El Mundial, la carrera de un día por excelencia del calendario, la que otorga la gloria para siempre y el arcoíris para todo el curso, la que supone un párrafo en la historia del ciclismo, el enriquecimiento del currículo y la eternidad, se corre por instinto. Cortada la comunicación entre los directores y los ciclistas, que no pueden recibir órdenes por el pinganillo, la carrera es pura improvisación.

La ausencia de ese canal comunicativo entre el director y sus ejecutores, los ciclistas, genera episodios rocambolescos. El Mundial es una invitación al caos que algunos entienden como un retorno a la pureza de las carreras porque son los ciclistas quienes deciden sin el báculo de la radio del director, pero que otros cuestionan.

“Es verdad que sin el pinganillo la carrera va más loca, pero pesan otros intereses. Probablemente, con pinganillo, el Mundial hubiera ido más bloqueado, pero el resultado hubiera sido diferente”, expone David Etxebarria, exciclista profesional y actual director deportivo del Grupo Eulen-Nuuk. La ausencia de una información precisa de cómo respiró la carrera enfatizó la ceremonia de la confusión entre numerosos ciclistas y la constatación de movimientos extraños.

UNA EXTRAÑA ALIANZA

En Wollongong se presenciaron escenas difícilmente aceptables en una competición que se disputa entre selecciones. Como la ayuda de Sénéchal, francés, a Evenepoel, belga. Sucede que ambos comparten equipo, el Quick-Step. “Es un contrasentido”, subraya Etxebarria.

El arcoíris se lo llevó Evenepoel y Sénéchal, francés, colaboró con él en un momento determinado de la trama, cuando la apuesta francesa era el esprint, donde se impuso Laporte, compañero de selección, pero de un equipo rival. Pesó más la obediencia al Quick-Step que la fidelidad a Francia.

La comunicación de un director con su corredor hubiese evitado el capítulo según Etxebarria. “Hubo un momento en el que Sénéchal ayudaba a Evenepoel cuando eso no interesaba a los franceses. Si hubiera pinganillo y el seleccionador francés, Voeckler, que tiene personalidad y manda, ve la maniobra, seguro que manda parar a Sénéchal. No hubiera permitido eso”, diserta Etxebarria.

CRÍTICA VELADA DE VOECKLER

Voeckler. seleccionador de Francia, fue claro a la conclusión del Mundial. “A veces a hacemos planes y sale lo planeado. Otras veces hacemos planes y empieza a salir según lo planeado y luego no. Es un poco como hoy (por el domingo)”. “Con la radio, eso no hubiera pasado. Sin radio hay un plan, pero no lo puedes modificar”, detalla Etxebarria. Sin comunicación, no hubo órdenes de equipo nítidas en una carrera que por naturaleza es un ser vivo en constante mutación y evolución.

“En los Mundiales anteriores Francia contaba con Alaphilippe como claro favorito. La orden era clara, bloquear la carrera y que Alaphilippe atacara. Para eso no necesitas radio. Pero si no cuentas con un corredor netamente superior, que todo lo soluciona por patas, la labor del director es fundamental y para eso necesitas poder comunicarte con los corredores de inmediato. Las carreras cambian constantemente y hay interpretar la carrera, tomar decisiones y comunicarlas. Llevar a un director que no pueda utilizar la radio es absurdo”, enfatiza Etxebarria.

DIRECTORES A MODO DE TAXISTAS

La ausencia del hilo comunicativo entre el director y los ciclistas alienta el desconcierto y convierte la carrera en una pandemónium, sobre todo en la última vuelta, donde la información tiene que ser fluida y precisa porque el margen de error es mínimo.

“Hay quienes sostienen que correr sin radio y pinganillo es mejor porque se supone que es el ciclista el que toma las decisiones y en ese sentido es una competición más pura. Sin embargo, en todos los deportes de equipo el técnico tiene incidencia, que para eso está, esa es su labor. En el Mundial se convierte a los directores en meros taxistas. Eso no tiene sentido en una de las citas más importantes del año”, agrega Etxebarria.

"NO SABÍA DÓNDE ESTABA"

Laporte, plata en el Mundial tras el meteorito Evenepoel, el único que no necesitaba situar la carrera porque la encabezaba, y Van Aert, compañero de selección de Evenepoel, cuarto al final, revelaron que desconocían cuál era su objetivo en el esprint que compartieron y en el que se disputaban las medallas.

Desconocían que pujaban por los metales. “El final fue extraño. Cuando crucé la línea, no sabía dónde estaba”, expuso el galo. Van Aert compartió esas sensaciones de correr a ciegas aunque veía cada palmo de la carretera. La falta de información le desorientó.

“Al principio de la última vuelta sabíamos que Remco estaba solo, pero sin radios es muy difícil obtener información precisa, ya es una carrera extraña con los equipos nacionales, luego sin radios se complica aún más. No sabía que el esprint era para subir al podio”, confesó Van Aert.

Pogacar también señaló la extrañeza que le provocó correr sin pinganillo. El esloveno no era capaz de situarse. Extraviado por el frenesí y el caos de una carrera que no cuenta con el lazarillo de la radio del director.

“Ni siquiera sabía por qué puesto estábamos compitiendo, pensaba que era por un puesto muy atrás. Fue una carrera muy caótica. Ni siquiera sabíamos dónde estaba Jan (Tratnik) y, de repente, lo vi delante de mí en la línea de meta”, declaró Pogacar, otra víctima de una sordera Mundial.

VINGEGAARD COMPITE DE NUEVO

El campeón del Tour, Jonas Vingegaard, regresará a la competición este martes la CRO Race. Será la primera carrera en la que se ponga un dorsal el danés tras su logro. “Lo que te pasa cuando ganas el Tour es una especie de bombardeo mental. Es muy difícil hablar con los medios y los aficionados todos los días. Es genial, pero también muy agotador. Sin embargo, volví a entrenar y la sensación fue sorprendentemente buena”, dijo el danés. Dos meses después de coronarse en París, Vingegaard será de la partida en la carrera croata, de seis etapas.


ÚLTIMAS CITAS PARA VALVERDE

A la espera de la llegada de Il Lombardia, la aparición final de Valverde como ciclista profesional el próximo 8 de octubre, el ciclista competirá en distintas clásicas italianas estas dos semanas. El jueves disputará la Coppa Agostoni. El sábado estará en el Giro dell’Emilia. Valverde también tomará la salida el próximo martes en Tre Valli Varesine antes de bajar el telón en Il Lombardia.