El avance inexorable e implacable del cambio climático está afectando a la actividad humana y a la práctica totalidad de los ámbitos de la naturaleza. Los glaciares no son ajenos a este calentamiento global y en concreto los del Pirineo corre serio riesgo de desaparición en tan sólo dos o tres décadas.
Los glaciares son grandes masas de hielo que se acumulan en zonas elevadas, por encima del nivel de las nieves perpetuas, además de en las regiones polares, y que van descendiendo lentamente hasta niveles inferiores, como si fuese un río de hielo.
El hielo de los glaciares se forma a partir de la acumulación de nieve. A medida que aumenta el espesor de la nieve esta se va compactando por el peso de la propia nieve. La fusión y la recongelación de los cristales van transformando la nieve, que pierde porosidad, gana densidad y da lugar a los glaciares.
Un estudio de la Unesco publicado el 3 de noviembre ha alertado de que un tercio de los glaciares que son Patrimonio de la Humanidad, 460 de los más emblemáticos del mundo, desaparecerán a mediados de este siglo, es decir en menos de tres décadas.
El estudio del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático abarca 18.600 glaciares repartidos en 50 sitios del Patrimonio Mundial, es decir, el 10% de la superficie glaciar total de la Tierra, con una extensión total de unos de 66.000 kilómetros cuadrados. En todo el mundo hay unos 200.000 glaciares de todo tipo y sólo un descenso de la temperatura global permitirá su supervivencia.
Con el nivel del calentamiento del Planeta actual, estos glaciares se están derritiendo a un ritmo de 58.000 millones de toneladas de hielo al año, lo que equivale a la cantidad de agua que consumen conjuntamente Francia y España y son responsables de casi el 5 % del aumento global del nivel del mar detectado.
Uno de los glaciares más afectados es el simbólico glaciar de Monte Perdido, en los Pirineos, al que según estas catastróficas predicciones sólo le quedan tres décadas de vida.
Monte Perdido, en el Parque Nacional de Ordesa, está enclavado entre los 2.700 y 3.200 metros de altitud. Catalogado como monumento natural se le calcula una antigüedad de unos dos mil años, pero en el último siglo ha sido azotado por la degradación ambiental y ha perdido el hielo equivalente al que había acumulado en los anteriores seis siglos, según los estudios del Instituto Pirenaico de Ecología (IPE).
Cifras preocupantes, como las que certifican que que en menos de dos siglos también ha pasado de tener una dimensión de dos mil hectáreas a las 200 actuales. Y de 52 masas diferentes de hielo a tan solo 19.
Según el IPE, otro de los glaciares más importantes de los Pirineos, el de la Maladeta, en Benasque, también corre el peligro de desaparecer por el calentamiento global.