Se han dispuesto en su lugar preferido cuando no están jugando, en el centro del frontón, la zona de acceso a vestuarios por donde pasan los pelotaris antes y después de los partidos. Un punto de reunión en el que mezclan de manera habitual con los chicos con quienes comentan las jugadas, chismorrean y ríen; posición estratégica habitual “en la que estamos bien, muy bien, la verdad”. Ahí, mezcladas con las demás gentes del club, mientras en la cancha se entrena o se compite. Entre semana, los fines de semana, el día que toque o haya actividad, sea partido oficial o sesión de entrenamientos. Juntas siempre, algunas veces más y otras menos. También en otros frontones donde juegan los suyos; en los de barrio durante la temporada, con pancartas si juega Isasmendi, uno de sus preferidos, con quien hacen migas y existe una especial sintonía; en el Ogueta si hay profesionales, en lugar destacado. Siempre juntas.

Las chicas del club Zaramaga posan en las instalaciones del frontón.  | FOTO: DNA

Las chicas del club Zaramaga posan en las instalaciones del frontón. | FOTO: DNA

Hoy están todas, las que siguen la estela de su máxima referente, Leire Garai, que han pegado un poco el estirón: Uxue López de Okariz, campeona del mano a mano con la goxua en Gordexola, en las Encartaciones, prueba de la Emakume Master Cap en cuya final derrotó a Onintza Galdos, del club Lea Ibarra; y Jone Merino, vencedora en la final del Emakume Master Cap de menores con pelota de medio toque disputada en Tafalla, junto a Olatz Intxausti, pelotari guipuzcoana, ante la pareja formada por Maialen Gastón y Naia Uriarte. Uxue y Jone llevan unos metros de ventaja, sólo eso. Uxue es una zaguera “elegante”, opina Garai, que empezó a jugar en el colegio Odón Apraiz “con un chaval que se llamaba Asier, hasta que me encontré con esta cuadrilla. Probé y me cautivo”, dice Uxue. Jone comenzó a jugar con su hermana Garazi y una amiga, Olaya. Se enganchó un día que se topó con el “portátil que colocó la Fede en el Toki Eder, en 2018”. Había jugado a baloncesto antes, se relajó un poco 2019 y probó en otros sitios, “hasta que me acerqué aquí, a Zaramaga y me encontré con este grupo”. Del jantoki del cole al frontón…

Larraitz Beltrán de Guevara ganó la final del cuatro y medio escolar no hace mucho. Se ventiló precisamente a su amiga Uxue –“menudo parche hice ese día”, reconoce la derrotada con una pícara sonrisa– en un partido en el que no faltaron los abrazos y las sonrisas, siempre al final, que para eso son amigas, pero también rivales. Larraitz venía del atletismo pero con ascendiente pelotazale; “mi padre había jugado a pelota y me animó un poco”, dice. Asier tuvo que ver, seguro, pero la cosa venía de lejos. La abuela, Isabel Unzalu, fue pelotari en la época dorada de la raqueta y el cuero, y los genes son los genes.

Jaione Fernández está en todos los fregados. Simpática –como todas– y muy dicharachera, se agregó al grupo –“juego porque están ellas y, la verdad, me gusta mucho”– y abandonó la gimnasia deportiva, deporte en el que dio sus primeros pasos: “Un día me encontré en el patio con ellas y, desde entonces…”.“Tiene una buena derecha y mucha pegada, pero le falla la zurda”, descubre Garai. Juega de delantera.

Enara Juantorena se interesó por la pelota en el pueblo, en Hernani: “solía ir al frontón con mi padre –Patxi–, aunque no era pelotari”. Lo serio, el encuentro con el cuero, lo tuvo en la ikastola, con el grupo que Odón Apraiz ha regalado a la pelota del barrio de Zaramaga. “”l ambiente es increíble, muy bueno. Nos llevamos muy bien y yo, por mi parte, estoy muy a gusto”, relata.

Alaia Ruiz de Infante veía los trofeos que había en casa de la abuela en Yécora. El abuelo Ángel Mari y el aita, Axio, llevaban el juego en la sangre “pero eso no influyó en mí para empezar a jugar”, asegura. Cuando se apuntó Unai –el hermano– “decidí apuntarme también”. Es una pelotari peleona a la que le gusta jugar atrás. Alaia habla menos que el padre. Es tímida, apenas susurra las palabras, al contrario que el aita, un torbellino que todavía juega; ¡y con licencia!

En Maitane Aguillo, la influencia paterna sí tuvo que ver. “Mi padre –Javier– jugaba con los amigos de joven”, reconoce Maitane; “creo que eso me animó de pequeña y me sumé al grupo de la Ikastola”. “Es un deporte duro”, opina, “pero no tiene por qué influir más que en el caso de los chicos”. Maitane, como el resto del grupo, ha asumido con naturalidad que la pelota a mano no es un deporte masculino; “es un deporte que practican el hombre y la mujer, y hay chicos y chicas cuyas manos soportan mejor o peor la dureza de la pelota”, defiende Garai desde que era pequeña.

Entre las chicas del barrio de las que habla la página, en el grupo de chavalas que han elegido la pelota como deporte, están las más jóvenes de Odón Apraiz, “unas chavalas muy serias que le ponen muchas ganas, con las que es muy fácil trabajar porque están a todo”, dice Iñaki Madrazo, que lleva las riendas de su aprendizaje junto a Patxi López de Calle. Valentina Moreno, Irati Antolín, Itxaso Pérez e Iraitz Arias, estudiantes de sexto de primaria, están encantadas con la actividad. Algunas “ya han empezado a competir y llevan un buen rumbo”. Conocían a Leire y a su hermano Ander, que siempre están a su lado. Se divierten, “aunque es duro e Iñaki exige mucho”.

“Patxi y yo estamos encantados con ellas. Han hecho del grupo una familia. Están juntas todo el tiempo. Son una cuadrilla”, resume Madrazo, “tienen tantas ganas de aprender que podemos exigirles el doble”.

Para Leire Garai es “un lujazo contar con un grupo tan numeroso de niñas”. Para el club de Zaramaga, también. Comenzaron con el COVID y “ahí siguen, mejorando día a día. Si me lo cuentan hace unos años no me lo creo”, manifiesta orgullosa y añade: “Uxue juega muy bonito y pelea lo indecible. Larraitz cada día le mete más velocidad y saca mejor, igual que Jone. Enara y Maitane han evolucionado muchísimo y ganarán pronto una txapela. Aiala es segurísima, casi no falla nunca… y Jaione, tiene mejor volea que yo”, añade sincera y con una carcajada. Y, por encima de todo, “son divertidas, extrovertidas, vacilonas y muy animadas; la alegría del frontón”. Son las chicas del Odón de Apraiz, las chicas del barrio, las pelotaris de Zaramaga. Un grupo insustituible en el club.