LAS marcas de automóviles aspiran, como reconocen muchos de sus directivos, a instalarse en nuestra conciencia asociadas a una serie de conceptos positivos que ellos catalogan como "los valores de una marca". Cada firma trata de definir, concretar y trasladar al potencial comprador ese ideario que sería la esencia o la filosofía de dicho fabricante y a la que se sumarían las peculiaridades específicas de cada modelo y versión concreta. En el caso de Seat, sus responsables de comunicación hablan de valores como "enjoyneering, diseño, espíritu joven, dinamismo, fiabilidad, eficiencia, accesibilidad y movilidad"; para concluir diciendo que "quienes estamos detrás de esta empresa y de sus automóviles somos españoles y alemanes, nos apasiona la perfección, nos emociona la tecnología, todo lo que hacemos se traduce en sensaciones para ti, damos sentido al diseño y vida a la tecnología".

Pues bien, todo esto, que es muchísimo, es un conjunto de cualidades, una relación de valores de marca, que encarna a la perfección el nuevo Seat Ibiza Cupra. Con permiso de su hermano mayor, el León, que también, este Ibiza, deportivo entre los deportivos de Seat, traslada al asfalto, a su diseño exterior e interior, a su disfrute al volante, a sus sobresalientes cualidades dinámicas y a todos y cada uno de sus apartados estos estimulantes y acertados planteamientos.

Me gusta el Ibiza Cupra, me parece una pequeña joya, no al alcance de todo el mundo -22.600 euros, a los que habrá que restar las campañas correspondientes, no son una fruslería, aunque entiendo que están perfectamente justificados si se analiza detenidamente todo lo que aporta este vehículo- ni tampoco destinado a cualquier comprador. Para empezar, además de poseer dicho capital y la disposición a gastarlo en un coche de tres puertas y contenidas dimensiones (4,05 metros de largura, 1,69 de anchura y 1,42 de altura), se debe tener la madurez suficiente como para saber administrar tamaño potencial.

Hay muchos conductores que de boquilla lo pueden todo, pero que luego, cuando le exigen a un motor y chasis de elevado rendimiento, acaban viéndose superados por las circunstancias. Y es que, como se dice coloquialmente, este Ibiza Cupra tiene mucha chicha. Vamos, que no es un juguete para principiantes, temerarios, asustadizos o usuarios poco hábiles, al menos si se pretenden explotar sus soberbias prestaciones. No hay que olvidar que 180 CV, 228 km/h o 6,9 segundos de 0 a 100 km/h son registros que dejan bien a las claras que esto es mucho más que un utilitario para ir a comprar el pan a la vuelta de la esquina.

POTENTE Y DÓCIL Por el contrario, tampoco conviene asustarse o verse intimidado más de la cuenta, solo ser consciente de lo que llevamos entre manos, algo perfectamente aplicable a cualquier vehículo a motor. La fabulosa tecnología que se da cita en este conseguido deportivo hace que su manejo sea tan brillante en un uso respetuoso con las normas de circulación y el sentido común, como exigiéndole al máximo en busca de emociones fuertes y conducción deportiva. El Cupra no nos defraudará en el empleo diario convencional, como mero medio de transporte, porque es fácil y relativamente cómodo, además de entusiasmarnos a nosotros y a quienes nos contemplen con una estética preciosa, agresiva y elegante. Lo que ocurre es que además aporta un plus de dinamismo que se transforma en deportividad pura cuando apretamos el acelerador, trazamos a placer o apuramos la frenada.

El gran protagonista de este coche singular es un motor de gasolina de 1,4 litros (1.390 centímetros cúbicos) dotado de doble sobrealimentación: compresor volumétrico y turbocompresor. Esta receta mágica se acompaña de inyección directa, 16 válvulas, tracción delantera, caja de cambios automática de doble embrague (DSG) de siete velocidades y uso secuencial con levas en el volante, autoblocante electrónico XDS, un poderoso esquema de frenada -que todavía puede mejorar si optamos con el equipo opcional de competición Seat Sport-, y sus imponentes llantas de aleación de cinco brazos dobles de 17 pulgadas de diámetro con neumáticos en medidas 215/40. Todo para disfrutar de un rendimiento de fábula: 180 CV a 6.200 rpm, 250 Nm de par máximo de 2.000 a 4.500 vueltas, lo que garantiza una respuesta desde abajo que entusiasma, además de 228 km/h de velocidad máxima, solo 6,9 segundos para pasar de 0 a 100 km/h y un consumo homologado de 7,5 litros en ciudad, 5,1 en carretera y 5,9 de promedio, siendo sus emisiones medias de CO2 de 139 gramos por kilómetro. En realidad, solo los más sibaritas podrían reclamar, como exquisitez, una suspensión trasera multibrazo en lugar de la compacta barra de torsión, porque la delantera y sus firmes amortiguaciones están a la altura de los mejores compactos deportivos.

Otro apartado en el que el Ibiza Cupra sorprende por su altísimo nivel es el del equipamiento. La dotación es fabulosa, con elementos de seguridad como ABS, control de estabilidad, asistente de frenada y de arrancada en cuesta, autoblocante electrónico, testigo de presión de neumáticos, airbags frontales, laterales y de cortina, control de la velocidad de crucero, suspensión deportiva específica, faros bixenón con luces de día de leds, pilotos traseros de leds o antiniebla delanteros con función cornering; amén de salida de escape central en forma trapezoidal, antena de radio con antirrobo, rueda de repuesto, climatizador, pedales en aluminio, asientos deportivos específicos, ordenador de viaje y sistema de conectividad Seat Portable System. Todo ello sin olvidar una completa y atractiva lista de opciones y paquetes de equipamiento adicionales. En resumen, el mejor Ibiza Cupra de la historia es el fiel reflejo de la mejor Seat jamás conocida.