- El culebrón creado en torno a Novak Djokovic acabó de la peor manera para el tenista serbio y para el propio deporte, pero de la manera esperada. Los tres miembros del tribunal federal decidieron por unanimidad la deportación del número 1 del mundo, que de esta forma se queda sin poder disputar el Abierto de Australia y defender sus tres títulos consecutivos y nueve en total. La negativa de Djokovic a vacunarse ha sido el menor de sus problemas en un asunto mal llevado por todas los implicados. “Me siento profundamente decepcionado. Respeto la decisión del tribunal y cooperaré con las autoridades para mi salida del país”, aseguró en un comunicado el jugador de Belgrado, que a estas horas ya estará en Dubai tras coger un avión poco después de conocer que debía abandonar el país.
“Me siento incómodo por haber sido el foco en las últimas semanas y ahora espero que este vuelva sobre el juego y el torneo que amo”, añadió Djokovic, que tampoco ha puesto mucho de su parte, y menos aún su familia, para salir de ese foco. Su actitud, sus versiones contradictorias y su aire de prepotencia, alentados por sus acólitos, han sido considerados por las autoridades australianas como un riesgo para la salud pública y, en definitiva, una mala influencia para su población que, en especial la de Melbourne, ha sufrido severas restricciones y confinamientos durante la pandemia que aún no ha cesado.
En la vista de ayer, los abogados del jugador defendieron que Djokovic ya ha jugado otros torneos sin estar vacunado y “no generó controversia”, pero los letrados del gobierno recordaron las leyes federales: “A estas alturas de la pandemia, él podría haber estado vacunado. Si no lo está, indica una elección de su parte”. En cierto modo, apelaron al ejemplo que debe dar como “gran estrella del deporte” y le afearon el hecho de que estando contagiado acudió a actos promocionales sin respetar las medidas sanitarias. El gobierno de Serbia consideró que en este caso “ha habido una caza de brujas”, el padre del jugador desbarró de nuevo al afirmar que “este fallo ha sido como ser disparado con 50 balas en el pecho” y la ATP habló de “una serie de lamentables acontecimientos”. “Sabemos lo turbulentos que han sido los últimos días para Novak y las ganas que tenía de defender su título en Melbourne. Le deseamos lo mejor y esperamos verle pronto de vuelta en la pista”, reza el comunicado del circuito masculino, que en todo caso recomienda “encarecidamente” la vacunación a todos sus jugadores. O sea, pone una vela a Dios y otra al diablo, como han hecho todas las partes en este circo mediático y judicial.
El Abierto de Australia, a cuyos responsables se ha escuchado poco o nada en estos días, pierde a su gran atractivo deportivo, pero también a alguien que podía haber sido una fuente de conflicto. El reto de ganar su vigésimo primer Grand Slam queda pendiente porque el futuro de Novak Djokovic resulta una incógnita si mantiene su negativa a vacunarse y el covid sigue sin dar tregua en el mundo. Se expone a que le impidan el acceso a Australia durante tres años y si se mantienen las medidas actuales, no podría jugar el US Open, probablemente tampoco Wimbledon y solo le quedaría Roland Garros, salvo que el gobierno de Macron imponga restricciones más duras. Además, hay otros torneos importantes como varios de los Masters 1000 que también quedarían fuera de sus posibilidades.
Total, que el Abierto de Australia empezó la pasada madrugada con Rafa Nadal como único ganador en el cuadro masculino y la atención puesta ya en lo que ocurra sobre la pista. Novak Djokovic tendrá tiempo para reflexionar y decidir qué quiere hacer con su futuro. En otra de sus peleas contra el mundo, ha vuelto a ganar el mundo, aunque haya sido en el tie-break del quinto set.