no. No pretendo hablar de quien fuera mito erótico de los años 60 del pasado siglo, la francesa Brigitte Bardot. En realidad son las iniciales de dos localidades europeas que esta semana reclaman mi atención y estas líneas en la medida de que en ellas se refleja con claridad la incapacidad de algunos políticos, así como las inevitables consecuencias de la crisis y la incomprensión social. Se trata de la B de Bruselas, sede de las instituciones de la UE y escenario del último fracaso negociador para los presupuestos 2014-2020, y la B de Beasain, domicilio social de CAF, que anuncia un posible ERE para el próximo semestre.

En la considerada capital europea, la mesa negociadora (jefes de Estado y de Gobierno de los países de la UE) se reunió esta pasada semana para fijar los gastos comunes de la Unión en el septenio 2014-2020. Pero la única conclusión ha sido citarse de nuevo para la primavera de 2013. Vamos, que organizan una cumbre europea extraordinaria solo para decidir la celebración de otra reunión similar. Oigan ustedes, señores gobernantes, con los avances tecnológicos actuales… ¿por qué no celebran una conferencia audiovisual y se dejan de gastos superfluos? Después de todo, tanto el presidente del Consejo, Herman Van Rompuy, como el resto de negociadores, sabían que no iban a llegar a un acuerdo. No tiene sentido hablar de austeridad y gastar unos miles de euros en comilonas.

En efecto, era más que previsible el fracaso de esta reunión porque el método para negociar las cuentas europeas está viciado en su inicio y en la composición de la mesa negociadora, cuyos integrantes acuden a Bruselas con el consabido "qué hay de lo mío", porque no se trata de negociar con una lógica europeísta sino de presentarse ante la opinión pública de sus respectivos países como los conseguidores de prebendas y partidas presupuestarias. Mientras tanto, el Parlamento Europeo vive las negociaciones desde la barrera de la inutilidad.

La cumbre ha discurrido por cauces absurdos. Se trata de negociar un presupuesto que apenas significa el 1% del PIB europeo. Hablamos de poco dinero, pero de mucha imagen mediática ante sus respectivas opiniones públicas. Así, los países contribuyentes netos piden mayores recortes, para justificar la política económica que desarrollan en sus países, mientras que los socios que reciben ayudas pretenden que no se reduzcan. Ahora bien, ¿dónde está el proyecto común europeo y sus principios de solidaridad enunciados en todos los tratados, empezando por el que se firmó en Roma en 1957?

Así no vamos a ningún sitio. Más aún. La ineficacia de Bruselas hace que los europeístas coincidan en su opinión sobre la UE con los euroescépticos, como David Cameron, quien autoinvestido como adalid del contribuyente europeo, afirmaba que: "La Comisión no ha ofrecido ni un euro de recortes; que no lo haya hecho es un insulto al contribuyente". Y, sin empacho alguno, valora la UE como una viciada maquinaria de derroche gestionada por irresponsables que se niegan a hacer los recortes necesarios con ánimo de seguir viviendo con privilegios intolerables: sueldos de fábula, pensiones de ensueño, complementos rayanos en la corrupción.

La segunda inicial del titular nos lleva a la localidad guipuzcoana de Beasain, donde tiene su sede la empresa CAF que esta semana anunciaba su intención de presentar un ERE para el primer semestre del próximo año, justificado en el descenso de la carga de trabajo en este periodo. Un anuncio que deja dos puntos sobre los que reflexionar. El primero pone énfasis en la gravedad de la crisis ya que se trata de una de las empresas vascas más competitiva en los mercados exteriores. Si esto ocurre en la CAF…, ¿qué puede ocurrir en otras empresas?

El segundo punto se refiere a las primeras reacciones sindicales que ponen énfasis en que la empresa está firmando "un montón de contratos", pero que todos ellos se desarrollarán en el extranjero, por lo que ha reivindicado que "traiga trabajo tanto a Beasain como a Irun". La reivindicación parece lógica a primera vista. Sin embargo, hay que tener en cuenta la letra pequeña de este tipo de contratos, donde es habitual incluir la obligatoriedad de que parte de los trabajos se desarrollen en el país contratante como una medida de industrialización, así como de creación de empleo.

Si esto es así en este caso, resulta incongruente apelar a la carga de trabajo en el extranjero en la medida que ha sido uno de los factores que ha favorecido la internacionalización de CAF. En este sentido, hay que señalar que las ventas en el exterior representaban el pasado 30 de septiembre el 81% de sus ingresos y que los beneficios habían descendido casi un 10%, mientras que la cartera de pedido ascendía a 4.859 millones de euros.

No cabe duda de que la reforma laboral impuesta por el Gobierno español facilita la solicitud de ERE y que, en muchas ocasiones, son el fruto de especulaciones empresariales. Por ello, lo que hace falta es saber si el anunciado ERE responde a criterios objetivos dentro de la carga de trabajo de las plantas que CAF tiene en Euskadi.

Permítanme que concluya con una sugerencia también relacionada con la B: presten atención a las condiciones que impondrá Bruselas para el rescate de la (B) banca española y en especial Bankia.