Joseba Ezkurdia (Arbizu, 1991) disputará el domingo en el frontón Navarra Arena de Iruñea su primera final del Manomanista. Será ante Unai Laso. Le ha costado más de diez años alcanzar la cita cumbre del curso pelotazale. Por el camino: cuatro txapelas en cuatro finales, dos del Cuatro y Medio y otras dos del Parejas. Buena cosecha.
Tantas veces ha soñado con la final del Manomanista y ya ha llegado.
—Estoy contento de poder disfrutar estos días y de la final. Estoy con ilusión de que llegue el día y jugar el partido. Tengo ganas.
Tras dos finales del Cuatro y Medio y otras dos del Parejas, era la que le faltaba en su carrera deportiva.
—Es algo que he oído muchas veces. Quiero disfrutar, porque no todos los días se juega una final y todo lo que genera un partido de esta trascendencia es muy bonito. Soy muy afortunado por vivir estas cosas. Hay muchos pelotaris que no han tenido esa opción. Hay que valorar las cosas también. Estoy contento y espero hacer un buen partido. Mi objetivo es quedarme satisfecho con el trabajo realizado.
Debido a sus características, quizás parecía la modalidad a la que más fácil se iba a adaptar.
—Cuando empecé, se comentaba eso. No es algo a lo que he dado demasiadas vueltas. En todos los partidos y en todos los campeonatos que me han puesto he intentado hacerlo lo mejor posible. La verdad es que he tenido mejores resultados en el Cuatro y Medio. Pero sí, es verdad, la gente pensaba que se me iba a dar mejor el mano a mano que otras competiciones. Las cosas han surgido así.
¿Le ha llegado a obsesionar no haber llegado a una final del Manomanista?
—No. Cuando debuté quería hacer un buen papel y llegar lo más arriba posible. Me costó lograr ese reto y levantar la primera txapela. Siempre quieres estar ahí arriba y peleando por las txapelas, pero no me ha obsesionado el mano a mano o esta txapela. Siempre entrenamos para conseguir cosas y estar arriba, pero nunca me ha obsesionado.
Por sus palabras se entiende que está contento con su trayectoria en el campo profesional, ¿no?
—Así de claro. Estoy tranquilo y orgulloso en ese sentido. Ganar cuatro txapelas me ha costado un montón. Es difícil. Hay muchos manistas que no han conseguido ni una. Me siento valorado por la gente, me siento apreciado. Eso llena un montón. Es lo bonito de esto. Por supuesto que me haría ilusión ganar esta txapela y que voy a luchar, sin duda, pero hay que valorar todo, mirar de más lejos y ver lo conseguido.
Da la sensación de que mucha gente se ha alegrado de que usted alcance esta final.
—Creo que sí. Después del partido de Jaka ya comenté que me sentía querido por la gente. Y eso llena un montón. Esa es la txapela más bonita. Soy un afortunado. La gente de la pelota y los aficionados me desean lo mejor. Cuando gané mi primer Cuatro y Medio, percibí que muchas personas se alegraban por mí. Eso es lo más bonito.
Muchas veces se ha escuchado dentro del mundo de la pelota que si alguien merecía los triunfos era Joseba Ezkurdia.
—Eso es lo que más me llena. Trabajo para hacer las cosas mejor cada día. Siempre intento mejorar y escuchar eso es bonito.
Es una cuestión bastante complicada en un mundo tan competitivo e individual como la pelota. Algo querrá decir.
—Tengo buena relación con todos los compañeros en el vestuario. Me llevo bien con los pelotaris contra los que compito. En la pandemia, por ejemplo, hablé un montón con Jokin Altuna. No sé si quiere decir algo, pero me llevo bien con la gente. Le doy mucha importancia.
Transmite siempre en la cancha que es un currante.
—Tanto mis padres como mi entorno me han transmitido desde pequeño que el trabajo es fundamental para conseguir cosas. Hay que meter horas y ser constante para lograr los objetivos. Hay que intentar llegar lo más lejos posible con humildad, sin hacer daño a nadie y haciendo lo mío lo mejor posible.
La zona de Sakana también tiene ese ADN trabajador que está impreso en usted.
—Todo influye en uno, desde luego. Tengo esta manera de ser. Creo en el trabajo y en mi entorno. Seguiré así hasta que deje la pelota y, después, también.
