atenas. La crisis por la que atraviesa el país heleno parece no tener fin. Y es que cuando muchos griegos creen haber tocado fondo, los organismos financieros internacionales le recuerdan que no es así. El Gobierno griego y la troika que forman BCE, FMI y Unión Europea están muy cerca de llegar a un acuerdo sobre el nuevo paquete de medidas de austeridad a cambio del siguiente tramo de ayudas para esquivar la bancarrota. El ministro de Finanzas heleno, Yannis Sturnaras, llegó a asegurar ayer que "el paquete está cerrado" si bien la Comisión Europea matizó después que aún quedan flecos por resolver para que el acuerdo sea definitivo.
La exigencia de medidas de flexibilización laboral -sumadas a las medidas de recorte por valor de 13.500 millones de euros ya pactadas- habían puesto en peligro este acuerdo y conducían a Grecia al abismo, ya que los socios progresistas del Gobierno de coalición se habían negado a ratificarlas. Entre las medidas exigidas por la troika destacaban algunas tan duras como la ampliación de la semana laboral a seis días, la reducción de las indemnizaciones y el tiempo de notificación por despido. Sin embargo, tras una reunión extraordinaria del consejo de ministros, el titular de Trabajo, Yannis Vrutsis, aseguró que se estaban dando "pasos en dirección a mejorar el texto original de la troika en temas laborales". Poco después, Sturnaras anunció la consecución del acuerdo, que luego fue desmentido por Bruselas. "Se ha logrado un progreso sustancial en las negociaciones con Grecia, pero quedan varios asuntos pendientes para poder alcanzar un acuerdo", señaló el portavoz económico de la Comisión, Simon O'Connor. Se da por hecho que la troika dará un plazo a Atenas de dos años para poner en marcha algunos ajustes, aunque Alemania aseguró ayer que no tiene "conocimiento alguno" sobre ese asunto.