La Agencia de calificación Standard&Poor´s (S&P) amenaza con rebajar el rating de la deuda española, que ya se encuentra en el segundo nivel (AA+), mientras afirma que mantendrá la mejor calificación para la deuda vasca (AAA). El rating recoge la valoración cualitativa que merece un producto financiero, basándose en criterios de rentabilidad y riesgo. Digamos que estas agencias vienen a ser a la economía lo que la Guía Michelin es a la gastronomía. Por tanto, el chef Zapatero puede perder otra estrella. En efecto, el menú del restaurante español presenta recetas defectuosas y dos ingredientes de baja calidad: el déficit fiscal y el progresivo endeudamiento. No sólo la citada agencia señala esos factores como peligrosos y contaminantes, sino que otras guías como el BCE, Citigroup, Credit Suisse o UBS coinciden con el diagnóstico y señalan la inexistencia de argumentos para rebatir la amenaza de S&P. Respecto al restaurante vasco, por una vez parece que su actual cocinero ha tenido un mínimo de cordura ya que, de momento, no ha sacado pecho por la confirmación de la "triple estrella". Sabe que, en los fogones y en la economía, la realidad actual viene a ser como un puzzle acumulativo donde se ponen piezas una a una a lo largo de los años. Entre ellas, una forma eficaz de cocinar que ha caracterizado a los anteriores cocineros autónomos y forales. Las tres estrellas que hoy tiene el País Vasco responden a los méritos del pasado y, por tanto, no es posible mantener, como argumenta López, que el ejecutivo Ibarretxe hubiera dejado "el frigorífico vacío". El reproche y la improvisación no es el camino para encontrar recetas mágicas y milagrosas. Los buenos cocineros no se improvisan. Se forman al lado de los que saben. Zapatero improvisa e incluso despide a sus cocineros (Pedro Solbes o Jordi Sevilla) y López también improvisa, al tiempo que vitupera. Si alguien piensa que estas líneas responden a una nostalgia del pasado se equivocan. Mirando al futuro, preocupa que se reprochen y abandonen recetas de tres estrellas para ofrecer sólo comida de subsidio, máxime cuando se sabe que sin buenos productos no se puede hacer buena cocina. Pretender seguir las recetas erráticas de ZP es dejar la cocina en manos de aficionados que compran (y se endeudan) productos de baja calidad y escasa rentabilidad. Las estrellas no se ganan con fotografías sino con trabajo y sentido común.