Sacudido por la rabia, la clase y el deseo de venganza, Juan Ayuso se revolvió contra sí mismo. Deseaba recuperar su mejor versión, la que le abandonó la víspera. Disociado. Doctor Jekyll y Mr. Hyde. Un ciclista de rompe y rasga el jovencísimo Ayuso. El alicantino, apenas veinte años, agitó la Vuelta a Suiza con una exhibición magnífica que desprendió a todos. La sacudida de una fuerza de la naturaleza. Tembló la tierra.

El grupo con Pello Bilbao, tercero, estupenda su actuación, y el líder, se dejó más de 50 segundos. Skjelmose birló una bonificación y se quedó con el amarillo de Gall en una general apretada. Reinó Ayuso y se enfatizó la regularidad de Pello Bilbao, tercero en La Punt. Otra vez con los mejores el gernikarra, que apunta sin disimulo al podio de la Vuelta a Suiza. El día por las montañas señaló con saña a Evenepoel, deslucido, fuera de foco.

Nada que ver con Ayuso, exuberante, un diamante en bruto. Imperial en su búsqueda de todo. Fue una victoria sanadora para Ayuso, reparadora. Lo subrayó el alicantino en su entrada a meta. Se golpeó el tobillo de la pierna derecha, la que tanto le ha hecho sufrir. La dolencia que padeció le retrasó la puesta en escena en el presente curso por culpa de una fastidiosa tendinitis. Se sacó el pie del pedal automático Ayuso y lo zarandeó con la mano.

Un triunfo tatuado en el alma del alicantino, el corredor que no se protege las manos para asfixiar el manillar. Corre sin guantes. Es un boxeador de aquellos que quieren sentir la fuerza de su impacto en los nudillos. Ciclista en carne viva. Un púgil bruto, enérgico, valeroso. Sobre ese libreto, el alicantino quebró a todos en la ascensión al Albulapass y después, desatado, se lanzó a la gloria. Ganó por K.O.

Lazkano se muestra

Oier Lazkano, desencadenado, también buscó su momento. Es su modo de sentir. Confiado, sin miedo. Una bendición el gasteiztarra, joven que muerde con entusiasmo. Descarado, no se asusta. Aspecto de clasicómano, gigantesco el armazón, dichoso entre las montañas en Suiza. Otra vez en fuga. Le acompañaba el sabio Gorka Izagirre y dorsales con purpurina como Van Aert, quitándose óxido para el Tour, donde se espera que sea una de las llaves maestras para que Vingegaard salte las cerraduras que esconden el trono de París en la caja de seguridad de los Campos Elíseos.

El Albulapass, 17,4 km al 6,8%, un fuera de categoría, seccionó la fuga, que fue de 36 y después de 19 en Furkapass y Oberalpass. En el coloso, la fuga menguó por pura inercia. El efecto del cansancio, la fatiga y la ley de la gravedad. En las montañas los deseos suelen chocar con la realidad con insistencia.

Powless, Rui Costa y Tiberi, al que el Trek dejó sin contrato al matar a un gato con una carabina de aire comprimido, –el felino pertenecía a un político, al ministro de Turismo de San Marino, que denunció al ciclista– se sacudieron el empeño de Lazkano, que se desplomó por dentro.

Los tabiques derruidos por el esfuerzo. La exuberancia hecha polvo. A Tiberi le rescató del despido el Bahrain. Otra vida para el italiano. Ion Izagirre, que afina el tono para la Grande Boucle, padecía en el grupo de los mejores, que no lograba reducir la perdida con los tres supervivientes. El de Ormaiztegi contó otro día de pena.

Ayuso, a por todas

Felix Gall, el líder, decidió tomar el mando de las operaciones. En mi hambre mando yo. El austriaco, excelso en las cumbres, se agitó. Evenepoel perdió tono. El campeón del mundo era una letanía. Se encrespó, vigoroso, eléctrico, Juan Ayuso, que recuperó su mejor versión después de quedarse a media luz la víspera. Enseñó la cresta. Al asalto. Pello Bilbao se mantuvo junto al líder. El de Gernika no posee la explosividad de Ayuso, pero su capacidad de resistencia, su aliento largo, le fijan entre los mejores. Bardet se agrietó.

Ayuso no miró para atrás. Arrancó el retrovisor. Lo mandó directo al olvido. El joven alicantino, resucitado, Lázaro, conectó con Tiberi y Rui Costa. Hola y adiós. Ayuso tiene reminiscencias de Pogacar en el lenguaje corporal. Un cohete montaña arriba. Agarró la cima del Albulapass, a 2.300 metros, con una renta de un minuto sobre Gall, Pello Bilbao y Kelderman.

Sólo esperaba el descenso, puro vértigo. Un tobogán de ambición impulsaba a Ayuso, ingobernable. Una fiera salvaje en libertad. Se desgañitaban el líder, Pello Bilbao y Kelderman para lijar en una bajada de MotoGP, por encima de los 100 kilómetros por hora. Ayuso embocó su alegría en La Punt, donde abrió una brecha con el resto. Se curó las heridas con una victoria reparadora. Genio y figura. Ayuso cicatriza en Suiza.

Vuelta a Suiza

Quinta etapa

1. Juan Ayuso (UAE) 5h23:01

2. Mattias Skjelmose (Trek) a 54’’

3. Pello Bilbao (Bahrain) m.t.

4. Rigoberto Urán (Education First) m.t.

5. Romain Bardet (DSM) m.t.


General

1. Mattias Skjelmose (Trek) 16h43:41

2. Felix Gall (Ag2r) a 16’’

3. Juan Ayuso (UAE) a 18’’

4. Remco Evenepoel (Soudal) a 46’’

5 Pello Bilbao (Bahrain) a 57’’