El Gobierno español asegura que casi toca con los dedos los brotes verdes y la llegada de la primavera a la economía le hace reencontrarse con uno de sus principales dogmas ideológicos: mantener los impuestos lo más bajo posible aunque sea a costa del Estado del bienestar. Mariano Rajoy escogió ese mensaje en su discurso de apertura del curso político. "El año que viene anunciaré una bajada de impuestos", aseguró en un acto político en Soutomaior (Pontevedra) con el que rompió el silencio que ha mantenido prácticamente durante todo agosto.
No entró el presidente del PP en cuestiones calientes, como el inminente ataque de EE.UU. a Siria o el inagotable filón informativo en el que se ha convertido el caso Bárcenas. Son dos cuestiones en las que no se siente nada cómodo. En las que no hay mucho que ganar.
Todo lo contrario ocurre con la fiscalidad, un terreno en el que se han movido los populares en la dirección contraria de la que deseaban desde que accedieron a La Moncloa. El ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, no ha ocultado su desagrado cuando ha tenido que subir la presión fiscal, pero ha sido Rajoy el encargado de anunciar el primer gesto de relajación en el ámbito de los impuestos.
Lo hizo sin concretar, dando a entender que el próximo año, cuando acuda de nuevo a la localidad pontevedresa para iniciar el curso político, estará en disposición de anunciar una rebaja fiscal. Todo apunta a que dará por finalizada de cara a 2015 la subida temporal del IRPF que se había comprometido a retirar ya el próximo año. La economía no ha mejorado lo suficiente para dar ese paso, una promesa electoral incumplida que el PP teme que sea un lastre en las elecciones europeas del próximo mes de mayo.
mejoría de la economía Rajoy corrigió en parte el tiro y además añadió a la ecuación otras cuestiones fiscales más cercanas en el tiempo. Según dijo, en el primer trimestre de 2014 ya se producirán movimientos en el ámbito tributario y, del mismo modo, habrá nuevas reformas de aquí a final de año.
No específicó nada más porque el tronco central de su intervención lo destinó a dibujar, en un tono muy optimista, una situación económica, en su opinión, notablemente más favorable que la de hace un año, cuando en el mismo lugar se dirigió a sus simpatizantes: "Os dije que las cosas no estaban fáciles, que íbamos a acabar el curso mucho mejor de lo que empezamos. Y así ha sido. Ya nadie habla de rescate ni de fracaso del proyecto europeo ni del euro. Se habla de que el camino de la recuperación económica ya está en marcha".
La segunda parte del mensaje se centró en atacar a su principal enemigo político, el Partido Socialista. En esa línea remarcó que su Gobierno se centrará en la lucha contra la crisis aunque el partido de Alfredo Pérez Rubalcaba "se empeñe" en lo contrario y afirmó que "nada ni nadie" le va a distraer de ese objetivo. "No voy a renunciar a esa prioridad ni voy a cambiar el rumbo que hemos marcado en el debate de investidura", insistió para agregar que "como tantas veces ha quedado demostrado en la historia, la victoria siempre acompaña a los que más luchan por ella".
Para enfatizar su papel y los supuestos obstáculos que le ha puesto el PSOE, no dudó en culpar al Gobierno de Rodríguez Zapatero de la situación actual. "La oposición no ha colaborado en nada. Lo cual hasta no deja de tener su lógica porque hemos hecho y vamos a continuar haciendo un política distinta a la que ellos hiciero, porque la política que ellos hicieron fue la que nos trajo hasta aquí", agregó.
En medio de la tormenta política del caso Bárcenas, Rajoy negó cualquier posibilidad de adelanto electora cerrando filas con su Gobierno, que "está cumpliendo con su deber". En ese sentido, dijo que la tarea se va a culminar "contra viento y marea". "Tenemos un mandato de los españoles, una mayoría sólida, tenemos un Gobierno estable", indicó.