Hubo un tiempo, más cercano que lejano, en que el Ineos, otrora Sky, era la más exitosa factoría del ciclismo mundial. Todo lo que tocaba lo convertía en oro. Su producto estrella era la fabricación de campeones del Tour. Se convirtió en un equipo aspiracional. Los producía en serie. Infalible su cadena de montaje. Sin margen de error. Imperturbable, ensamblaba un vencedor tras otro.

El Tour le pertenecía. Dispuso lo coral por encima del individuo. Esa era la fórmula que estimulaba David Brailsford, ideólogo de la formación. Prevalecía la idea sobre el nombre. De esa manufactura gloriosa se creó una dinastía despótica en la carrera francesa.

FÁBRICA DE CAMPEONES

El imperio británico envolvía el hexágono con la Union Jack cada julio. Pistards convertidos en campeones de la Grande Boucle a través de las marginal gains. Bradley Wiggins abrió el vitrina en 2012. El primer inglés en ser rey de Francia. Se ganó el título de Sir. Después le relevó Chris Froome, cuatro veces campeón (2013, 2015, 2016 y 2017) hasta que se le quebró cualquier posibilidad tras estrellarse en el Dauphiné de 2019.

Tras él se coronó Geraint Thomas en 2018. Al galés, otro ciclista gestado como pistard, le siguió Egan Bernal, un colombiano adaptado al estilo british, campeón en 2019. En ese espacio de tiempo, en el arco temporal entre el pionero Wiggins y Bernal, solo Vincenzo Nibali pudo romper la magia inglesa en 2014.

Fue un accidente. Froome tuvo que abandonar en aquella edición. El dominio era de tal magnitud que en la aproximación a cada Tour se conocía el final del relato. Ganaría algún heredero del imperio. La identidad era lo de menos, pero siempre ondeaba la idea originaria, la que cultivó Brailsford, el germen del modelo.

SIETE VICTORIAS EN OCHO AÑOS

En ese ecosistema, con siete victorias de ocho posibles, nada hacía presagiar el giro del viento. Se deshilachó la Union Jack. Brotó una fuerza virulenta, un huracán que ondeaba el estandarte de Eslovenia garante del nuevo orden mundial. Asomaron Roglic y Pogacar. En 2020, el Tour se tragó a Bernal, sometido por los eslovenos. En el pleito entre ambos, Pogacar se disparó a la estratosfera. Una curso después repitió con una demostración sideral. Otra campaña en blanco en Francia.

El Ineos encontró consuelo en el Giro, que siempre consideró una carrera con menos realce que el Tour. En Italia triunfó con Tao Geoghegan en 2020 y Bernal en 2021. Unas victorias para atemperar la frustración que llegaba de Francia.

A la conclusión de esa temporada, los británicos quisieron fichar a Pogacar. En el UAE, donde el dinero no es problema, no solo mejoraron la propuesta del Ineos, sino que situaron al esloveno como el ciclista mejor pagado del mundo y con un contrato que no expira hasta 2027. Una quimera.

Entre tanto, la apuesta de Carapaz no alcanzó el éxito que pretendía. Fue tercero en el Tour de 2021 tras Pogacar y Vingegaard. Cuando la costumbre es ganar, el resto supone una derrota. El Tour les giraba la cara. Este curso, con Bernal fuera de foco tras un terrible accidente, el Ineos regresó al podio de los Campos Elíseos de París con Thomas. Entre medias, la apuesta por Adam Yates se desconfiguró.

BÚSQUEDA DE UN GANADOR DE TOUR

Fue tercero el galés, estupenda su actuación, pero a un mundo de un ciclismo que es más exuberante, que posee otra velocidad. Vingegaard y Pogacar se batieron en un duelo magnífico. El danés se entronizó. El problema del Ineos no solo era el esloveno, ahora también lo es el danés, el último rey.

A los británicos le han adelantado por la derecha. Sin consideración. Los jóvenes talentos que orbitan en el planeta Ineos necesitan aún tiempo para madurar, pero el Ineos quiere recuperar su reinado en el Tour sin más dilación. Le urge vencer, recuperar su orgulloso imperio.

Es ahí cuando surge la figura de Remco Evenepoel. El belga, campeón del Mundo y vencedor de la Vuelta, –probablemente ese triunfo le sitúa como un ciclista capacitado para las grandes– es el objeto de deseo del Ineos según informó VeloNews, que anunció el interés de los británicos por hacerse con el belga. Evenepoel tiene contrato en vigor con el Quick-Step hasta 2026.

Aunque parece blindado, desde la estructura británica estarían dispuestos a hacer un gran desembolso para convencer al ciclista y a Patrick Lefevere, mánager del Quick-Step. “Dave Brailsford me envió un mensaje de texto, y no envía muchos mensajes de texto. Él dijo: ‘Felicidades, qué campeón, y si quieres venderlo algún día, llámame’. Eso fue todo. Nada más y nada menos. Si Dave lo quiere, probablemente necesite mucho dinero”, deslizó Lefevere, que no cerró la puerta de un posible traspaso.

EVENEPOEL NO CIERRA LA PUERTA

En la tipología del Quick-Step, un equipo ganacarreras, con devoción por las clásicas, remozar la estructura para sostener a Evenepoel como candidato al Tour puede convertirse en un problema. Sería necesario un gran desembolso para tejer un equipo sólido en la montaña por lo que no sería descartable que Lefevere estudie una posible oferta por el belga.

Jim Ratcliffe, propietario de la petroquímica que patrocina al Ineos, está en disposición de realizar un gran desembolso. La hizo por Pogacar, pero los petrodólares neutralizaron la libra esterlina.

“Hemos estado en contacto con ellos durante años, pero nunca ha habido una reunión. Todo contacto fue por teléfono. Es normal que me llamen después de las victorias en Lieja y la Vuelta para felicitarme. Nos conocemos desde hace años. Remco todavía tiene contrato. No me corresponde a mí decir nada al respecto. Queremos celebrar la victoria en la Vuelta y el título mundial y veremos qué pasa en el futuro”, apuntó Patrick Evenepoel, padre y agente de Remco. Un signo inequívoco del cortejo del Ineos a Evenepoel.