 profesionales de un sector que vive con la soga al cuello. Los claxon y estridentes bocinas fueron una constante durante la procesión de vehículos que partió a primera hora de la mañana desde Lasarte-Oria para llegar a media mañana a Donostia. Una protesta con la que los camioneros mostraron su más rotundo rechazo a la implantación de peajes propuesta por la Diputación.
El plan del Ejecutivo foral de Bildu no cuenta por el momento con los apoyos suficientes para salir adelante, pero los profesionales están curados de espanto, convencidos de que "tarde o temprano" asumirán un mayor coste por hacer uso de las carreteras. "Esta guerra no ha hecho más que empezar, constará de más batallas". Iñigo Aldalur, de 52 años, encabezó ayer la enorme caravana que despertó algo más que sorpresa entre centenares de vecinos que a esa hora acudían a la fiesta de Santo Tomás, algunos de los cuales brindaron solidarios saludos a los manifestantes.
Satisfecho por el resultado de la protesta, que llegó a Donostia con algo de retraso debido a un despiste que provocó el desvío de la marcha hacia Astigarraga, el camionero afirmó que las protestas continuarán.
Aldalur, vecino de Segura, lleva media vida realizando transportes de cercanías, como el 75% de los trabajadores del sector en Gipuzkoa. "Muchos de nosotros trabajamos cubriendo trayectos cortos, desde las acerías del interior del territorio al Puerto de Pasaia. Son trayectos cortos pero de muchos pases, e instalar nuevos peajes sería la puntilla, un coste añadido de unos 1.000 euros mensuales. Es decir, la ruina", sentenciaba. "Nos quieren chupar la sangre, y ya la tenemos más que chupada".
Toque de atención El repicar de las campanas de la parroquia de la Sagrada Familia del barrio donostiarra de Amara apenas era audible a las 11.00 horas, cuando los transportistas hicieron su entrada en la capital. Con una larga caravana de vehículos como telón de fondo, el secretario técnico del sindicato de transportistas autónomos (Hiru), Esteban Muruamendiaraz, declaró que se han propuesto "dar un toque de atención tanto a la Diputación como a los partidos de la oposición, dejando claro que los transportistas de Gipuzkoa no aceptamos una política de peajes por circular en las carreteras. No vamos a aceptar que se tome esa medida", advirtió.
Pertrechado con un peto en el que podía leerse en euskera no a los peajes, el portavoz de los transportistas se mostró "dispuesto a hablar" con todos aquellos agentes políticos que sea preciso con el fin de encontrar una solución. A preguntas de este periódico, Muruamendiaraz reconoció que actualmente no mantienen ningún diálogo con el Ejecutivo foral. Las últimas conversaciones se remontan al mes de agosto.
El portavoz insistió en que no pueden aceptar que se discrimine al sector de transportistas de mercancías en carreteras. "No estamos de acuerdo en que se nos obligue a pagar una deuda que se ha generado a cuenta de construir una serie de infraestructuras que no solo utilizamos nosotros", zanjó.
Lo cierto es que el sector no levanta cabeza ya desde hace unos años, un gremio al que las crisis parecen solaparse, "primero la del petróleo, tras la cual llegó la económica", que sigue siendo un constante azote. Tal y como explicaba en una entrevista a Noticias de Gipuzkoa durante esta semana, Muruamendiaraz reiteró ayer que el sector está viviendo "un momento delicadísimo". En ese sentido, hizo un llamamiento "a esos partidos políticos que no se cansan de decir que el sector del transporte es estratégico. Les decimos que necesitamos un cuidado especial".