Es posible que en la negociación del nuevo convenio colectivo de Mercedes se produzca un milagro parecido al de la planta de Ford en Almusafes (Valencia), donde los trabajadores han cedido parte de sus derechos a cambio de que la firma norteamericana invierta 812 millones de euros? A día de hoy, con las conversaciones rotas y aplazadas hasta después del verano, parece poco probable. Básicamente porque, según denuncia el comité de empresa, la negociación en sí todavía no ha comenzado a pesar de haberse celebrado hasta la fecha 14 reuniones con la Dirección, que llama al diálogo, pide "soluciones inteligentes" para los tiempos que corren y no varía un ápice, eso sí, la oferta laboral que lanzó a los trabajadores a principios de año, y cuya aprobación considera su máximo responsable, Emilio Titos, "imprescindible" para ensamblar el nuevo modelo de furgoneta que sustituirá a la Vito y la Viano, el esperado VS20. Un proyecto que, según Titos, garantizará una carga de trabajo de entre diez y quince años, generará cerca de 500 nuevos empleos y atraerá sustantivas inversiones. Un balón de oxígeno, en definitiva, para un sector acostumbrado en los últimos tiempos a convivir en permanente estado de ansiedad.
Pero como todo lo que se precie en tiempos de zozobra, el premio tiene un precio. Y el que pretende cobrar la Dirección alemana se basa en cuatro pilares entre los que destaca la reducción de un 10% sobre la base de 2008 en los gastos de personal -una medida que afectaría a los 3.200 trabajadores-, el aumento de la flexibilidad o una movilidad laboral a la carta dentro de la propia factoría sin ningún plus a cambio.
resultados positivos en 2010 En este contexto, el escenario de confrontación hace ya semanas que se hizo evidente. Por si fuera poco, los datos del pasado año publicados por Daimler en relación a su división de furgonetas (Mercedes Vans) tampoco han ayudado a rebajar la tensión. Según la firma alemana, esta división incrementó la facturación, el resultado operativo y la venta de unidades respecto al año anterior, lo que refuerza el mensaje del comité respecto a la Dirección: "Quieren aprovechar la crisis para lograr beneficios obscenos a cambio de empeorarnos las condiciones", denunciaba días atrás Igor Gebara, portavoz de la mesa negociadora. "Trabajar más horas y peor por menos dinero es inaceptable", añadía LAB.
¿Va mercedes de farol? Con este caldo de cultivo sobre la mesa, no es de extrañar que la última reunión celebrada el pasado 14 de junio apenas duró treinta minutos. Ninguna de las partes cedió un ápice y las conversaciones se rompieron hasta nueva orden. Lo más probable se reanuden tras las vacaciones de agosto, pero hasta entonces ya hay quien ha empezado a manifestar en público su preocupación como el consejero de Industria, Bernabé Unda, que no está dispuesto a que le vuelva a salpicar otro escándalo industrial similar a los de Guascor o Epsilon, y otros que ya advierten en foros privados el "desastre" que supondría para Vitoria quedarse sin uno de sus dos motores.
Pero todo es especulación. Y sólo Mercedes conoce realmente el alcance de las advertencias que vienen lanzando en las últimas semanas. Si van de farol o no es un pulso que, de momento, el comité está soportando gracias a la inusual unidad que las ocho centrales que conforman el comité han manifestado hasta ahora en público. Porque en privado, la tensión también está empezando a dejarse notar. Sin ir más lejos, la mayoría del comité rechazó recientemente una convocatoria de ELA de plantear una huelga general en la fábrica durante varios para presionar a la empresa. Se prefirió sin embargo no armar ruido, seguir trabajando y esperar un movimiento de la Dirección, que bien podría tratar de alcanzar un acuerdo con sólo algunas centrales sindicales, como ya ha hecho en más de una ocasión. De momento es sólo una opción, aunque Titos ya se ha reunido por separado con todos los delegados.
En este particular duelo cada paso es medido al milímetro porque en una decisión de este calibre no hay margen para el error. Y tanto la empresa como los trabajadores lo saben. La cuerda de Mercedes, por tanto, sigue tensándose. Y si en 2004 la amenaza era Polonia y sus competitivos salarios, esta vez el enemigo es la planta hermana de Ludwigsfelde (Berlín), que según Titos ya está cumpliendo los márgenes previstos. "Si esto es así y si marcha tan bien, ¿por qué no se la llevan entonces allí y se ahorran toda la negociación?", se pregunta con ironía un miembro del comité.