MADRID. El Gobierno de Mariano Rajoy reconoce que la receta de la austeridad está agravando la salud del enfermo. Las consecuencias son tan severas que ya no las puede ocultar bajo el embozo de los recortes como único antídoto a la crisis. Según la hoja de ruta de los ajustes enviada ayer a Bruselas, el Programa Nacional de Reformas 2013, las políticas de consolidación fiscal tendrán un impacto negativo del 2,58% este año en el Producto Interior Bruto español y no aportarán valores positivos -limitados al 0,7%- a la economía hasta dentro de diez años.

Los recortes también lastrarán el empleo hasta final de año en un 1,9%, justo el mismo porcentaje en el que se destruyeron puestos de trabajo en el primer trimestre de este año, lo que se ha traducido en 322.300 ocupados menos. Las previsiones apuntan a un impacto positivo del 9,12% en el largo plazo de una década.

La Comisión Europea analizará las próximas semanas el programa de reformas y anunciará a finales de este mes si da a España dos años más para reducir su déficit en función de ese itinerario ceñido exclusivamente a la consolidación fiscal. El PP reconoce abiertamente que los sacrificios no tendrán efectos positivos en la economía a corto plazo. Es una cuestión que no admite discusión, como tampoco lo hace el nulo margen de maniobra del Ejecutivo central para negarse a seguir las exigencias de sus socios tras haberse asomado España al borde del abismo del rescate varias veces los últimos meses, después del relevo en La Moncloa.

Donde sí hay debate abierto es en relación a acompasar la austeridad con medidas de estímulo de la economía precisamente para paliar las consecuencias negativas de los ajustes. Y ahí Rajoy no está dispuesto a asomar la cabeza de la trinchera de los ajustes, ni al parecer tampoco a asumir el desgaste. Si el viernes envió al frente a sus tres ministros más destacados -Soraya Sáenz de Santamaría, Luis de Guindos y Cristóbal Montoro- a reconocer el fracaso de su lucha contra el paro, ayer llegó el momento de cuantificar las consecuencias negativas de las reformas. Su gobierno se despachó ese trance publicando el plan de ajustes en la web de La Moncloa poco después de enviarlo a Bruselas. Nadie le puso voz y Rajoy no informará en el Congreso de las actuaciones hasta el próximo 8 de mayo.

63.000 millones de ajuste El Gobierno español detalla en las 192 páginas del informe las nuevas medidas aprobadas el pasado viernes en consejo de ministros y hace balance de las ya aplicadas, poniendo el acento en que desde la llegada del PP a La Moncloa se han puesto en marcha medidas por un valor equivalente a seis puntos del PIB. O lo que es lo mismo los recortes de 2012 y 2013 supondrán un ajuste de cerca de 63.000 millones de euros. Una cifra de vértigo que no evitará que se desborden los estrechos límites del déficit, al tiempo que tardará cuatro años en traducirse mínimamente en crecimiento económico y toda una década en hacerlo con fuerza suficiente para dejar atrás el actual ciclo.

De hecho, el Programa de Reformas oficializa la modificación del panel de previsiones del Ejecutivo central, con una caída del PIB para este año del 1,3% frente al 0,5% de la estimación anterior y una prolongación hasta 2016 de los actuales registros récord del paro. Ese negro horizonte también se verá oscurecido por las nubes de la subida del IVA, que seguirán recortando recorrido al PIB y al empleo dentro de diez años, según reconocen los populares.

Pincelada a pincelada el cuadro evoca el paisaje árido de un bosque quemado, que puede llegar a tardar más de un siglo en borrar la huella de las llamas. En el caso del incendio de España, el humo no desaparecerá antes de 2016 y en 2023 todavía se notarán sus efectos. El plan de ajustes enviado a Bruselas implica el reconocimiento de que la legislatura de la mayoría absoluta del PP está tan perdida para la recuperación económica como consagrada estrictamente al control del déficit.

El panorama que dibuja es tan negativo que el portavoz del Grupo Popular en el Congreso, Alfonso Alonso, anticipó la bronca que se producirá la próxima semana cuando comparezca Rajoy.

Alonso pidió a la oposición que acuda a ese pleno con espíritu constructivo, que presente sus alternativas "en caso de que las tenga" y que "no se deje arrastrar por la demagogia y los discursos fáciles". El problema es que donde el Gobierno del Estado ve "coraje" en las reformas para "marcar el camino de salida de la crisis", el resto de los partidos políticos solo ve un estrepitoso fracaso.

Los socialistas consideran que la comparecencia del presidente llega demasiado tarde y rechazan el patrón de austeridad sobre el que se recorta la acción de gobierno. El secretario general del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, continúa buscando su sitio con el caballo de batalla del ofrecimiento a Rajoy de un pacto nacional frente a la recesión.

La portavoz socialista en el Congreso, Soraya Rodríguez, insistió en esa idea tras criticar al presidente por "irse de puente" en lugar de explicar a los ciudadanos la letra pequeña de las nuevas medidas.

"Les falta coraje para hablar a los alemanes y les sobra arrogancia para hablar a los españoles", dijo Rodríguez. El primer partido de la oposición quiso dejar claro que el gran acuerdo que plantea no es para compartir la política de ajustes del PP, sino para hacer que la rectifique. Para ello, piden a Rajoy que "plante cara" a Europa rompiendo el papel en el que Bruselas le ha recetado la penitencia de la consolidación fiscal.

Mariano Rajoy, el pasado lunes en Madrid. Foto: efe

los datos

-1,9%

l pérdida de empleo. La memoria del Programa de Reformas enviada a la Comisión Europea admite que las políticas de ajustes tendrán un impacto negativo cercano al 2% en el empleo este año. Tomando como referencia la EPA del primer trimestre de este año, podrían destruirse en torno a 322.300 puestos de trabajo por los recortes del PP.

El Gobierno central envía a Bruselas el plan de ajustes que permitirá ampliar dos años el plazo para bajar el déficit

Rajoy mantiene su silencio y no explicará hasta la próxima semana las nuevas medidas de ajuste

El PSOE exige a Madrid que plante cara a Europa y el PP pide

a la oposición que no caiga en la demagogia