¿Se le han hecho largos estos dos últimos años en los que no ha podido colarse en ninguna final?
—Un poco sí. Con la pandemia también ha sido todo largo. Ha sido un poco duro. He conseguido meterme en una final y estoy contentísimo. Cuando entré en la primera, en 2018, tuve la suerte de jugar una mínimo al año. Espero coger carrerilla.
¿Le afectó mentalmente la pandemia?
—Se me hizo duro. Me costó coger esa chispa, esas ganas, esa motivación. Se me ha hecho largo. Es duro jugar sin gente. Me afectó bastante. Poco a poco le he dado la vuelta y, con gente en la grada, es otra cosa.
Su currículum consta de cuatro finales en Primera -dos del Cuatro y Medio (2018 y 2019) y dos del Parejas (2018 y 2020)- y ha ganado las cuatro.
—Sí. He tenido esa suerte. Eso me tranquiliza y me motiva, porque veo que rindo bien en ese tipo de partidos. Ojalá en la quinta suceda lo mismo. Es complicado. Ganar todas las finales es difícil.
¿Recuerda algún partido del mano a mano en el que haya destacado tanto con la derecha como en la semifinal ante Jaka (22-2)?
—Nunca. Las sensaciones de poder y de darle de abajo no las había sentido. Estoy de chispa mejor que nunca. Nunca me ha salido la pelota tan rápida de la mano. Estoy feliz por eso. Quizás todavía tengo algún pelotazo que no consigo atrasar como yo quiero. Soy un pelotari de fuerza, pero me cuesta atrasar la pelota más que a otros. Ahora estoy haciendo las cosas bien. Espero aprovechar.
Rozó la perfección en los movimientos, el encuentro con la pelota, la colocación...
—Eso es. Hay que reconocer que también jugué de cara todo el partido y al ir de atrás hacia delante es más fácil atacar a la pelota. Todo influye. Estoy contento por cómo me vi en la final, tanto de juego como de cabeza.
En cualquier caso, ha sido un Manomanista atípico para usted. Llegó con dudas ante Agirre (22-7), ante Zabaleta supo sufrir (21-22) y se encontró con dos suspensiones. Ha ido a más.
—Contra Asier jugué agarrotado. Es una eliminatoria y si pierdes, es un fracaso. Habría sido un palo. Sacar todo lo que has entrenado en el primer partido es complicado. Contra José Javier muchos dicen que fue un encuentro buenísimo, pero mi sensación es que no jugué bien. Fue un partido duro, pero tácticamente no estuve bien: jugué recto, no moví al rival€ Tuve que sufrir, aunque salí fortalecido, porque en los momentos clave arriesgué y tuve arranque. Ante Jaka entré con dudas. Me veía bien en los ensayos, pero estuve dos semanas sin jugar. Se hace largo. Quería jugar otro partido mano a mano para hacer un juego distinto al de Zabaleta. No pudo ser. Al final, salí metidísimo y estoy contento por cómo salió.
Está más fresco que Laso. No solo por el Manomanista, sino por el trote del año. Unai lleva desde el Cuatro y Medio llegando hasta la final en todos los torneos. Ocho meses al más alto nivel.
—Sí, pero ya me gustaría a mí haber jugado las finales que ha tenido Laso. Unai está fresco. En el último partido de la liguilla no jugó, en la semifinal hizo un partido duro y demostró que sabe sufrir. En el último tramo ante Altuna III buscó altura y alargó el pelotazo. Está bien. Es un pelotari con arranque, que alarga el pelotazo, goza y domina. Tiene muchas facultades para el mano a mano.
Hay que tener las ideas claras.
—Hoy en día influye mucho. Si tienes dudas, el contrario te pasa por encima. Hay que tener las ideas claras, llevar la iniciativa, intentar hacer el tanto a la mínima y hacer daño.
Joseba Ezkurdia ha cambiado en los últimos años, ¿no cree?
—Sí. Tengo mucha más confianza en mi juego. Antes, lo que me pasaba era que el día importante los nervios y la tensión me podían. Ahora mismo, sé que si hago lo mío, tengo opciones de ganar. Confío en mi juego y voy tranquilo a los frontones. Estoy con ganas de jugar partidos importantes y pelearlos. He cambiado mentalmente. Estoy en un buen momento.
