Vitoria. Hubo un momento a mediados de julio en que el acuerdo se palpaba con las manos. Las condiciones se ajustaban a la realidad y el futuro de Laminaciones Arregui (Celsa Atlántic) pasaba a un nuevo escenario. Con menos trabajadores y varios de los derechos amputados, cierto, pero a una nueva fase, desde luego mucho menos tensa que en la que se encuentra en estos momentos. Abiertas discrepancias entre ambas partes provocaron el hartazgo de la dirección, que amparada por la nueva reforma laboral decidió tirar por el camino de en medio. Entre junio, julio y lo que va de agosto despidió a 126 trabajadores -algunos recibieron la carta de despido en su propio domicilio a manos de un notario-, y antes de que concluya esta semana tiene previsto destituir a otros 40, lo que elevaría la cifra global a casi 170. Según ha podido saber este diario de fuentes sindicales, una veintena podrían haber recibido la triste noticia en la jornada de ayer, mientras que al resto se le aplicaría la misma medicina el jueves o viernes como muy tarde.
Así las cosas, resulta extraordinariamente incierto el camino que la dirección pretende llevar a cabo en relación al futuro de la compañía en Álava, máxime cuando el número de operarios que han decidido romper la huelga indefinida y regresar a sus puestos de trabajo aumenta cada día. Ayer sin ir más lejos se reanudó la actividad en las plantas de Vitoria y Urbina con 110 trabajadores, según contabilizaron algunos de ellos, si bien en el exterior, donde aguardaba otro numeroso grupo de críticos con la empresa, Nando Anguiano rebajaba esa cifra hasta los 60 "como mucho". Ayer, al igual que en julio, los operarios que quisieron acudir a sus puestos de trabajo lo hicieron en dos autobuses y escoltados por la Ertzaintza.
Esta cifra de arrepentidos podría seguir aumentando a lo largo de la jornada de hoy con otros treinta nuevos operarios si se suman los que estos días regresan de vacaciones y los que previsiblemente darán el paso cansados de una situación insostenible y enquistada desde el pasado mes de mayo. Llegado el caso se da por hecho que la puesta en marcha de ambas plantas al 100% sería suficiente con ese número de trabajadores, lo que provocaría un dilema en la dirección del grupo catalán: o seguir adelante con su planteamiento inicial -para el mes de noviembre el desmantelamiento de las dos fábricas estaría concluido- o reconducir la situación para responder precisamente ante el compromiso de parte de su plantilla.
desgobierno sindical La crispación sindical que estos días se vive en la empresa, sin embargo, no invita a pensar que Celsa decida mover ficha en favor de esta parte de los trabajadores. El despido por parte de la empresa de cuatro sindicalistas -dos de ELA y dos de LAB- el pasado jueves por "amenazar de muerte" a algunos trabajadores, y la dimisión de Asier Giraldo como presidente del comité de empresa un día después ha provocado un peligroso caldo de cultivo y un desgobierno sindical del que, por el momento, se desconocen las consecuencias. La identidad del nuevo presidente continuaba sin estar resuelta a última hora de ayer, si bien algunas centrales ya maniobraron en la sombra para tratar de ganarse la confianza de sus compañeros. En este contexto tampoco resultaría favorable la denuncia que el comité presentó en su día ante el Juzgado de lo Social contra el ERE que la empresa presentó contra sus 352 trabajadores y cuyo fallo se conocerá en las próximas semanas. De resultar favorable a los trabajadores, Celsa se vería obligado, en teoría, a readmitir a todos los despedidos, si bien no existe certeza ninguna de que esto será así. La misma Inspección de Trabajo ya reconoció en un dictamen antes de agosto que las alegaciones para la presentación del ERE no eran reales, si bien a estas alturas a nadie se le escapa tampoco que si finalmente se ha de reanudar la producción será con menos gente de la que se necesitaba hasta ahora.