"Es el encierro más largo de la historia de la empresa pero por ahora dicen que están bien y no tienen intención de salir", comenta David Fernández Priede, delegado sindical del pozo Santiago, situado en el término de Aller (Asturias) sobre sus tres compañeros que permanecen desde hace 26 días encerrados a unos 450 metros de profundidad. "Ellos están en la planta novena, en la sala de baterías, a unos 450 metros de profundidad pero el pozo baja hasta cerca de los 700 metros", informa uno de los mineros que hacen guardia junto al teléfono por el que se comunican con ellos por si surge algún problema. Cada día el embarcador baja a llevarles su comida diaria. Intentan hacerlo siempre a la misma hora para que puedan seguir un horario aunque después de tantos días solo con luz artificial les resulta difícil. "Cada vez nos cuesta más seguir un ritmo normal, muchos días no conciliamos el sueño hasta las 03.00 horas de la mañana y luego dormimos durante el día", explica Héctor, uno de los mineros que desde el 28 de mayo lleva encerrado junto a sus compañeros Cecilio y Óscar.
Las condiciones en las que se encuentran son muy malas pero ellos afirman estar bien y los médicos de la empresa Hunosa, responsable del pozo Santiago, así lo corroboran. Los galenos de la compañía estatal están muy pendientes de su estado de salud y bajan a examinarlos cada dos días para conocer su evolución. De hecho, fueron cinco los mineros que comenzaron el encierro el 28 de mayo pero dos tuvieron que volver al exterior por motivos de salud. A pesar de las evaluaciones positivas de los médicos, tanto los tres que se encuentran en pozo Santiago como los cuatro que permanecen en el pozo Candín (La Felguera) recibirán la próxima semana la visita de un psicólogo que analizará su estado mental. "Es muy duro estar tanto tiempo encerrado, ahí abajo, sin ver la luz del sol... yo no podría", señala uno de sus compañeros mientras se acerca con la comida. "Están constantemente a 26ºC, con una humedad permanente del 90% y asistidos por un circuito de ventilación artificial que no está construido para que alguien pase tanto tiempo seguido allí", explica Fernández.
cartas, paseos y prensa En los 26 días que ayer cumplieron bajo tierra se han convertido en unos expertos en todo tipo de juegos de cartas. "Matamos el tiempo con las cartas y los juegos de mesa, también damos paseos y leemos la prensa. Por cierto, ya era hora de que nos hicieseis caso que llevamos mucho aquí", replica Héctor. A pesar de que en otras situaciones similares las empresas siempre han permitido que los representantes de los trabajadores bajasen a visitar a los encerrados, en esta ocasión Hunosa ha puesto más trabas de las habituales.
Por el momento, además de los embarcadores que les proporcionan la comida y los doctores que revisan su estado, tan solo el delegado de seguridad ha podido hablar con ellos cara a cara. "Otras veces se permite bajar al delegado sindical principal pero esta vez se negaron a que les acompañase por no pertenecer a la comisión de seguridad", cuenta Fernández. "Al menos el delegado de seguridad se queda un rato a hablar con nosotros después de que se vaya el médico, siempre viene bien estar con alguien diferente", afirma Héctor.
A pesar de no poder estar junto a ellos, ayer sus compañeros, familiares y amigos organizaron una marcha a pie desde Mieres hasta las jaulas del pozo Santiago donde les brindaron su apoyo. Tras cantar el Santa Bárbara bendita, himno de los mineros, con el puño en alto y al unísono las decenas de mineros presentes les dieron ánimos al grito de ¡Aguantad compañeros!