Vitoria. Aunque no lo aparenta, el padre de Hiriko es un manojo de nervios. En vísperas de su presentación mundial en Bruselas reconoce a este periódico desde su despacho en el edificio Alas que duerme poco y sueña mucho. Se sabe ante el momento empresarial, probablemente, más importante de su vida. Y la tensión se nota. En juego, al margen de su dinero, un prestigio forjado a lo largo de mucho tiempo.

¿Qué espera de la presentación?

La ilusión porque salga adelante un proyecto que estás convencido de que es viable.

No todo el mundo lo ve así. Sigue latente la sensación de que es un bluff...

Me consta que algunas instituciones no sé si lo han llegado a entender o comprender bien, pero mi sensación es que Hiriko no sólo no es humo sino que es posible, viable y necesario.

¿Echará de menos a alguien en la presentación del martes?

Hombre, la verdad es que nos hubiera encantado estar acompañados por el lehendakari. Nos ha dado mucha pena que no haya acudido porque su figura podría habernos ayudado mucho a todos... Se presupone que lo complicado de la situación y de su agenda le han imposibilitado estar aquí. Hubiese sido muy bueno su espaldarazo.

Cuesta creer que a una persona como usted, históricamente ligada al motor y a la gasolina, le dé ahora por lo verde. ¿Por qué?

Me he vuelto un gran defensor del medioambiente, de evitar el ruido. No sé si será la edad (risas), pero te vas dando cuenta de que este tipo de contaminación te va consumiendo, poniéndote de mala leche... Poder llegar a entender que eso se puede evitar relativamente fácil con tecnología puntera es algo real.

¿Dónde está su punto de inflexión hacia ese espíritu verde?

Probablemente todos hayamos sido muy poco amables con la naturaleza, y yo el primero. Pero el paso de los años y las tendencias sociales te van volviendo sensible en este aspecto y te hacen cambiar. ¡Yo he cambiado en este punto! Toda mi vida gira en estos momentos en torno a la búsqueda de la sostenibilidad, de ser capaz de dejar algo saludable a las próximas generaciones.

¿Esta corriente que usted defiende es imparable?

Creo que sí y creo que formamos parte de ella de forma muy importante. Y créame que hablo con conocimiento de causa porque llevamos más de un año compitiendo en un rally ecológico en Europa donde hemos conocido proyectos increíbles, gente que es capaz de alimentar su motor con un tipo de aceite extraído de las patatas en sus casas y que además funciona. Es fantástico y admirable ver que existe una comunidad mundial cada vez más grande interesada en contactar y compartir este tipo de conocimientos contigo.

¿Tiene la sensación de que a Hiriko se lo valora más fuera que en casa?

Por desgracia es así, absolutamente. El interés que ha despertado el proyecto en Europa es constante desde que se anunció y lo vemos todos los días. En ese sentido de interés por las nuevas tecnologías y el suministro de nuevas energías nos llevan todavía mucha ventaja. Nos falta conocer, viajar más.

El vehículo saldrá a la venta con un coste aproximado de 12.500 euros. ¿No es caro teniendo en cuenta las prestaciones que ofrece?

No, no. Si lo comparamos con un coche normal, tendrá una tecnología infinitamente superior y con unos costes de manutención y consumo ridículos. Aspectos como las robo-ruedas, que agruparán el amortiguador y el freno, es tecnología punta y redundan en ello.

¿Cree que existe demanda privada?

Estoy convencido de que muchos alaveses comprarán un Hiriko a partir del año que viene.

¿Dónde estará la primera fábrica?

En Vitoria y a lo largo del año que viene. Queremos que la ciudad pueda presumir de este proyecto, que sea el de todos. Montar una especie de Mercedes en pequeñito donde los proveedores, que son socios, puedan enviar sus módulos.

¿Está abierto el proyecto a nuevos socios?

Estamos diferenciando entre socios industriales -los que fabrican cada módulo- y habrá otro tipo de socios como entidades financieras o capitales privados.

Ni el Gobierno Vasco, ni SEA, ni la Cámara de Comercio le van a acompañar el martes. ¿Por qué?

No lo sé, de verdad. Pero nos encantaría. Este es un proyecto de país y de futuro, una apuesta nuestra que queremos que redunde en Euskadi, en el sector de la automoción, en el empleo... Ojalá todo el mundo lo inteprete en esta clave y deje de lado otros intereses.

Un aspecto fundamental en el tema de los coches eléctricos es el suministro, la recarga de sus baterías en las llamadas 'electrolineras'. ¿Puede darse el caso de que llegue el coche antes que el enchufe donde poder recargarlo?

Es cierto que en este tema existe un poco de descontrol. Hay muchas ideas, empresas, intereses... pero está pendiente una homologación genérica que valga para casi todos los vehículos eléctricos, una especie de enchufe único. En nuestro caso, con la recarga nocturna sería suficiente para circular durante todo el día, de ahí el acuerdo que firmamos hace unos días con el Ayuntamiento.

¿El apadrinamiento de Barroso y el fichaje de Gaspar, expresidente de Mercedes, sirven para disipar las dudas en torno a este proyecto?

Todo el mundo que lo ha conocido y visto se ha quedado enamorado y ha apostado por él. Que está asentado y es viable, insisto, no tengo ninguna duda. Va a ser una maravilla, pura electrónica.