l aplauso de la décimo cuarta edición del BBK Mendi Film Bilbao-Bizkaia atronó el sábado en el Palacio Euskalduna. Fue una ovación larga, cálida e incluso íntima. De esas que cualquier dramaturgo recordaría el resto de su vida. El bienaventurado fue Luis Arrieta, el director principal de Mendiak-1976, la película que tuvo el honor de ser proyectada en la ceremonia inaugural del festival de cine de montaña. Sin embargo, cuando el fundido a negro oscureció el abarrotado salón de butacas, la aclamación de los presentes no fue ni para la obra, ni para sus creadores. Sino para sus protagonistas: Javier Garreta, Gregorio Ariz, Trini Cornellana, Adam Krawczyk... Esos rostros que minutos antes habían llenado la pantalla del Euskalduna aparecieron sobre su escenario para dar comienzo al Mendi Film de los reencuentros. Porque Mendiak-1976 narra el viaje de una cuadrilla de navarros al Shakhaur (7.116 metros). Cuenta la historia de cómo nueve de esos once valientes lograron hacer cumbre y cómo la alegría de lo conseguido se esfumó en cuanto un accidente en el descenso mató a uno de sus miembros y dejó gravemente herido a otro. El grito de auxilio de los navarros, demasiado exhaustos para llegar a su amigo a Campo Base, fue escuchado por una expedición polaca que no dudó ni un segundo en subir en su ayuda. Así se forjó una amistad que continuó por carta hasta que la censura en Polonia acabó con las misivas. Se perdió el contacto. Y pasaron 45 años sin saber los unos de los otros. 45 años sin verse. Hasta que Mendiak-1976 y el Mendi Film lograron reunirles de nuevo bajo el mismo techo. Más arrugados y con menos pelo, pero con los mismos sentimientos y recuerdos.
Y es que el 15 de junio de 1976, once navarros salieron de la plaza del Ayuntamiento de Iruñea rumbo al Shakhaur, en Afganistán. Lo hicieron con los pañuelicos rojos de San Fermín al cuello y a bordo de dos todoterrenos. Dos semanas tardaron en atravesar Europa entera, casi 10.000 kilómetros para cruzar Francia, Italia, la antigua Yugoslavia, Turquía e Irán. Eran otros tiempos. Esos en los que no había carreras, ni prisas. En los que no importaba quién era el primero, ni quién hollaba más. Era la época de los viejos roqueros que conseguían aunar a todo un pueblo y que todo el país saboreara como propios sus éxitos. Y también sus malogrados intentos. Por eso, en pleno auge de los ochomiles, que una cuadrilla de navarros quisiera ir a un sietemil como el Shakhaur pasó casi desapercibido. Aunque fueran unos pioneros. Porque lo consiguieron. Nueve de los once llenaron sus pulmones en la cima. Donde incluso cayeron dos cigarritos. “Era una ruta peligrosa, con fuertes pendientes de hielo; pero los últimos metros eran fáciles. Además, llegamos arriba en un buen día y a una buena hora. El cielo estaba limpio”, recuerda Iñaki Aldaya, uno de los valientes, en la película estrenada ayer. Sin embargo, la hermosa cumbre quedó relegada demasiado pronto. En el descenso, en plena bajada del Campo 4 al Campo 3, los aventajados Gerardo Plaza y Leandro Arbeola sufrieron un grave accidente. El primero se fracturó la pierna; el segundo, murió en el acto. Traumatismo craneal.
Los navarros tuvieron que enterrar a Arbeloa bajo la nieve, con un piolet convertido en cruz. Pero apenas tuvieron tiempo de llorarle porque debían bajar a Plaza hasta Campo Base. Ponerle a salvo. Fue entonces cuando un grupo de polacos que se encontraba seis mil metros más abajo acudió en su ayuda. Raudo y veloz. “Nuestra montaña puede esperar, vuestro amigo, no”, fue su único argumento. A través de tirolinas consiguieron su objetivo ante la atenta mirada de unos navarros, tan agotados como agradecidos. Así surgió una amistad única e irrepetible. De esas tan intensas que ni los diferentes idiomas ni la distancia pueden quebrantar. Durante un tiempo, Iruñea y Polonia quedaron unidas por carta. Hasta que en 1981, la Ley Marcial que impuso el Gobierno polaco restringió drásticamente la vida y las relaciones de sus ciudadanos. La censura se instauró de tal forma que ninguna misiva pudo ni entrar ni salir del país. Por lo que el aprecio entre ambas expediciones quedó en el silencio y el recuerdo.
Mendiak-1976 finaliza con el testimonio de ambas expediciones. Con las mismas palabras, pero pronunciadas a miles de kilómetros de distancia. Por ello, Luis Arrieta, el director de la película, dejó claro que a su documental todavía le quedaba “el último fotograma”. Una última escena que redondeara su obra y que se rodó ayer en el Palacio Euskalduna. Y es que por primera vez en 45 años, los protagonistas de ambas expediciones -con irreparables ausencias, eso sí- se reunieron ayer en Bilbao para disfrutar de la película. Para recordar esa agridulce aventura en el Shakhaur y para poner el broche de oro a la ceremonia inaugural del BBK Mendi Film Bilbao-Bizkaia.
Tras hollar el Shakhaur, los navarros sufrieron un accidente en el que falleció Leandro Arbeloa y en el que Gerardo Plaza resultó herido
La expedición polaca acudió en su ayuda y lograron bajar a Plaza hasta Campo Base: “Nuestra montaña puede esperar, vuestro amigo, no”