osé Miguel es uno de los vuestros. De los nuestros. Emérito y sin beneficio adicional, que no necesita y tampoco demanda. Ni está retirado ni creo que se retire nunca, porque la pelota le ama tanto como él a ella. Se apartó un día, cuando todo estaba bien, o hecho, o encaminado, pero le han pedido que vuelva para que retome lo que quedó pendiente. Laudio necesita un frontón, y éste chavalote de 72 años bien llevados, natural de Orozko pero llodiano como el que más, ha empeñado palabra y fe para verlo antes de que su viejo club cumpla los 50, que será en 2025.
Los del club Herriaren le han vuelto a reclamar para que encabece una reivindicación, una idea, para que trate de renovar las ilusiones de un pueblo que echa de menos lo que el pueblo merece, lo que lleva persiguiendo de toda la vida, y con énfasis renovado cada cierto tiempo desde que en 1975 se constituyera la Sociedad Herriaren como un apéndice del club de futbol primero y de pelota después. "Porque tenemos el derecho y las necesidades, porque si queremos defender nuestra cultura, si buscamos proteger las raíces de un pueblo, podríamos levantar de una vez lo que está aprobado y prometido", dice José Miguel, reclamado para la causa, otra vez, desde 2016, "para retomar la reivindicación y recuperar las esperanzas". Una pared en cada zona de juego "y un frontón cerrado en el centro del pueblo como tiene que ser". Esas son las peticiones de un club y medio siglo de reclamaciones.
A mediados de los 70, había un plan: toda localidad de más de 300 habitantes contaría con un frontón cubierto. El plan y los dineros llegarían desde la DFA, que todavía hoy "está comprometida en cuanto el ayuntamiento de Laudio dé el visto bueno al proyecto". Por aquel entonces se barajó la opción de colocar una txapela al frontón de Lamuza, "una joya arquitectónica, única", en mitad del pueblo, para lo que se abrió un concurso nacional -hacia 1979- que ganó un equipo de arquitectos madrileño "a quien se debió indemnizar por no poderse llevar a cabo"; Lamuza era intocable. En ese momento surge la idea de levantar uno nuevo, céntrico y cubierto, pero, otra vez, las prioridades chocan de frente con las inundaciones del 83, cuando se levanta el graderío de la cancha de Areta. En los 90 se retoma la vieja idea de la cubrición de Lamuza. Será en vano
En 2006 se inaugura en Amorebieta el Plaza Zelai, que Laudio toma como referencia. Pero tampoco era el momento. La corporación alavesa invitada al acto quedó prendada y poco más. Hace tres años, próximo al parque, entre la calle Vizcaya y Lamuza, aparece como por arte de magia una ubicación que podría ser la definitiva. Los promotores de la idea convencen a todos los grupos políticos municipales y se lleva a pleno para su aprobación. El mismo arquitecto que dispuso el proyecto para Amorebieta se hace cargo del que se levantará en Laudio para 700 personas y de 38 metros de largo. El anteproyecto queda aprobado sin votos en contra pero, como es época de elecciones, ningún partido lo discute en la campaña ni se incluye en el programa del equipo que sale elegido. El asunto vuelve a quedar en suspenso; "no es una prioridad, otra vez", cuenta resignado José Miguel. "No hay dinero para todo", parece que dicen en el ayuntamiento. La Diputación queda a la expectativa y promete "no quedarse atrás si Llodio se decide" y, en el Gobierno Vasco, "alguna cantidad habrá para completar el presupuesto". Se habla de entre 10 y 12 millones, "aunque con 6 o 7, creo yo, bastaría". En este momento, cuando la legislatura está en las últimas, Herriaren recupera el ánimo y vuelve a la carga. Kepa Sautua y José Miguel han vuelto al club para eso, para dirigir un proyecto "fundamental para nuestro club y para la pelota".
José Miguel Fernández Astobiza -Lazkao, 14-3- 1950- se inició en el frontón de La Salle con 9 años. A los 14 marcha a Gijón, a la Laboral, de donde vuelve a casa a los 18 con la Maestría Industrial hecha. Durante ese tiempo no jugó apenas, "aunque un grupo de vascos solíamos matar el gusanillo en un pequeño Arkupe del centro". Recuerda a Igartua de Legazpia y a Martiarena de Hernani. De aquellos tiempos destaca un tercer puesto en los Juegos Escolares Nacionales de pelota en Madrid junto a Urdangarin. Cuando vuelve a casa, sin cumplir los 19, con Urretxi de compañero, ganan en Miravalles y se conforman con un segundo puesto en el frontón de Orduña. El de casa, también descubierto, era de propiedad privada, del marqués de Urquijo. No se podía utilizar excepto en dos fechas bien señaladas: el 18 de julio y el 17 de agosto, por San Roque. Entonces sí, "venían los mejores pelotaris de mano, pala y cesta". Al morir el marqués el frontón se abre al público. La Diputación compra Lamuza a mediados de los 70; "un frontón precioso, de 16 metros de frontis, 56 de largo y 61 de suelo, todo de piedra", cuenta José Miguel, "es único, ya te digo, una joya". En los festivales de aquellos años, los que preparaba un Isidro Larizgoitia, de Orozko, "nos tocaba abrir el programa". Los estelares los jugaban pelotaris como Elizalde, Rojo, Navadijos, Eguia o Mendieta.
Cuando se crea la Sociedad, en torno al fútbol primero, y de manera independiente después, "debíamos mover a los chavales de uno a otro frontón, por los alrededores, para que no le pasara lo que a nosotros", dice José Miguel, ya en Herriaren, al servicio de la pelota y de los jóvenes pelotaris. Zaratamo, Amurrio, Orozko y, a partir de los 80, por fin, algo más cerca, en Areta, cuyos graderío tardarían aún unos años en construirse, escenario desde el cual, el Club de Pelota Herriaren "hace lo que puede", pues no parece sencillo ni cómodo, "motivar, traer y llevar hasta Areta a los chavales de Laudio". La cantera de Herriaren, "que funciona, y muy bien, pierde por el camino, por esa causa, a un buen número de chavales". Areta no deja de ser un frontón de barrio, como hay otros en la zona; "Llodio necesita un frontón en el centro del pueblo", insiste José Miguel, "que cambiaría además la fisonomía del centro con una nueva travesía, entre el parque y la avenida de Zumalacarregui, y, en fin, plasmando la vieja idea de punto de encuentro entre los vecinos".
Desempolvar un proyecto que Laudio necesita para crecer. En el nombre de Lorenzo Murga, de Pedro Luis Urkijo, de Fidel Alonso y de "Eskuza, un chaval majísimo, una maravilla de pelotari", el resumen de 50 años casi y de una necesidad.