Madrid. Rodrigo Rato, expresidente del FMI, exvicepresidente del Gobierno y exministro de Economía con el PP, presentó ayer su dimisión al frente de Bankia y de su matriz, Banco Financiero y de Ahorro (BFA), por considerar que "es lo más conveniente para esta entidad". La razón de esta marcha es su gestión al frente de la cuarta entidad financiera del país, a la que deja con una exposición a fondos tóxicos de casi 37.500 millones de euros y el anuncio de que deberá ser reflotada con ayudas del Gobierno que podrían variar entre los 7.000 y los 10.000 millones de euros. La renuncia de Rato, comunicada anticipadamente al presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, explica porqué éste, apenas unas horas antes, dejaba la puerta abierta a la financiación de deuda bancaria con dinero público sin que esto, como hasta ahora, conlleve la nacionalización de la entidad. El presidente se mostró partidario de inyectar fondos públicos en algunas entidades para sanearlas, "pero sólo si fuera necesario y en última instancia". Es un decir, porque el Ejecutivo ya prepara la chequera para, con el dinero de todos (hasta 10.000 millones), salvar a Bankia sin intervenirla. Estas declaraciones suponen la enésima ruptura de sus promesas electorales, pero a Rajoy le da igual y defiende que hará "lo que tenga que hacer, aunque dijera que no lo iba a hacer". Y tanto que lo dijo, ni más ni menos que en el debate electoral previo a las elecciones de noviembre: "No pienso dar un euro de dinero público (a la banca) como han hecho ustedes", espetaba a Rubalcaba.
Pero lo peor no es que el PP vaya a pagar deuda privada de bancos con dinero público, lo peor es cómo se financiarán estas operaciones en un contexto de ajustes desmedidos y con el objetivo draconiano de dejar el déficit en el 3% el próximo ejercicio. La respuesta la hilvanó también ayer el propio Rajoy: una subida de impuestos. Y es que el presidente afirmó que espera no tener que subir el IVA en 2013 (otra promesa electoral), pero dejó claro que "lo hará" si lo considera necesario para "ayudar a sacar a España de la crisis".
En una entrevista con Onda Cero, Rajoy anunció para el viernes decisiones "importantes" para el sector financiero. "Estamos elaborándolas en este momento, no quiero adelantar acontecimientos, pero el objetivo fundamental es no haya dudas, que haya claridad y que se logre que los bancos españoles puedan financiarse fuera de España para que comience a fluir el crédito en España", señaló. Esta declaración, hecha con la vista puesta en los mercados, sólo puede significar una cosa según varios analistas: que el Estado respalde de alguna manera y con su propio capital o los recursos del país, la deuda de los bancos.
El problema del sector sigue siendo su alta exposición al ladrillo, absolutamente devaluado tras la quiebra de Lehman Brothers (los pisos no valen lo que dicen los bancos). Así que el problema es que las entidades han de desprenderse de esos fondos tóxicos y la duda es cómo hacerlo. Los bancos quieren vender al precio de tasación a bancos malos, pero Rajoy, que afirmó no ser partidario de esa figura y señaló que su intención es que "se fije el precio real de las viviendas que han quedado en manos de las entidades financieras para sacarlas a la venta, aunque pierdan dinero todos". "Esa es la operación que tenemos en marcha y es la que vamos a tratar en el próximo Consejo", indicó Rajoy. Pero el problema es quién pagará los platos rotos, es decir la diferencia de valor entre un piso vendido a su precio real en vez de al inflado. La respuesta, atendiendo al discurso de Rajoy, es que será el Estado. El presidente afirmó que la posible inyección de dinero público en estas operaciones "no comprometerá el objetivo de déficit". Volviendo al desencadenante de esta nueva renuncia, es decir a la caída de Rato y a la crisis de Bankia, lo sorprendente es que el ya expresidente de la entidad se marcha sugiriendo el nombre de quien ha de sucederle. Rato propone como su sustituto a José Ignacio Goirigolzarri, ex consejero delegado del BBVA. En opinión de Rato, Goirigolzarri es "la persona más adecuada para liderar este proyecto en estos momentos". La inesperada salida de Rato, que ha defendido la viabilidad en solitario de Bankia, se produce en un momento complicado para la entidad debido a las dudas que ha generado su alta exposición al sector inmobiliario (37.500 millones).