Vitoria. Con el diferencial de la deuda respecto al bono alemán disparado en cerca de 550 puntos, los intereses en el mercado secundario en torno al 7,25%, y el 120% de su PIB hipotecado, Italia, objetivamente, está al borde del rescate y, lo peor es que amenaza con arrastrar en esa deriva a otros países periféricos, entre ellos España. Y es que el Ibex 35 perdió ayer un 2,09% y la prima de riesgo de los bonos hispanos a 10 años repuntó hasta los 407 puntos básicos. Aunque la situación para la deuda española está aún lejos de los riesgos que en estos momentos soporta Italia, hay que recordar que los tres países rescatados anteriormente (Grecia, Irlanda y Portugal) hubieron de pedir ayuda en el umbral de los 500 puntos básicos de diferencial.
Por ello no sólo desde España, sino desde la propia Italia, desde la Unión Europea y desde los mercados se exigen medidas y, la primera de ellas, ha de ser que el gabinete de Berlusconi apruebe las medidas correctoras prometidas a Bruselas (reforma laboral, retraso de la edad de jubilación, exigencia constitucional de equilibrio presupuestario y enajenación de bienes públicos. La segunda exigencia, ineludible ya, es la cabeza política de Il Cavaliere. Sólo así Europa, los socios de Italia, la oposición y los mercados volverán a creer en la seriedad del país para soportar el ataque de los especuladores.
Anuncio Y en eso parece que está aplicándose el presidente de la República. Giorgio Napolitano adelantó ayer que este fin de semana se aprobarán los Presupuestos de 2012, que en esa planificación de gasto es en la que se incluirán las medidas correctoras exigidas desde Bruselas y que, seguidamente, rodará la cabeza de Berlusconi.
Napolitano, para tratar de calmar ayer la escalada alcista de la deuda italiana, aseguró que "no hay ninguna incertidumbre" de que Il Cavaliere dimitirá "después de aprobar las reformas económicas exigidas por la UE", y precisó que "en breve" se formará un nuevo Gobierno que pueda tomar "decisiones adicionales" o "se disolverá el Parlamento" para convocar elecciones generales "lo antes posible". Según explicó en un comunicado, las opciones serán "o un nuevo gobierno en poco tiempo o la disolución de las Cámaras".
Napolitano precisó que los temores acerca de que pueda proclamarse en Italia "un prolongado periodo de inactividad gubernamental o parlamentaria" son "infundados" ya que "es posible aprobar en cualquier momento decretos de urgencia". Ante la situación "alarmante" que sufre el país, el presidente de la República precisó que la ley de estabilidad, que contiene las medidas aprobadas por Bruselas, tendrá que aprobarse en el Parlamento "en los próximos días", como también exigieron los presidentes de las Cámaras, Renato Schifani y Gianfranco Fini.
Prisa Ante esta presión, el Gobierno italiano cedió ayer y aceptó que la los Presupuestos Generales para 2012 sea aprobados en el Parlamento este fin de semana. Los plazos no los estableció Berlusconi, que ya no cuenta con mayoría en la Cámara de Diputados para garantizar la imposición de sus criterios, sino la junta de portavoces de las dos cámaras legislativas (Parlamento y Senado). Está previsto que el texto de las cuentas del Estado llegue mañana al pleno del Senado, donde se espera que se aprueben ese mismo día, puesto que tanto la mayoría en el poder como la oposición han retirado todas las enmiendas. Tras la aprobación en el Senado, el texto pasará el sábado a la Cámara de los Diputados para su aprobación definitiva, que podría tener lugar ese mismo día o aplazarse al día siguiente.
No hay dinero Y mientras esto sucede, la eurozona aguarda agazapada, más que nada porque sin la ampliación pactada para el fondo de rescate (debe estar dotado con un billón de euros), no hay fondos para intervenir en Italia. Por el momento la estrategia es negar que vaya a haber un rescate (de los 440.000 millones de euros teóricamente disponibles, sólo quedan alrededor de 250.000 tras los fondos comprometidos para Irlanda, Portugal y Grecia) y se espera así dar tiempo a las autoridades transalpinas a solucionar sus problemas políticos para dar credibilidad a su reacción. "Italia sabe que, dado el tamaño del país, no puede esperar recibir ayuda exterior", resumió la ministra de Finanzas austriaca, Maria Fekter.