- Sin distracciones paisajísticas, todo rectas largas y arena, toneladas de arena por todos lados, serpenteó el pelotón en la etapa bautismal del Saudi Tour, una carrera contracultural porque apenas hay aficionados, deforestado el público por un territorio hostil: el desierto. Todo lo puede el dinero y el ciclismo, al que nunca le ha sobrado el parné y se sostiene entre mecenas, marcas y equipos estado, acude allí donde le llamen.

Lejos de los convencionalismos, la jornada inaugural tuvo su lógica, que no era otra que resolverse en un pleito de velocidad a pesar del tramo de sterrato, arena del desierto mezclada con piedrilla y prensada para la ocasión en la que más de uno mordió el polvo. Baglioli, señalado para pugnar por la etapa, se rebozó en el suelo. En la tierra perdió tracción. Con todo, el final asistió a lo que suponía. No se torció ningún renglón y Caleb Ewan, el cohete de bolsillo, estalló su primera victoria del curso por delante de Martin Laas y de Fernando Gaviria. El australiano lidera la carrera del desierto.