El drama es un elemento que no puede faltar en ninguna cumbre comunitaria y ayer no fue la excepción. El segundo intento por cuadrar el presupuesto de la Unión Europea para el período 2014-2020, tras el fracaso de noviembre, no arrancó con buen pie. El presidente del Consejo Europeo, Herman van Rompuy, pospuso hasta en tres ocasiones el inicio de una reunión extraordinaria dominada por las exigencias de recorte presupuestario planteadas desde los países que forman el club de la austeridad, encabezados por el primer ministro británico, David Cameron. Al cierre de esta edición los 27 líderes de la UE seguían negociando una propuesta que de salir adelante supondrá el mayor tajo de la historia comunitaria.

El encuentro, que debía comenzar a las tres de la tarde, se hizo esperar. El político flamenco echó mano de los encuentros bilaterales para ir limando diferencias que seguían vivas al inicio de la reunión, con seis horas de retraso. A un lado los países amigos de la tijera y de minimizar lo máximo posible el gasto europeo con Holanda, Suecia, cada uno con su propia agenda, y, por supuesto, Reino Unido. Su primer ministro, David Cameron, llegó de nuevo con la postura más radical de todas, insistiendo en que Europa no puede ser inmune a la ola de austeridad que recorre Europa. "Cuando estuvimos aquí en noviembre del año pasado las cifras eran muy elevadas. Tienen que ser rebajadas y si no lo son no habrá acuerdo", avisó.

Entre los objetivos de Cameron: conseguir un presupuesto inferior al actual, recortar el gasto en eurofuncionarios en varios miles de millones y preservar lo que se conoce como "cheque británico", una privilegio sin fecha de caducidad que obtuvo Margaret Thatcher en 1984 y que hace que Reino Unido pague menos de lo que debería al presupuesto comunitario en relación a su PIB. Un sobre que obtuvo para compensar los importantes subsidios agrícolas que recibían otros países como Francia y que ascendió en 2011 a 3.000 millones de euros. Un caramelo al que aspiran otros países como Suecia para mejorar su saldo presupuestario.

Enfrente, los socios de la cohesión apoyados por una Francia que exigió preservar, como principal beneficiario que es, las ayudas agrícolas y los fondos para el crecimiento. "Si para buscar un acuerdo a cualquier precio Europa tiene que olvidarse de las políticas comunes, de la agricultura e ignorar el crecimiento no, no estaré de acuerdo", advirtió a su llegada. "Vengo en busca de un acuerdo que sea posible, si no es razonable intentaremos razonar pero hasta un límite", añadió. Junto a él, Mariano Rajoy y Mario Monti, protagonistas ayer de la primera reunión en petit comité y que aspiran también a minimizar el impacto de los recortes.

Y en medio una Angela Merkel con un perfil más bajo del habitual que abogó por "controlar el gasto" pero también por "ser solidarios entre los contribuyentes netos y los países receptores". Una postura que pone de manifiesto las pocas ganas que tiene de enzarzarse en una batalla política con un Parlamento Europeo que, como colegislador que es, tiene derecho a veto y ha amenazado con ejercerlo. "Estamos dispuestos a hacer concesiones pero no dejaremos amputar el presupuesto europeo", advirtió su presidente, Martin Schulz, que como es habitual participó en la primera parte de la cumbre. Aunque al cierre de esta edición no había trascendido la cifra, el recorte barajado en los últimos días oscila ronda los 15.000 millones de euros respecto a la última oferta de noviembre, que ya recortaba en 80.000 millones la propuesta inicial de la Comisión y 26.000 respecto al dinero del período 2007-2013. Schulz no quiso anoche entrar en cifras concretas pero advirtió que considera la propuesta "retrogada", con prioridades que no son las del Parlamento Europeo porque "todo lo que concierne a la innovación ha sido eliminado", y que consolidará un presupuesto deficitario que ya estuvo al borde de la insolvencia el año pasado cuando la Comisión se quedó sin fondos para afrontar los pagos de los dos últimos meses. La Eurocámara exige flexibilidad para traspasar partidas de una rúbrica a otra y de un año a otro así como una cláusula de revisión a medio plazo. De no obtener un acuerdo satisfactorio, el socialista alemán advirtió que hay líderes de los grupos políticos de la cámara que ya le han transmitido la intención de solicitar el voto secreto -se necesitan 150 firmas- como una forma de escapar a las presiones de los gobiernos porque ante un mal acuerdo prefieren prorrogar el presupuesto de 2013, el más generoso que ha tenido nunca la Unión.