Dublín. La Comisión Europea, el Banco Central Europeo (BCE) y el FMI han llegado a la conclusión en su décima revisión del rescate de Irlanda de que el país está listo para abandonar este año su programa de ayuda y regresar a los mercados para financiarse. Fuentes del Ministerio irlandés de Economía indicaron que, como en anteriores ocasiones, se espera que la evaluación que los inspectores han desarrollado durante los pasados nueves días en Dublín sea "positiva" y recordaron que, hasta la fecha, todos los análisis de la Troika han sido "satisfactorios". Irlanda es, junto con Grecia y Portugal, uno de los países rescatados por la Unión Europea.

Aunque la triada tenía previsto dar a conocer ayer su veredicto sobre el cumplimiento de las condiciones del rescate, los inspectores han optado por retrasarlo hasta hoy, cuando Bruselas presentará las perspectivas macroeconómicas de la zona del euro y de la UE para 2013 y 2014.

Desde que Irlanda aceptó en noviembre de 2010 un rescate de 85.000 millones de euros, la Troika ha destacado cada trimestre la buena marcha del plan de ajuste del Gobierno, lo que ha convertido a este país en un modelo para los defensores de las políticas de austeridad. Para ello, ha pedido firmeza en la aplicación de los ajustes, a lo que Dublín ha respondido con unos presupuestos para 2013 encaminados a ahorrar 3.500 millones de euros a través de recortes del gasto público y de nuevos impuestos.

No obstante, el Ejecutivo irlandés de coalición entre conservadores y laboristas espera que los inspectores emitan señales que apunten hacia una ligera relajación en la aplicación del programa de recortes. Sus argumentos son que, desde 2009 y después de cinco presupuestos generales austeros, el país también necesita inyectar dinero en programas de estímulo que generen crecimiento y empleo.

De puertas afuera, esto ha convertido a Irlanda en un modelo para los defensores de las políticas de austeridad. El contexto, no obstante, está cambiando y el Gobierno de coalición entre conservadores y laboristas comienza a hacerse eco de la idea que recorre Europa de un tiempo a esta parte, que pide suavizar los ajustes para estimular el crecimiento.

El presidente irlandés, Michael D. Higgins, se unió ayer a este debate y reclamó ayer un "replanteamiento radical" de la política económica de la UE. Consideró que el caso de Irlanda ha sido "inusual" en el sentido de que "ha aceptado" unos niveles altísimos de austeridad porque, "por decirlo de una manera educada, somos pragmáticos", explicó.