Si hay alguien que conoce bien las dotes baloncestísticas de Paula González, ese es Ibon Sáenz de Lafuente, que entrenó a la alero alavesa durante las cuatro temporadas que disputó en el CB Araba antes de volar a Estados Unidos, en las categorías de minibasket e infantil. Al técnico, actualmente al frente del equipo cadete de Liga Vasca del club vitoriano, no le sorprende hasta dónde ha conseguido llegar la que fuera su pupila: “Desde pequeña se le veía potencial porque siempre ha estado en las selecciones de Álava y Euskadi y ha sido una jugadora que ha destacado tanto por su físico como por su calidad. Además, es alguien que tiene la cabeza muy bien amueblada.”

En cuanto a su juego, Sáenz de Lafuente afirma que es una jugadora muy completa que, además de su físico, “potente para los estándares que hay en Euskadi y con altura para jugar en el tres y en el cuatro”, destaca por su “lanzamiento con los pies parados, sus penetraciones, su capacidad reboteadora y sus buenas condiciones defensivas”. “En categorías inferiores, la obligábamos a que subiera el balón para que mejorara con el manejo”, recuerda.

“Si no les gusta, siempre pueden volver y retomar todo en el punto donde lo dejaron”

Ibon Sáenz de Lafuente - Entrenador de formación del CB Araba

El entrenador de las etapas de formación del Araba, aunque solo es una de las piezas de la maquinaria que ha llevado a Paula González, entre otras alavesas, hasta Estados Unidos, no oculta su satisfacción al ver que les están saliendo bien las cosas al otro lado del charco. “Estoy muy contento por ellas y muy orgulloso. Al final están viviendo una experiencia increíble y por lo que he hablado con ellas y con sus padres cuando están por Gasteiz, al menos en el caso de Paula, están encantados”, asegura. 

De hecho, cuando le surge esta opción a una jugadora del club, él siempre las anima a probar fortuna. “Es una oportunidad fantástica para seguir jugando a baloncesto sin dejar de lado los estudios y experimentar lo que es vivir en una sociedad con una cultura muy diferente a la nuestra y donde todas las distancias son enormes. Si no les gusta, siempre pueden volver y retomar todo en el punto en el que lo dejaron, no tienen nada que perder”, defiende.

Según Ibon, “cada vez es más habitual” que las jugadoras más destacadas aprovechen estas becas para marcharse a Estados Unidos, algo que “es muy raro de ver en el baloncesto masculino”. La principal razón es la brecha que existe entre el baloncesto masculino y femenino estatal. “Los chicos no suelen marcharse porque aquí tienen la oportunidad de jugar en la cantera de los clubes nacionales, llegar al primer equipo y conseguir un salario importante siendo jóvenes, por lo que no es tan atractivo ir a la NCAA y estar allí jugando sin cobrar. En el caso de las chicas, sin embargo, solo casos aislados como el de Raquel Carrera, que firmó por cinco cursos con el Valencia Basket con 17 años, tienen esa opción”, lamenta. En cualquier caso, pocos planes hay mejores que, como Paula, vivir el sueño americano practicando el deporte que amas y estudiando lo que te gusta.