BRUSELAS. La presión de los mercados contra Italia y especialmente contra Silvio Berlusconi no ceja. Por segundo día consecutivo la prima de riesgo volvió a marcar máximos históricos, rozando una vez más la cota de los 500 puntos, lo mismo que el bono a diez años. La Comisión Europea no tuvo más remedio que admitir su "preocupación" por la evolución "dramática" en el mercado de deuda, que puso una jornada más a Italia contra las cuerdas. En este contexto llegan hoy a Roma los inspectores comunitarios que deberán supervisar en los próximos días el avance de las reformas estructurales prometidas por el todavía primer ministro, Silvio Berlusconi, así como la situación presupuestaria del país.
La misión, según avanzó ayer el comisario de asuntos económicos, Olli Rehn al término del Ecofin, llegó anoche a Roma y comenzará de inmediato a entrevistar a ministros y altos funcionarios para preparar las medidas fiscales y reformas estructurales comprometidas.
Rehn no quiso entrar a valorar los problemas políticos internos que vive Italia, pero sí recalcó que el trabajo de los funcionarios es útil sea cual sea el gobierno y que es esencial que el sistema democrático italiano salga reforzado. "El tiempo es esencial. Italia se está enfrentando a presiones del mercado muy significativas en este momento y por eso queremos ayudar a Italia a reformar el país en cooperación con los ciudadanos y toda la sociedad italiana", apuntó. La vigilancia será "rigurosa" y el primer informe sobre la salud del enfermo estará lista en la próxima reunión del Eurogrupo, a finales de este mes.
En la mente de todos está la estratosférica deuda que tiene Italia, que alcanza el 120% de su PIB o lo que es lo mismo 1,9 billones de euros. Una cifra que hace imposible rescatar su economía en caso de que cayera en impago. "Italia sabe que por su tamaño no puede esperar ayuda del exterior. Por eso se le pide que pongan en marcha los esfuerzos comprometidos", insistió ayer la ministra de Finanzas austríaca, María Fekter.
Aunque Italia ha desbancado en los últimos días a Grecia como foco de máxima preocupación, la resistencia del líder de la oposición, Antonis Samaras, a suscribir los compromisos exigidos por la Eurozona, por una cuestión de dignidad, arrancó ayer nuevas críticas en Bruselas. "El anuncio unilateral de referéndum fue una ruptura de confianza por parte de Grecia con sus socios. Ahora es esencial restaurar el contrato social entre Grecia y el resto de la Eurozona y la forma de hacerlo es mediante un compromiso por escrito, en papel y con acciones concretas", recordó ayer Rehn.
Previamente, Samaras había asegurado que "no permite a nadie que ponga en duda que estoy comprometido con la aplicación".
Pero mientras la UE y los mercados esperan a que Italia y Grecia hagan sus deberes los socios del Ecofin siguen sin ponerse de acuerdo sobre la propuesta para crear una tasa a las transacciones financieras. Aunque cada vez son más los países que secundan esta idea -Alemania, Francia, España, Austria, Finlandia, Grecia o Bélgica entre otros- sigue habiendo importantes resistencias, según constató ayer el presidente de turno y ministro de finanzas polaco, Jacek Rostowski.
Durante el debate el más combativo contra este impuesto a la banca fue una vez más el ministro británico, George Osborne, que teme las repercusiones negativas que tendría para los intereses financieros de la City de Londres. "Me resulta difícil aceptar que pasemos mucho tiempo discutiendo en medio de una crisis económica la idea de esta tasa sobre la que está claro que no hay unanimidad", advirtió durante el debate.
En el lado opuesto el ministro belga de finanzas, Didier Reynders, que reivindicó ayer la necesidad de implantar esta tasa aunque sea únicamente en la zona euro, o la austríaca María Fekter que considera que enviaría "una señal a los mercados".