hACE apenas tres décadas, concebir, y mucho menos fabricar, un automóvil como el probado esta semana, un Audi A5 Coupé 2.0 TDI de 177 CV, tracción delantera y caja de cambios manual de seis marchas, habría sido sencillamente imposible. A nadie en su sano juicio se le habría ocurrido pensar en crear un deportivo de altas prestaciones, carrocería cupé, carácter de gran turismo, equipamiento y terminación de lujo, con los últimos avances tecnológicos en confort, seguridad y conectividad, y además dotarlo de la sobresaliente economía de consumo de un motor diésel. No era posible idearlo y bastante menos construirlo, tan solo se podía desear como un sueño imposible. Pero esa es la magia de la tecnología, de la que Audi es un exponente de primera magnitud, la llave que nos abre la puerta a automóviles que nos colman de emociones y satisfacciones.

Hoy no solo existe un coche así, sino que un servidor lo ha disfrutado durante toda una semana a su completo antojo. Y solo puedo decirles que ha sido un auténtico placer, con mayúsculas, una experiencia gratificante, placentera, divertida, estimulante y solo momentáneamente dolorosa, precisamente a la hora de devolverlo a sus legítimos propietarios. Y apunto lo de momentáneamente porque, cuando uno ha aprovechado cada kilómetro recorrido, nada tiene que reprocharse; además, tampoco conviene acostumbrarse a lo excelente, porque luego se ha de volver a la cruda realidad del coche de todos los días.

Este precioso Audi A5 Coupé, y más todavía con el pack S-Line, unas espectaculares llantas de aleación de 19 pulgadas de diámetro, los pegajosos y llamativos neumáticos Pirelli P Zero en medidas 255/35 (de serie viene con 235/50 17), sus angulosas luces de día y adornado con un imponente color rojo, es de los coches que llaman la atención. Los comentarios de quien te conoce, las reiteradas preguntas sobre precio (a partir de 40.610 euros) y prestaciones, así como la curiosidad por acercarse y verlo de cerca -mejor incluso si pueden pasar a su interior-, han sido una constante, hasta el punto de advertirles de que no es un automóvil con el que uno pueda pasar desapercibido. No resulta estridente para nada, pero su presencia, porte, elegancia, deportividad y estatus son cualidades que le acompañan en todo momento.

EFICIENTE Y DEPORTIVO Estas características en otro tiempo fueron irreconciliables. Entonces, hubiera parecido ciencia ficción anunciar para un motor diésel de 1.968 centímetros cúbicos una potencia de 177 CV a 4.200 revoluciones por minuto (rpm), 380 Nm de par máximo de 1.750 a 2.500 vueltas, 230 km/h de velocidad punta y 8,2 segundos de 0 a 100 km/h junto a unos consumos homologados de 5,5 litros en ciudad, 4,1 en carretera y 4,6 de promedio, unas emisiones medias de CO2 de 120 gramos (no paga impuesto de matriculación) y asociado todo ello a un vehículo que mide 4,626 metros de largura, 1,854 de anchura, 1,372 de altura y 2,751 de distancia entre ejes, y pesa en vacío 1.470 kilogramos. Lo dicho, la magia de la tecnología Audi.

El propulsor de gasóleo es una auténtica delicia. Su rendimiento es ejemplar, por potencia, respuesta llena y progresiva, elasticidad (responde desde el ralentí y estira hasta entrar en la zona roja a 4.600 rpm), silencio mecánico, finura de funcionamiento y mínimos consumos. De diez. Solo quienes deseen sensaciones muy fuertes pueden pensar en mecánicas de mayores prestaciones, pero para lo que hoy permite la carretera, el sentido común y la normativa, es mucho más que suficiente. Además, los desarrollos de la caja de cambios -gracias, Audi- están per-fectamente calculados, tanto para un uso normal como para un manejo deportivo. Rodar a 50 km/h en cuarta por ciudad, viajar por autopista a poco más 2.000 rpm a 120 km/h de marcador, adelantar, acelerar, recuperar y disfrutar con la conducción, ya sea económica o dinámica, está a su alcance. También aquí de diez.

La respuesta del bastidor es claramente deportiva, no solo dinámica, sino un escalón por encima. Frenos, excelentes por tacto, dosificación y poderío; suspensiones, firmes y consistentes, quizá copien en exceso las irregularidades del firme, aunque garantizando un elevado nivel de confort; dirección, rápida, precisa y con la dureza adecuada al ritmo de marcha, mínima en las maniobras lentas y mayor a alta velocidad; y unos sobresalientes neumáticos garantizan una velocidad de paso por curva muy elevada. El A5 Coupé traza las curvas con un aplomo, confianza y seguridad sobresalientes, enlaza las series de virajes como si fuera un ligero compacto y se aferra al asfalto como un GT de los buenos. Es un coche que se disfruta en parado, contemplándolo, y que transmite sensaciones intensas y muy gratificantes tanto rodando rápido como a velocidades legales. De hecho, es tal su agrado de uso, que solo se me ocurre añadirle una caja de cambios automática secuencial y la tracción Quattro para rozar la perfección. Además, cuando se sobrepasa el elevadísimo límite de agarre de sus neumáticos, la respuesta es siempre noble, predecible y progresiva; se nota que dispone de mucha ayuda electrónica en esos casos.

Donde también hace gala de su carácter deportivo es en el tacto de sus mandos. Los pedales de freno, acelerador y embrague así como el manejo de la palanca de cambios poseen la consistencia, grado de dureza y precisión de un coche de talante racing, sin esa sensación de extrema suavidad, un tanto aburguesada y blandengue, que es más propia de berlinas de estatus. Por el contrario, esa personalidad deportiva de gran cupé pasa factura con una habitabilidad trasera y acceso a las plazas posteriores claramente mejorables, con el contenido maletero, su reducida boca de carga y una rueda de repuesto de emergencia. Asimismo, le vendría bien un retrovisor exterior derecho con efecto panorámico.

Por lo demás, el diseño, la ergonomía, la calidad, el montaje y la terminación del interior son sobresalientes, lo mismo que su completo equipamiento de serie, que puede luego crecer con exquisiteces como el Drive Select (con distintos modos de conducción) y un listado interminable de opciones para personalizar el A5 Coupé hasta límites insospechados. A la postre, este A5, en esta y en otras carrocerías y al igual que los selectos A7, premia a los clientes de Audi con un escalón superior en su prestigiosa gama de grandes automóviles, unos modelos sin duda nacidos fruto de la pasión por el automóvil con mayúsculas.