"EL signo de la vitalidad no es durar, sino renacer y adaptarse". Esta es una frase pronunciada por el Padre Arizmendiarrieta que forma parte del paradigma de lo que es el movimiento cooperativo de Mondragón.
En todas las reuniones importantes de la Corporación Mondragón o de sus cooperativas sale a relucir esta idea central que da cuerpo doctrinal a lo que es la realización práctica de una visión idealista de la empresa que nace con vocación de servir al ser humano.
"Las cooperativas son organizaciones basadas en las personas para desarrollar actividades. El capital está subordinado a las personas y por eso llamamos la experiencia cooperativa y no modelo, porque cada una de ellas, afortunadamente, es diferente", afirma un veterano cooperativista hoy ya jubilado.
Por eso, en la crisis de Fagor Electrodomésticos no sirven las claves al uso que se emplean en una empresa de capital, sino que hay conocer la casuística que impregna el movimiento cooperativo. De esta forma se puede intuir que alguien puede estar ya pensando que ha llegado la hora de que, lo que ha sido germen del único modelo cooperativo industrial del mundo que ha conseguido pervivir, forme parte de la historia.
No en vano, al margen de otros planteamientos de tipo ideológico donde, siguiendo la tónica imperante en esta sociedad en la que vivimos y donde priman los valores del individualismo frente al sacrificio, esfuerzo y defensa del bien común que son consustanciales a las empresas de economía social, en términos de pura economía empírica el futuro de Fagor Electrodomésticos no se presenta fácil.
La cooperativa símbolo del cooperativismo vasco no sólo está en un mercado maduro y en caída libre, como muy bien ha dicho el expresidente de Corporación Mondragón, Antonio Cancelo, sino que sus productos no se revalorizan por tener una distribución tan atomizada que impone constantemente unos precios no competitivos.
"Tan maduro es el sector del automóvil y sin embargo el factor precio está controlado por el fabricante en todo el proceso hasta que llega al consumidor, a través de sus concesionarios que son de la misma marca. Además el mercado de electrodomésticos está controlado en pocas manos", explica un directivo de Fagor Electrodomésticos, que prefiere guardar su anonimato.
La situación es tal que, ha habido ocasiones en que Fagor Electrodomésticos ha preferido no vender al Grupo Eroski para que no fuera una referencia a la hora de fijar el precio de venta con otros vendedores.
Hay algunos, dentro del grupo que se plantean con total naturalidad que una empresa con esta situación en su negocio y que cuenta ya con 57 años de existencia le ha podido llegar el tiempo de echar la persiana o de reinventarse hacia nuevos nichos de mercado con más valor añadido.
Y para contrastar esta opinión ponen encima de la mesa los datos de la esperanza de vida de las empresas en el Estado que es de 10,3 años, frente a los 12.5 años en Europa y lo seis años de Estados Unidos.
Junto a los problemas que fijan los mercados en una crisis donde el consumo ha caído de manera estrepitosa en los últimos cinco años, hay que añadir las dificultades que en una situación como esta genera un modelo cooperativo que impide fórmulas de financiación externa que no pongan en peligro la propia figura jurídica de la cooperativa.
Está claro que el mecanismo de solidaridad intercooperativo que hasta ahora había servido para mantener y sostener a Fagor Electrodomésticos durante estos años, hasta el punto de inyectarle hace tan solo cuatro meses 70 millones de euros, se ha mostrado vulnerable porque el resto de las cooperativas también se han visto afectadas por la crisis.
Y ante esta situación de incertidumbre cualquier cooperativa no está dispuesta a disponer tan alegremente de sus reservas a favor de un tercero. No vaya a ser que con el tiempo esa solidaridad se convierta en un problema grave en su cuenta de resultados y, por ende, en la propia existencia de la cooperativa .
La sensación que se tiene desde el propio grupo de las cooperativas es que se ha dejado caer a Fagor Electrodomésticos por cansancio y hastío. La disyuntiva era clara: los 1.630 socios de la cooperativa no podían poner en peligro a los 80.321 del grupo.
Financiación
Búsqueda de nuevas vías
Hay que tener en cuenta que la Corporación Mondragón como tal no es algo monolítico, sino que es la suma de empresas cada una con sus diferencias y sus realidades.
"Lo de Fagor Electrodomésticos no es de hace cinco años, sino de mucho tiempo antes. Como no se podía dejar caer a la cooperativa madre se pedían cada vez más ayudas, sin que por la otra parte se hiciera el más mínimo esfuerzo", precisa un gerente de una cooperativa.
A esta coyuntura interna, hay que añadir que la ruptura del preacuerdo existente entre los bancos acreedores para financiar 150 millones de euros y saldar los pagos más urgentes, evidencia la necesidad de utilizar otras vías para captar capitales que solventen los problemas de dependencia que presenta una cooperativa que, por su naturaleza jurídica, no puede acudir a Bolsa ni incorporar inversores externos.
Por otra parte nadie se explica que el preacuerdo concursal esté reñido con el mantenimiento de la producción industrial, circunstancia que no ocurre en el caso de Fagor Electrodomésticos, que mantiene todas sus plantas, tanto las de Arrasate como las de Francia, sin actividad.