¿Por la primera txapela, por trabajar más ese aspecto o por la edad -31 años-?
—Influyen esos tres aspectos. El Parejas que gané con José lo comenzamos muy mal. En Eibar hice el ridículo en Navidad. Ganar ese título me dio mucha confianza. 2018 fue un año muy bueno para mí. Te ves peleando con los mejores y eso te da un poso.
Carlos Chocarro, Rubén Ayarra y Peio Etxeberria forman parte de su entorno más cercano. Ha encontrado la serenidad junto a ellos.
—Voy a entrenar a gusto. Sufro pero me divierto. He encontrado un equilibrio muy bueno en mi vida. Estoy muy agradecido a ellos, porque me entienden, me echan broncas y me obligan. Le doy mucha importancia al entorno: los amigos, los entrenadores... Me hacen estar estable y sacar lo mejor de mí. Si no tuviese ese entorno, igual no estaría peleando por las txapelas.
Carlos viene del balonmano y Rubén de la pala.
—Desde el principio tuvimos buen feeling. Me transmitieron confianza. Me siento cómodo. Hablo mucho con ellos de cosas externas a la pelota. Carlos tiene mucha experiencia en cómo hablar con la gente. Es el capitán del Anaitasuna y cada jugador es de una madre.
¿Son como una familia?
—En el ámbito del trabajo, de la pelota, son mi familia. Pasamos mucho tiempo juntos. Somos como hermanos.
Juan Martínez de Irujo, que fue su botillero, siempre ha estado ahí.
—Hablo con él por teléfono. Ahora pasamos menos tiempo juntos pero coincidiremos en los entrenamientos de preparación de la final. Siempre estaré agradecido a Juan por cómo se ha portado conmigo. Estoy contento de tener la suerte de aprender del mejor.
Para él, siendo lo que ha sido en el Manomanista, también debe ser un orgullo verle en la final.
—Me ha echado muchas broncas para enseñarme mano a mano. Me ha ayudado mucho desde que tenía 19 años. Estoy seguro de que estará orgulloso de verme en la final.
Tanto a Laso como a usted se les ha colocado la vitola de sucesores de Irujo.
—Me lo han dicho, pero para mí son palabras mayores. Unai sí que tiene ese arranque, ese genio, más que yo. Además, tiene un gran poder en las posturas de arriba para ayudar al zaguero. Respecto a mí, nunca he sido de fijarme en lo que dicen los demás. Me centro en lo mío.
Dos navarros en el Navarra Arena jugando la primera final del Manomanista en Nafarroa.
—Contentísimo. Es especial. Cuando se jugó la primera final del Cuatro y Medio en Nafarroa tuve la suerte de meterme en la final y de ganarla. Cuando se presentó el presente mano a mano, ya comenté que me haría ilusión acceder a la final y lo he logrado.
Y tiene a tiro la Triple Corona.
—Sí. No le doy muchas vueltas. Si gano y entro en la historia, mejor. Ojalá, pero no me quita el sueño. Estoy orgulloso de mi recorrido. Me haría mucha ilusión, porque es señal de que eres un pelotari completo y competitivo todo el año.
¿Teme el brillo del pelotazo de Unai Laso?
—Obliga mucho al contrario, coge altura y tiene un brillo especial. A la hora de defender, debo defender muy bien. Tengo que tomar riesgos a la hora de defender, moverle o hacer cosas distintas. Si Unai tiene todo de cara, me puede hacer un roto.
Al revés sucede lo mismo.
—Eso es. El que lleve la iniciativa tendrá mucho ganado. En esta modalidad, jugar de cara es importantísimo. Tengo que jugar con decisión.
Quizás por su envergadura -mide 1,93 metros-, pasarle por encima se torna un trabajo más complicado para el rival.
—Sí. Pero si estoy de volea o de besagain de atrás, tengo que darle velocidad. No puede estar cómodo. Unai mete mucha presión, entra de aire y buscar el gancho.
¿Es más peligroso Laso tras darle la vuelta a Altuna III en la semifinal?
—Tal vez sí. Ahora confiará más en sí mismo. Darle la vuelta a Jokin Altuna, yendo 17-13 perdiendo, no es fácil. Eso le habrá fortalecido. Unai es un gran pelotari, lleva un año espectacular.