Hace escasos días, la euforia invadió la India porque su misión espacial se posó sobre la cara oculta de la Luna, que es oscura y fría. El satélite que ilumina las noches de romanticismo, que sirve de guía para los noctámbulos y de inspiración para los poetas callejeros, era una celebración, un festejo sin parangón, histórico.
A la Luna también se propulsa este sábado la Vuelta desde la rampa de lanzamiento de Barcelona con una crono por equipos. Trajes espaciales, cascos de astronauta y bicis futuristas para descorchar una carrera que viaja hacia el espacio.
Un montón de estrellas aguardan en una cita que concluirá el día 17 en Madrid tras recorrer 3.153,8 kilómetros en los que se acumulan siete etapas de montaña, seis jornadas de media montaña y dos cronos: la inaugural por equipos en Barcelona –14,8 kilómetros por el callejero de la ciudad– y una crono individual de 25 kilómetros en Valladolid en el meridiano de la prueba.
Tourmalet y Nafarroa
La carrera se posará sobre el mítico Tourmalet en la 13ª etapa por vez primera en la historia de la Vuelta y discurrirá por los Pirineos con la ascensión al mastodóntico Larrau para hacer cumbre en Belagua, el 14º día de carrera. Además, la Vuelta unirá a Iruñea con Lekunberri un día después.
Otras cumbres que elevarán el tono de la carrera serán Arinsal, Javalambre, Xorret de Catí, la Laguna Negra y el cruel Angliru en el tramo final. La Vuelta, al rojo vivo.
Evenpoel defiende título
Ese es el color del maillot del líder. El último, en Madrid, lo vistió Remco Evenepoel, campeón del mundo contrarreloj, un astro que defiende la conquista de la pasada edición frente a un escuadrón de luminarias. La luz ciega la Vuelta.
“Quiero ganar una etapa, disputar la general por un puesto en el podio y aprender. Es, como siempre, el gran objetivo. No quiero el maillot rojo en los primeros días. Jonas sabe cómo ganar el Tour, tal vez también sepa cómo ganar esta Vuelta. Luego puedo copiar cosas de él y llevarlo en mi mochila al Tour del próximo año”, expone el belga sobre el reto de frenar al Jumbo.
Roglic, a por el récord
Primoz Roglic, campeón en 2019, 2020 y 2021 y vencedor del Giro del presente curso, tratará de coronarse por cuarta vez en la Vuelta. El año pasado tuvo que abandonar tras una fea caída mientras perseguía a Evenepoel en la última semana de competición. Al esloveno le avala su formidable currículo y su idilio con la Vuelta, que supuso para Roglic la redención del Tour, el lugar donde sanar y levantarse de la derrota.
Con Roglic camina en la misma baldosa, en la amarilla, Jonas Vingegaard. Dos veces campeón del Tour, el danés que descubrió la Vuelta en 2020, –aún se recuerda su relevo en el Angliru–, es otro de los grandes opositores a la victoria final. Queda por ver cómo gestionará la formación neerlandesa el gobierno de cohabitación.
Vingegaard, el hombre fuerte
“Lo importante es que gane el Jumbo. No tenemos que definir todavía quién es el líder. Nos ayudaremos”, dice Roglic. El esloveno y Vingegaard sostienen que será la carrera la que disponga el liderato del equipo. Si el danés acude con la ambición, el hambre y el estado de forma del Tour, no parece que nadie sea capaz de derrotarlo, pero es complicado concretar cuál es el estado de forma de Vingegaard.
Otras alternativas
Alrededor de ellos transitan otras formaciones estelares. A la pareja del Jumbo, que acude con una escuadra formidable que persigue el laurel de las tres grandes esta temporada, contrapone el UAE la dupla compuesta por el imberbe Juan Ayuso, tercero en 2022, y Joao Almeida, un ciclista tremendamente regular que quiere merodear el podio.
En ese juego de combinaciones, desde el Ineos asoma Geraint Thomas, campeón del Tour en 2018 y segundo en el Giro de este año. Con el veteranísimo galés formará Thymen Arensman a modo de alternativa.
Enric Mas, precavido
Por la cima de la Vuelta suspira Enric Mas. El mallorquín firma tres platas en la carrera española (2018, 2021 y 2022). Caído en la primera etapa del Tour, Mas se pondrá su primer dorsal competitivo en Barcelona. Acude a la carrera desde los datos que ofrecen los entrenamientos. Se muestra precavido.
“Vienen grandes corredores y están en forma, tal vez Roglic mejor que los otros, que Evenepoel y Vingegaard. Yo voy a ir de tapado, eso seguro”, aporta Mas. Aleksandr Vlasov es otro de los nombres que aparecen entre los protagonistas para brillar en la Vuelta. El ruso, el más próximo a Roglic en la pasada Vuelta a Burgos, tratará de elevar su estatus tras dejar el Giro por covid.
Landa busca una etapa
Para Mikel Landa, la Vuelta también se despliega como un escenario para la redención. El murgiarra, que las dos próximas campañas ayudará a Evenepoel para que el belga intente asaltar la gloria en el Tour, buscará rehabilitar su mejor versión tras alejarse de sí mismo en el Tour. El alavés completó un gran inicio de curso, pero se trastabilló a partir del Dauphiné. El Tour evidenció esas sensaciones.
“Trataré de dar el máximo que tenga para afrontar la general, que es lo que me pide el equipo, pero no estoy seguro con ese objetivo, así que la otra opción es ganar una etapa. Tengo ganas de levantar los brazos en la Vuelta, cosa que no hago desde 2015”, sostiene el de Murgia. Con la idea de recuperar luz, Landa buscará tener protagonismo en una carrera que despega con la crono de Barcelona en busca del cielo de Madrid. La Vuelta entra en órbita